A pesar de todo... Sí a la Vida

A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



viernes, 30 de abril de 2010

ANTE LA PARTIDA DE UN HIJO

Por Alicia y Gustavo Berti
“Ante la partida de un hijo -a quien difícilmente estaremos preparados para despedir- el dolor es demasiado intenso, desconocido; pareciera que la vida no debería continuar, el tiempo en su eterno fluir se hubiera detenido en un punto en el espacio, un punto de total incredulidad e irrealidad.
Nadie sabe qué decirnos; todos escapan ante una realidad que no conocen, que siempre han ignorado, que no saben manejar.
No puede ser, nos repetimos una y mil veces y, sin embargo, es; y debemos seguir viviendo; pero ¿cómo?, nos preguntamos una y otra vez. Pero todo dolor trae consigo una enseñanza y puede llegar a ser una experiencia regeneradora, porque es moviéndonos a través del dolor, explorándolo, conociéndolo, que lograremos llegar más allá de él, más allá de lo inmediato, más allá del materialismo limitante; rescatando de un rincón del corazón los olvidados valores espirituales del hombre, que son los únicos que pueden salvarnos de una vida sin sentido, de una muerte en vida.
Entonces la muerte de nuestros hijos no habrá sido estéril, porque es a través de su partida que el verdadero sentido de la vida se comprende; como un tiempo precioso y finito que debemos vivir al máximo, pero de otra manera, ya que el camino trazado hasta ahora no sirve para esa nueva realidad. Debemos recomenzar, es como renacer de las cenizas. Debemos captar el mensaje de infinito amor que nuestros hijos al partir nos dejaron y que los hijos que quedan nos recuerdan cada día: dar amor, sólo amor.
Son nuestros hijos los maestros del verdadero y desinteresado amor y este sentimiento no tiene reclamos ni expectativas, ni siquiera necesita de una presencia física.
Y cuando hayamos encontrado la paz y la aceptación, habremos de trasmitirla a los demás, a los que la necesitan, a los que sufren, a los que aún viven en la oscuridad de la desesperanza y la rebeldía.
La muerte no marca el fin de todo, es sólo una necesaria etapa en la evolución espiritual del hombre, es una parte integral de la vida, la que nos marca el límite de nuestra existencia terrena y nos enseña a apreciarla en su verdadera dimensión para vivirla totalmente, rescatando esa olvidada espiritualidad en nuestro diario vivir para saber prepararnos para que, en el momento de realizar nosotros la transición, saber que no hemos dejado cosas por hacer y en el instante de dejar el capullo, para volar libres de regreso a casa, sepamos que hemos comprendido el mensaje de nuestros hijos, porque hemos dado todo el amor de que fuimos capaces.”
“Nosotros nos dimos cuenta que teníamos la responsabilidad de hacer que nuestro hijo viviera a través de la forma en que nosotros vivíamos nuestra vida, de tal manera, que ese hijo no se fuera de nuestra vida y simplemente lo dejásemos relegado a la categoría de absurdo de la vida, de accidente fatal, de un Dios que tiene formas misteriosas y oscuras, que yo no comprendo... ¡No señor! teníamos que rescatarlo de las garras de lo absurdo.
Rescatar la muerte, la partida de nuestros hijos, de las garras del absurdo y devolverlo a la vida como un acto de total amor y entrega, un acto de sentido.
La partida del hijo y tanto dolor, que tuviese sentido.
No es una tarea fácil, cuando uno recién se lo plantea: ¿es que este dolor tiene sentido? y ahí está la elección.
Y entonces no dejamos que el sufrimiento nos derrote porque entonces significaba que Nicolás también estaba siendo nuestro verdugo.
¿Ustedes quieren que sus hijos sean sus verdugos? ¿Los que quitaron toda alegría a la vida?
¿Están de acuerdo ustedes con que no deben ser nuestros verdugos?
Entonces no vamos a dejar que se conviertan en, simplemente, un hecho absurdo que un día cambió nuestras vidas para mal, entonces tenemos la responsabilidad de vivir nuestra vida en homenaje a ese hijo que partió por todo lo que nos está enseñando a través del dolor, por la hija que nos queda, pero también ¡sí señor! por nosotros mismos, porque si estamos vivos, si estamos de este lado de la vida, es porque, evidentemente, todavía somos útiles para la vida.
La vida todavía espera algo de nosotros.”

martes, 27 de abril de 2010

SER MORAL ES DAR AL OTRO EL DOBLE DE LO QUE UNO ESPERA DE ELLOS

Palabras de Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.


Dijimos luego que Renacer era una revolución cultural, y cultura significa la capacidad del hombre para hacer las cosas distintas a como son.
Aquí parémonos un segundo y analicemos esta frase, “la capacidad humana para hacer las cosas distintas a como son”, si podemos hacer las cosas distintas a como son, también podemos hacerlas mejor, no es obligatorio que las hagamos peor, entonces, si nosotros podemos hacer las cosas distintas a como son y elegimos, en el proceso, hacerlas mejor, estamos dando un salto que nos lleva a la categoría de lo moral, de la tarea moral del hombre, porque, entonces, al elegir tenemos que optar entre lo mejor y lo peor.
No es como muchos papás nos decían, claro “antes era mejor, ahora todo es peor” y se movían en la categoría “del antes” y “el después” y en esas categorías, desde ese punto de vista, si nosotros analizamos la muerte de un hijo, bajo los conceptos de antes y después, no tienen salida, porque siempre antes fue mejor.
Pero si nosotros podemos movernos en la categoría de lo mejor y lo peor, estamos dando un salto cualitativo, que nos lleva a trabajar en el ámbito de lo moral y ser moral es, en el fondo, dar al otro el doble de lo que uno espera de ellos.
Esto está en relación con algo que habíamos dicho hace muchos años, cuando decíamos ¿qué es aquello que es absolutamente imprescindible para la existencia de Renacer? ¿qué es aquello sin lo cual la ayuda mutua no puede existir?
Es la presencia del otro, porque ¿qué clase de ayuda mutua es si yo voy a una reunión del grupo y estoy solo? Entonces, yo no tengo que cuidarme a mí, yo tengo que cuidar más al otro, tengo que preocuparme de ayudar al otro, para que el otro vuelva, porque sin el otro yo no soy nadie.
Y eso nos costó también, porque al principio la gente estaba muy apegada a sus propios sentimientos, a sus propias emociones, lo único que interesaba era “que yo estoy mal”, “yo extraño a mi hijo”, “yo quiero a mi hijo y a míf no me importa el otro”, era lo que decían, pero, sin embargo, no había salida sin el otro.
Entonces, en el ámbito de lo moral nos movíamos hacia la valoración del otro, allí definitivamente, sabíamos, con algunos de los elementos que teníamos que trabajar y también sabíamos con que no trabajar



 

lunes, 26 de abril de 2010

CELEBRAMOS EL 4TO. ANIVERSARIO DE RENACER "ESPERANZA"

El pasado domingo 25 de abril compartimos un hermoso día en Esperanza celebrando el cuarto año del grupo de esa linda ciudad. Silvia y todos las mamás, papás y demás familiares del grupo trabajaron muchísimo para recibirnos. Compartimos un riquísimo asado y una torta exquisita, luego una mateada y muchas sorpresas y regalitos para todos. Estuvieron presentes casi todos los papás del grupo de Santa Fe, papás también de San Justo, San Carlos, Santo Tomé y también la visita tan especial de papás de Fray Luis Beltrán. Nuestra querida Silvia nos deleitó con su hermosa voz y una canción muy linda ¡no conocíamos esas virtudes!!! ¡Gracias a todo el Grupo de Esperanza por tanto esfuerzo, tanta dedicación y sobretodo tanto tanto tanto AMOR.











sábado, 24 de abril de 2010

CUANDO PERDEMOS UN HIJO LA VIDA NOS DÁ UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Palabras de Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.

La vida nos da segundas oportunidades cuando estamos cerca de la muerte y nos salvamos, pero también nos la da cuando perdemos un hijo y decidimos vivir, pues como tan bien lo dijo Aldo una vez, si yo me muero con mi hijo, el mensaje que le estoy dando a la vida, es que mi hijo va a terminar siendo mi verdugo y ese es un mensaje que nadie quiere dar.
Entonces, viendo las cosas desde este punto de vista, nos damos cuenta que cuando perdemos un hijo, hablar en términos de duelo, hablar en términos de elaboración de emociones y elaboración de sentimientos, son palabras muy pequeñas para lo que nosotros podemos alcanzar, son logros que si uno mira, son bien subterráneos, pero tienen que tener su lugar y su lugar es a ras del suelo, no es un lugar elevado.
Por supuesto que algunas personas, algunos papás querrán hacer esto y no hay nada malo en que lo hagan, claro que hagan un duelo y que trabajen elaborando el duelo y priorizando sus emociones y sentimientos, la tragedia, en el fondo, sería que el grupo Renacer no pudiese mostrarle a esos papás que hay algo que trasciende a todo eso, que hay algo que cualitativamente es superior a todo eso.
Porque fíjense una cosa, ¿ustedes conocen a algún ente viviente animal o vegetal que haya sido puesto en este mundo y no se le haya dado un mecanismo de defensa?
Todo ente viviente tiene un mecanismo de defensa ¿estamos de acuerdo en esto?
Síí…
A ver, nosotros que somos el ente viviente más superior, nos creemos que somos los más superiores, ¿cómo puede ser que nos arrojen al mundo y no tengamos ningún mecanismo de defensa?
¿Cómo puede ser que frente a una crisis, seamos absolutamente incapaces de defendernos? Sería absurdo, ¿nos cierto?
Tenemos que tener un mecanismo de defensa, pero a su vez, como somos el único ente viviente que se pregunta por su ser, que se interroga por su ser y se pregunta ¿quién soy? y ¿a dónde voy? Ese mecanismo de defensa tiene que estar, no para lo físico ¿verdad?, sino para las crisis existenciales.
Tenemos que tener un mecanismo que nos defienda en las crisis existenciales y ese mecanismo es la fuerza indómita del espíritu.

EL SUFRIMIENTO ES CATALIZADOR DE UN CRECIMIENTO INTERIOR

Palabras de Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.

Cuando nosotros empezamos a trabajar lo primero y fundamental para nosotros fueron los mensajes de Elisabeth Kübler-Ross a quien le debemos también agradecer y tener un reconocimiento.
Elisabeth Kübler-Ross nos respondió muchas preguntas personales acerca de la manera en que los hijos parten, con ella hasta allí pudimos andar, hasta que apareció en nuestras vidas la obra de Víctor Frankl que nos dio el sustento filosófico antropológico necesario para fundamentar la tarea de Renacer, sobre todo para que Renacer pudiera reproducirse en otros lugares sin la presencia nuestra, porque si nuestra presencia hubiese sido requerida para formar un grupo, eventualmente, esto hubiera sido la obra de un par de iluminados, cosa que no es así, porque vuelvo a repetir, todos ustedes tomaron el mensaje, les gustó y lo adoptaron, y por eso es que existe hoy Renacer en tantos lugares.
Frankl nos hizo ver el sufrimiento de manera distinta, nos hizo ver el sufrimiento como catalizador de un crecimiento interior, nos dijo Frankl: “el hombre que se levanta por encima de su dolor, para ayudar a un hermano que sufre, trasciende como ser humano”, es decir, el hombre que aun sufriendo prioriza la presencia del otro, se humaniza, por eso pudimos decir un día, cuando quizás nadie nos entendió, pues poca gente nos entendía, que Renacer es un imperativo ético, porque el resultado final para aquellos valientes que se animaban a dar el salto de la trascendencia, era la transformación

martes, 20 de abril de 2010

LA HISTORIA NO TERMINA CON LA MUERTE DE UN HIJO

Y una cosa más les quiero decir, yo me imagino que la mayoría de ustedes son creyentes, y que siendo creyentes la mayoría de ustedes son católicos, como es la población Argentina, si ustedes se fijan en la Biblia en el Antiguo Testamento, la historia de la humanidad, aunque sea una metáfora, comienza con un matrimonio que ha perdido un hijo.
Adán y Eva pierden un hijo y no solamente pierden a un hijo, sino que el otro hijo se convierte en asesino, sin embargo, de acuerdo a la historia o a esta metáfora, ellos siguen viviendo, siguen diciéndole sí a la vida a pesar de todo, porque sino le hubieran dicho si a la vida, a pesar de todo, nosotros hoy no estaríamos acá.
Entonces, ¿cuál es el significado de la metáfora? Es que debemos vivir aprendiendo a convivir con el sufrimiento, pero no sólo aprendiendo a convivir, sino trascendiéndolo, elevándonos diciéndole sí a la vida, a pesar de todo
Yo les ruego a todos ustedes, que sean creyentes, que vuelvan atrás, que lean la historia de Adán y Eva, que lean la historia de Caín y Abel y vean que la historia comienza con la muerte de un hijo, la historia no termina con la muerte de un hijo, comienza, y nos corresponde a nosotros seguir haciendo esa historia
Pregunta respondida por Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.




LA MUERTE DE UN HIJO ES UN LLAMADO A UNA NUEVA EXISTENCIA

Extracto de la carta de Alicia y Gustavo Berti titulada “Renacer no debe terminar siendo un grupo de duelo” del 15 de abril de 2010.


En nuestra cultura es conocido que la muerte cuando llega de visita a un hogar da un nombre a los deudos, así es de uso corriente que de un momento para otro alguien se transforme en una viuda, un viudo, un huérfano, y demás deudos quienes prontamente pasan a estar en duelo, pero hay un caso puntual en el que la muerte no ha sabido aún cómo nombrar a quienes permanecen de este lado de la vida, y ese es el caso cuando muere un hijo. Cuando esto sucede todos se estremecen y recuerdan entonces que la muerte de un hijo no tiene nombre…

En la medida en que aún no existe palabra ni lenguaje que nombre a los padres que pierden hijos, todos los conceptos vertidos hasta ahora sobre el duelo por una muerte que al venir da un nombre a los deudos (viudez, orfandad), carecen de vigencia, carecen de ser cuando se los aplica a los padres que pierden hijos; son, en estos casos, sólo meras apariencias.

A partir de estos conceptos se torna claro el desafío: No existe un “duelo” convencional por la muerte de un hijo, es necesario buscar nuevos caminos, nuevos territorios, pensar lo aún no pensado, osar desafiar los límites, inclusive los del mismo lenguaje, los del propio Dios cuyo nombre, según Foucault, pone un límite intraspasable al lenguaje y con él al propio ser. Una vez más nos encontramos en la búsqueda del ser a partir de la nada (Muerte)

Entre el límite de lo que la palabra significa o puede nombrar y la búsqueda de un lenguaje que nos obliga a descubrir aquello que está más allá de todo límite, entre estas dimensiones transcurre el sufrimiento por la muerte de un hijo.

Y aquí estamos, de nuevo con el duelo. Entonces bien vale detenernos en algunas consideraciones sobre el mismo. Éste es un sentimiento ante pérdidas significativas (el psicoanálisis habla de la pérdida de un objeto libidinal, lo que sea que esto signifique) y entonces estamos frente a un problema: la pérdida de un abuelo genera un duelo, la de un padre otro duelo, la de un hijo otro distinto y ahora vale la pena detenernos nuevamente: ¿qué significa un duelo distinto? Porque es necesario ser honesto y reconocer que una separación genera un duelo, así como lo hace un exilio y para una persona anciana solitaria la muerte de una mascota puede generar un profundo duelo, así como lo hacen la pérdida de una casa en la que hemos vivido muchos años y donde nuestros hijos se han criado.

Sin embargo la muerte de un hijo genera algo enteramente distinto a la muerte de un padre o un abuelo. ¿Estamos hablando entonces de una diferencia cualitativa o cuantitativa? ¿Hablamos de duelos leves, moderados o severos o hablamos de cualidades de respuestas enteramente distintas?

¿La muerte de un hijo debe generar un duelo más intenso o peor o debe generar una respuesta de una cualidad enteramente distinta? ¿Acaso Renacer no fue una respuesta distinta, otra que un duelo, a la muerte de un hijo? ¿O piensan ustedes que Renacer fue creado para ser un grupo de duelo conducido por personas legas, es decir no profesionales? En otras palabras, lo que estamos tratando de decir es que la muerte de un hijo no puede terminar en un mero atravesar un duelo o terminar en un duelo permanente.

Todos los padres decimos que después de la partida de nuestros hijos, la vida cambia para siempre, pero, ¿cuál es este cambio? La creencia generalizada es que ese cambio es para peor, esperándonos una vida de tristeza, Renacer en sus orígenes se afanó siempre en mostrar que la muerte de un hijo es un llamado a una nueva existencia, y vamos más allá, no solo a una mejor existencia, sino a una radicalmente nueva, una que permita transformar una realidad no solo personal sino universal, una realidad que permita transformar una desgracia personal en un triunfo de la humanidad entera, en otras palabras, un acto de grandeza existencial.

domingo, 18 de abril de 2010

UN POEMA PARA COMPARTIR

“SI ME VOY ANTES QUE VOS” (Jaime Ross)
Si me voy antes que vos,
Si te dejo en estas tierras,
No te asustes de la noche
Que en la noche vivo yo.

Si me voy antes que vos,
Si es así que está dispuesto,
Quiero que tus noticias
Hablen del aire y del sol.

Quiero que siempre recuerdes
Lo que dijimos un día
Que cada vez que te ríes
Río contigo mi amor.

Y no te olvides de algo
Que se adivina en la vida
Y es que la vida misma
Es un milagro de amor.

SI AYUDO A UNA SÓLA PERSONA A TENER ESPERANZA, NO HABRÉ VIVIDO EN VANO...

Cuando las circunstancias no pueden ser cambiadas, el sufrimiento le da un nuevo sentido a nuestras vidas, frente a nosotros mismos, frente a nuestros hijos, frente a la comunidad, frente a la vida, frente a la muerte, frente a Dios o como cada uno lo sienta, a partir podemos aceptar nuestra vida tal como es y vivirla con coraje, no escapandose de ella, no ocultandose de ella, enfrentandola con valentía.
Al atravesar una conmoción existencial, como es la perdida de un hijo, no podemos seguir siendo los mismos, algo en nosotros ha cambiado para siempre; la vida se ha invertido como un guante de goma que se saca dando vuelta sobre sí mismo y somos otra persona distinta, nunca mas las mismas personas y una vez mas tenemos que elegir.
De pronto, al darnos cuenta de esto uno se dice: " tengo que sufrir, no puedo evitarlo", pero ¿ puedo elegir como sufrir?.
¿ Es lo mismo sufrir dignamente, que sufrir miserablemente?.
¿ Es lo mismo caminar por la vida buscando monedas en el suelo, que caminar con la frente alta?. NO.
Hay un tiempo de sufrir, pero aun sufriendo, sabemos que podemos sufrir miserablemente o con dignidad. Es nuestra elección!!!
¿ Qué clase de personas vamos a ser?
No quedan más que dos caminos, o soy mejor persona o soy peor persona; si alguien conoce otra posibilidad, quisiera que lo digan, no conocemos otras opciones.
¿ Voy a dejar que mi dolor maneje el "auto" de mi vida y vivir como un zombie sentado, dejando que mi dolor maneje mi vida?
Entonces se nos plantea el problema de la propia responsabilidad:
¿ Qué hago de mi vida de ahora en màs?
Siempre será nuestra responsabilidad como viviremos nuestra vida, como la viviremos cada día.
Cada dia me levanto y puedo elegir lo que cada dia voy a hacer de mi vida; soy yo quien voy a proponerme llorar, porqué el llanto es lo que yo siento por mi hijo, o voy a levantarme con deseos de hacer algo en su homenaje que no sean lágrimas?.
Si uno basa el trayecto de su vida de aca en más en el amor, si cada día de mi vida yo me levanto haciendo ese esfuerzo extraordinario que significa, aun en esos primeros tiempos, de despertarse y saber que me despierto sin mi hijo, pero sabiendo tambien que por amor a él, y si me quedan otros hijos, tambien por amor a ellos, yo tengo que ponerme de pie con dignidad.
Tengo que iniciar ese dia y cada día de mi vida con proyectos de vida que incluya a otros seres que sufren.
Cuando los padres comienzan a darse cuenta que nunca una persona que ha perdido un hijo volverá a ser la misma, que algo cambia para siempre, es aquí donde RENACER le abre el camino al analisis de la propia existencia.
La respuesta es siempre la misma, el salto hacia nuestra dimensión espiritual, donde encontraremos los recursos necesarios para reinsertarnos en la sociedad a traves de una vida productiva y plena de sentido.
Asumamos el desafió y la aventura de ser una nueva persona y elijamos en ese camino lo mejor y lo peor, porqué podemos decidir, podemos elegir. Comenzamos una nueva vida, pero con experiencia, ya podemos decir que es el bien y que es el mal, ya podemos decir que es lo que queremos ser, entonces, a traves de esa transformaciín interior, la muerte de un hijo no va a ser en vano, esos hijos, van a ser estrellas fugaces que llegaron a nuestras vidas, nos tocaron, se fueron , pero nos transformaron, nos tocaron p'ara cambiarnos, son pocas las veces en que la vida, nos dá segundas oportunidades.

RENACER NO DEBE TERMINAR SIENDO UN GRUPO DE DUELO

Un lugar al que vamos a dar algo nuestro para mantener latente el recuerdo y la memoria de nuestros hijos (Berti, Alicia y Gustavo Esencia de Renacer)


Extracto de la carta de Alicia y Gustavo Berti titulada “Renacer no debe terminar siendo un grupo de duelo” del 15 de abril de 2010.

Nos motiva a escribir el hecho que en el blog de Renacer la inmensa mayoría de los comentarios tiene que ver con el duelo y una visión psicologista de éste y casi ninguno con los aspectos más elevados, tanto existenciales como espirituales del mensaje de Renacer. Esto nos lleva a pensar que de seguir este camino, en algún tiempo se corre el peligro que Renacer se transforme en un grupo de duelo en el que predomine el lamento y la catarsis dejándose de lado los aspectos trascendentes del mensaje.

Cuando se cumplieron 20 años de tarea ininterrumpida con los grupos decidimos dar un paso al costado y dejar que los grupos siguieran con su tarea de la manera en que interpretaran el mensaje, porque Renacer es eso, nada más que un mensaje; un mensaje que viene de nuestros hijos, fluye a través nuestro y se dirige a la vida. Un mensaje que los mensajeros deben entregar con coraje, con entereza, con la frente en alto y, por sobre todas las cosas, con dignidad.

Pero ese mensaje no es de sufrimiento, de nuestro sufrimiento, no es un lamento doloroso, no es un transitar las etapas del duelo, no es un lidiar con las culpas, con la frustración, con la desesperanza, con el odio, ¡no, no es eso! y repetimos: es el mensaje de nuestros hijos, es un mensaje de amor, un mensaje que en pocas palabras nos dice que fuerte como la muerte es el amor, un amor incondicional que no necesita de la presencia del ser amado para habitar nuestro corazón, crecer y expandirse a la vida.

Hemos dicho casi desde el inicio que hay dos maneras de ver a Renacer, una es como un lugar donde pueden ponernos una mano en el hombro y abrazarnos y decirnos que saben lo que es esto, que nos comprenden, y eso sirve pero no alcanza, como suponemos que ustedes lo habrán experimentado; la otra manera de verlo es como un lugar al que vamos a dar algo nuestro para mantener latente el recuerdo y la memoria de nuestros hijos, y si ustedes eligen, como lo ha hecho la inmensa mayoría de padres a quienes le hemos hecho este planteo, la segunda opción, entonces es cuando se plantea una pregunta crucial, tan importante que puede cambiar por completo la vida de quienes aceptan el desafío: Si vienes al grupo a dar algo tuyo en memoria de tu hijo ¿Qué vas a dar? Todos los padres, sin excepción, expresaron “lo mejor” ¿y qué es lo mejor? “Amor” fue la respuesta. En ese instante se dan cuenta que las emociones intensas características de los primeros tiempos, tales como la tristeza, pena, lamentos, culpas, odio, desesperanza, etc., empalidecen, pierden razón de ser, ante la profundidad del amor.

¿Acaso no te das cuenta que lo único que puedes dar en nombre de tu hijo es amor?

Los padres descubren que, a pesar del dolor, el amor no ha muerto, y ante la invitación a dar ese amor en nombre de los hijos, deben asumir la responsabilidad de hacerlo, por los hijos que no están, por los que nos rodean y finalmente por nosotros mismos, porque si la vida aún espera algo de nosotros, es porque aún tenemos mucho para hacer. Se recupera el sentido de la autovalía.

Si llevamos el planteo sobre nuestras emociones y sentimientos al plano de la psicología o la psiquiatría para tratar de analizarlas o encontrarle una respuesta estamos en problemas, pues sencillamente no la hay… no importa cuán diligentemente la busque, simplemente en ese plano no hay respuestas. Si esto les resulta difícil de aceptar ha de ser suficiente con entrar al blog de Renacer y ver los comentarios de los padres la mayoría de los cuales permanecen ahogados en medio de emociones y sentimientos negativos. No se vislumbra una salida.

Si ahora retomamos el concepto de asistir al grupo como una manera de mantener latente el recuerdo de nuestros hijos vemos que cuando priorizamos el amor y decidimos darlo en homenaje a esos hijos, todos los sentimientos y emociones negativas pierden razón de ser.

sábado, 17 de abril de 2010

SOBRE LA TRISTEZA

Pregunta respondida por Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.


Trabajo de transcripción realizado por Enrique Conde – Renacer Congreso – Montevideo – Uruguay.



Nos preguntan sobre la tristeza, la tristeza es parte inevitable de lo que sentimos durante un tiempo y no podemos rechazarla; nosotros hemos llegado a un punto tal de que no queremos aceptar los sentimientos que no nos gustan.

Todo es “compre ya…”, “llame ya…” “compre esto…” y hemos llegado a creer que hasta podemos “comprar” la ausencia o la cura de algunos sentimientos que no nos gustan, pero son nuestros, yo no puedo transferirle mi pena ni mi tristeza a otro, es mía, la tengo que vivir yo; ahora ¿por qué yo voy a estar contento de mis alegrías?, ¿por qué voy a querer mis alegrías y voy rechazar mis tristezas? son mías, tengo que quererlas porque son mías, tengo que vivirlas, tengo que aprender a convivir con ellas.

Todos rechazan la muerte, pero la muerte entró en nuestras casas, nos dejó una cama vacía, nos dejó un lugar vacío en la mesa ¿y vamos a convivir hasta el día de nuestra muerte con un enemigo? ¿vamos a vivir con un enemigo dentro de casa?, no podemos; tenemos que hacernos amigos; esa es una tarea, una tarea propia.

Los sentimientos son parte de la naturaleza del hombre y la naturaleza cambia, un día está nublado, otro día hay sol, a veces viene un temporal por varios días y después el sol siempre vuelve a aparecer y la tristeza, eventualmente, algún día se va, pero, mientras tanto, veamos qué experiencias, qué vivencias me deja la tristeza ¿cómo me cambia?, ¿en qué medida ese sentimiento que antes no lo tenía, en qué medida me cambia? ¿me hace más receptivo al dolor de los demás? entonces, bienvenido sea, ¿me hace más solidario? bienvenido sea.

Entonces, no es la tristeza en sí, sino lo que nosotros hacemos con la tristeza, podemos tirarnos en la cama, o podemos utilizarla para bien, eso depende de cada uno.

NUESTROS HIJOS, ESTRELLAS FUGACES QUE LLEGARON A NUESTRAS VIDAS Y NOS TOCARON PARA CAMBIARNOS

(Palabras de Alicia y Gustavo Berti en el encuentro de Huerta Grande por el 20 aniversario de Renacer)
Todos los modelos psicológicos sacando la logoterapia, se basan en la categoría “del antes” y “el después”.


Si usted va a un psicólogo y le dicen: “yo me siento mal”, le dicen: “a bueno, veamos ¿que le pasó antes?” Entonces, si hoy estoy mal es porque antes me pasó algo malo, si embargo, nosotros en Renacer, venimos a decir que la dimensión espiritual del hombre es aquella que nos permite trasformar esta tragedia en un triunfo, en un triunfo del espíritu humano, en un triunfo humano, entonces es un mensaje totalmente contradictorio al mensaje de todas las ciencias de la psiquis.

Eso también era una novedad y también era difícil, porque nosotros decíamos: no es necesario prestar atención a los sentimientos y a las emociones, son todas negativas, ya lo sabemos, no tengo que perder tiempo preocupándome de como me siento, tengo que utilizar toda mi energía para que el hermano que está sentado frente mío se sienta mejor, en el fondo, era el viejo dicho que también lo dijimos hace muchos años: “aquel que lleva la luz a los demás no puede separarla de sí mismo”.

Y decimos también “no soy el otro, pero no puedo ser sin el otro”.

Todas estas cosas nos iban llevando por un camino que iba muy lejos de la psicología, iba muy lejos del dolor, pero un camino que les decíamos aprovechemos esta oportunidad, porque nunca podemos volver a ser la misma persona después de perder un hijo.

Y analicemos esto, tengamos 30 años, tengamos 40 años, tengamos 50 años, tengamos la edad que tengamos, se nos presenta una nueva oportunidad en la vida, vamos a ser una nueva persona, la persona que éramos antes ya no somos, haya sido buena, haya sido mala, haya sido perfecta, haya sido como haya sido, ya no somos más, somos una persona en blanco, pero tenemos la posibilidad de elegir lo que queremos ser y eso no solamente es un desafío, sino que es una aventura, como Renacer fue una aventura.

Entonces, asumamos el desafío y la aventura de ser una nueva persona y elijamos en ese camino entre lo mejor y lo peor, porque podemos decidir, podemos elegir, no somos bebés recién nacidos, comenzamos una nueva vida pero ya con experiencia, ya podemos decir que es el bien, ya podemos decir que es el mal, ya podemos decir que es lo que queremos ser, entonces, a través de esa transformación interior, como dijo Moñi, y como dicen todos ustedes, la muerte de un hijo no va a ser en vano, esos hijos van a ser estrellas fugaces que llegaron a nuestras vidas, nos tocaron, se fueron pero nos transformaron, nos tocaron para cambiarnos, son pocas las veces en que la vida nos da segundas oportunidades.

viernes, 16 de abril de 2010

PAPÁS DE NUESTRO GRUPO DE SANTA FE Y ESPERANZA PARTICIPARON DEL 2do. ANIVERSARIO DEL GRUPO DE FRAY LUIS BELTRÁN

El pasado domingo 11 de abril algunos papás de nuestro grupo y del grupo de Esperanza viajaron hasta la localidad de Fray Luis Beltrán para participar de la inauguración de la Plaza, obra de los papás del Grupo Renacer de dicha localidad con motivo de cumplirse su segundo aniversario.
En el acto inaugural estuvieron presentes integrantes de grupos de Argentina, una mamá de Bolivia y una mamá de Colombia, público en general y autoridades del lugar.
Se plantaron árboles, se leyeron palabras alusivas a tan hermoso momento, se entregaron presentes y se culminó el acto con una emotiva suelta de palomas y globos en las que los papás en corazones de papel escribían un mensaje de Amor a sus hijos.
Luego participaron de un almuerzo, todo muy organizado donde se pudo ver el amor y la dedicación de los papás del Grupo de Fray Luis Beltrán hacia todos los invitados.
¡Feliz Aniversario!!! por muchos años más de seguir dando amor a tantos papás que van llegando!!!








miércoles, 14 de abril de 2010

"DESAPEGO: EL CAMINO HACIA LA TRANSFORMACIÓN"

El mayor ejemplo de desapego nos lo dan las abejas.


Después de construír las colmenas las abandonan. Y no la dejan muerta, en ruinas, sino viva y repleta de alimento. Dejan toda la miel que fabricaron de más, sin preocuparse con el destino que tendrá. Levantan vuelo hacia su próxima morada sin mirar atrás.

En la vida de las abejas encontramos una gran lección. En general el hombre construye para sí, piensa en el valor de la propiedad, ambiciona conseguir más bienes, sufre y pelea ante la inminencia de perder aquello por lo que “luchó” por conseguir.

“Dónde esté nuestro corazón, allí estarán nuestros tesoros…”

Por lo tanto, no puede haber Paz donde los pensamientos y los sentimientos forman una telaraña que atrapa al ser en lo que considera suyo. Esta telaraña no lo deja alzar vuelo hacia nuevas moradas. Y dicho impedimento vale tanto en la vida como en la muerte.

Prisionero en un plano denso, pierde oportunidades de experiencias superiores.

Para el hombre, es normal quitarle la vida a los animales y utilizarlos como alimento. También lo es derribar árboles para elaborar conservas con su médula. Compra todo preparado y más de lo necesario. En cambio las abejas fabrican su alimento sin destruír nada y, además, donan la mayor parte.

La lección de las abejas esta en su espíritu de donación. En un acto poco común de desapego, abandonan lo que les llevó una vida construír. Simplemente lo sueltan sin preocuparse por el destino que tendrá. Dejan lo mejor que tienen, sea para quien fuere, lo cual es muy distinto de donar lo que no tiene valor o dirigir la donación a nuestros preferidos. Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemos o por lo que no tenemos, debemos abrigar un único deseo: Transformarnos.

El ejercicio consiste en tener siempre presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas o personas, y que debemos soltarlas. De modo que, cuando algo o alguien tiene que irse de nuestra vida, no alimentemos la ilusión de pérdida. Tenemos que adquirir una visión más amplia.

El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo o a alguien.

El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuesta pérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo nuevo y bueno para nuestro crecimiento.

domingo, 11 de abril de 2010

LA PÉRDIDA DE UN HIJO

La pérdida de un ser querido es el suceso más estresante, y la de un hijo es la peor.
Es que en la muerte de un hijo, al dolor, la congoja y sensación de aniquilamiento afectivo hay que agregarle la vivencia de mutilación.

La mayoría de los padres viven este acontecimiento como la pérdida central de sí mismos y como la destrucción de las perspectivas y esperanzas del futuro.

La muerte de un hijo es considerada en todas las culturas un hecho antinatural y emocionalmente inadmisible. Es claro que ni siquiera existe una palabra para llamar a los que penan un hijo muerto.

En el 1er año del duelo aumenta el número de consultas al médico.

Mantener la pareja unida es todo un desafío, es importante permanecer lo más unido posible. Es indispensable poner en palabras lo que esta pasando para ayudarse mutuamente, porque es casi imposible pasar por todo este dolor y sobrellevar esta situación sin tu pareja. Es necesario decidir desde el comienzo mantener un diálogo que permita sincerar los sentimientos, las fantasías y los miedos de cada uno para evitar sentirse distanciados o incomprendidos. Ya que la relación de pareja represéntale mejor y mayor apoyo frente a la trágica pérdida.

Es imprescindible alejarse todo lo que se pueda de la gente desubicada que quiere “ayudar” en este momento tan difícil. Porque ellos no tienen ni idea de lo que hacer con respecto a este tema.

Lo cierto es que nada saben de los que nos pasa, tal vez por ello la muerte de un hijo es el evento más solitario y aislante en la vida de una persona.

Los padres dicen que los amigos se convierten en extraños y muchos extraños se convierten en amigos.

Lo mejor es aceptar la profundidad del dolor, como lo más normal de la experiencia más difícil que una persona pueda vivir.

Los grupos de autoayuda son un paraíso seguro para los padres que han perdido uno o más hijos. Porque comparten lo más profundo de la pena con otros que han pasado por los mismos sentimientos.

En el grupo se aprende que: No estamos enloqueciendo.

A sentirse solidario en un todo con lo sucedido.

A aceptar que les pasa lo mismo que a muchos otros.

A permitirse su propio duelo, sin imitar, ni comparar el propio dolor con las expectativas del otro.

A contener, apoyar y entender al otro.

A darse cuenta que si no permiten que se destruya la pareja, terminará por afianzarla.

LA MUERTE DE UN HERMANO

(Por Mauricio Rivera)
Es muy difícil hablar y mucho más escribir sobre el dolor más grande que puede embargar el corazón de un ser humano: la muerte de un ser querido.


Cada uno de los que estamos aquí, compartimos una pena en común, la muerte de un ser querido, un hermano… Cada uno de nuestros hermanos, en su paso por esta tierra, ha dejado un legado inolvidable para cada uno de nosotros, cada uno a su manera, única e irrepetible… Pero sin lugar a dudas han sido para nosotros un hermano/a ejemplar, lleno/a de amor, un amigo incondicional.

El Dr. Bianchi define el duelo como: “el proceso normal que sigue a la pérdida de lo inmensamente querido.”

Sin quererlo ni esperarlo hemos entrado a un proceso del que muy difícilmente saldremos por nuestros propios méritos y fuerzas. Un proceso lleno de altibajos, un camino incierto, que es producto de la pérdida que hemos experimentado. Pero que demanda una participación activa de nuestra parte, ésta expresada por aceptaciones y cambios personales, hay que tener muy en cuenta que para éste no existe un tiempo cronológico pre-fijado y que sería un grave error caer en un letargo, en una pasividad esperando que el tiempo nos dé una respuesta.

Don Gustavo Berti nos dice que lo importante no es el tiempo que pasa, sino que lo que hacemos con ese tiempo es lo que verdaderamente importa.

Por otra parte “Víctor Frankl sostiene que al hombre se le pueden arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”

La vida nos ha abierto una nueva brecha, nos ha marcado un nuevo camino por el cual orientar nuestra vida. Un camino, difícil, áspero, un nuevo escenario donde continuar con nuestras vidas que nunca será transformado en un jardín de Rosas, pero es posible trascender esta situación de penumbras e incertidumbre.

Renacer, es un grupo de mutua ayuda, orientado a tratar de logar, que ese valle de penumbras, áspero y difícil, sea cada vez un poco más transitable, basados en la mística y accionar de la logoterapia.

De manera personal considero que Dios también es parte fundamental de este proceso de duelo. Tener la certeza que si Dios ha permitido esto, el también nos dará la fortaleza, las armas y herramientas para soportarlo, citó unas palabras de la sagrada Escritura: “Pero Dios no les puede fallar y no permitirá que sean probados sobre sus fuerzas” I Cor. 10, 13.

Para ir finalizando quiero citar de nuevo a Víctor Frankl con las siguientes palabras: “El Amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo”

Es decir el amor que tenemos por cada uno de nuestros seres queridos, es el que nos hace trascender las fronteras del dolor y poder elegir que clase de duelo vivir, teniendo siempre presentes que ellos no se han ido de nuestro lado, mientras los recordemos y amemos estarán dentro de nuestro corazón y de ese lugar, ni la misma muerte nos lo pueden arrancar.

Quiero terminar con este poema que en lo personal me llena mucho,:

Lo que la muerte no nos puede quitar

La muerte ha tendido su sombra sobre este hogar,

Y nos ha entristecido profundamente.

Una voz se ha callado, un corazón se ha detenido,

Se ha ido la risa, la alegría se ha escapado.

El calor y la luz de la presencia del ser amado se ha desvanecido.

La cadena del amor ha perdido un eslabón vital.

La muerte se ha llevado un tesoro; y ha raído dolor, soledad y pena.

Y sin embrago hay tanto que la muerte no puede alcanzar,

Tanto sobre lo que no tiene dominio.

No nos puede quitar nuestro pasado:

Los años, los sueños, las experiencias que compartimos,

No nos puede quitar el amor que conocimos;

Porque está hilado al tapiz de nuestras vidas.

Continuaremos apreciando las lecciones que aprendimos,

Nos aferramos a la Sabiduría que continúa viviendo.

Siempre amaremos lo que hemos conocido.

La muerte no nos puede quitar nuestra confianza.

Dios nos dará fuerzas para soportar lo que debemos enfrentar.

No nos puede quitar el sostén de nuestra esperanza.

De que la oscuridad será vencida por la luz y las heridas sanarán.

La muerte no nos puede quitar la fe consoladora.

En que para Dios cada alma es preciada; ninguna se pierde.

Así, aún en la tristeza, te agradecemos, Dios, por nuestros recuerdos y nuestras esperanzas, por nuestra confianza y nuestra fe.

Porque creemos que éstos nunca se perderán.

La muerte no nos puede quitar esto y mucho más

LA AYUDA MUTUA: UNA RESPUESTA A LA VIDA

Suicidio Adolescente. Trabajo presentado por Susana Serra, mamá de Sebastián del Grupo Renacer Tandil en las jornadas de Suicidio Adolescente realizadas en la mencionada ciudad.


La muerte de un hijo no diferencia circunstancias. Tampoco existe un “dolorómetro” que dimensione cada situación. Enfermedad, accidente, crimen o suicidio son preguntas que la vida nos hace a los padres sobrevivientes de nuestros hijos. La tragedia nos plantea un dilema existencial : ¿Qué hago? Y es en la respuesta donde encontramos sí una diferenciación, involucrando nuestros más profundos sentimientos y valores.

En principio, la capacidad de respuesta es casi animal. Todo está a flor de piel. El dolor es total; es anímico, es físico, es espiritual . Duele el cuerpo y duele el alma. Es un dolor intangible, imposible de localizar. Es tan profundo el desgarro que bien puede llamárselo tortura. La razón se posterga al punto tal de sentir que nunca más podremos pensar con coherencia. Creemos enloquecer. El mundo gira alrededor y ya nada tiene importancia.

Toda lógica natural ha sido trastocada. Sueños, proyectos, vivencias anteriores se alternan con imágenes del momento de la muerte. Hay un antes y un después. Nada, absolutamente nada de lo que suceda en el futuro será igual o parecido. La referencia para cualquier episodio de nuestras vidas futuras será, sin duda, la presencia física del hijo que murió. ¿Estaba él entonces? ¿Ella aún vivía? ¿ fue antes o después de perder mi embarazo? Ellos serán hitos imborrables en nuestras vidas.

Parados en esta realidad buscamos excusas, evasiones que nos alejen de tanto sufrimiento y nos den urgente una respuesta. Sentimos que nuestro mundo ha estallado en pedazos y ya nada ni nadie podrá recomponerlo. La búsqueda de respuesta a los porqué se hace obsesiva y tortuosa: ¿ porqué a mí? ¿ porqué a nosotros? ¿ porqué a él? ¿porqué a ella?… Yo tuve la culpa…él tuvo la culpa…si hubiese hecho…si no hubiese hecho…etc…etc. Una espiral de preguntas que crece imparable, insoportable.

Nuestra conducta es incomprendida. Períodos de euforia alternados con etapas depresivas llaman la atención de nuestro entorno. Llanto descontrolado, tristeza, ira, malhumor, desinterés por las personas que nos rodean y más aún por el futuro del mundo. Nuestra vida es entonces esto de aquí y ahora. Esto que no queremos. ” quiero dormirme y no volver a despertarme” ” quiero morirme ahora” ” no puedo soportarlo” ” ES DEMASIADO, TENGO QUE HACER ALGO….” Y es en este “tengo que hacer algo” donde emerge íntegra la esencia humana.

Cuando se ha tocado fondo, cuando creemos que ya nada nos importa, cuando hicimos miles de preguntas y no hallamos respuesta, es allí cuando nuestra espiritualidad emerge y se manifiesta como la instancia superior del hombre.

La muerte de nuestros hijos nos ha mostrado la certeza de nuestra propia finitud y la necesidad de encontrar un sentido a nuestras vidas. Entonces ya no somos nosotros quienes preguntamos, es la vida que nos interroga. Ya no es el porque sino si no el para que de tanto sufrimiento. Y responder significa tomar decisiones libres y responsables, ya que nadie puede hacerlo por nosotros. En otras palabras: hacernos cargo de nuestras propias vidas.

Cuando ingresamos a un grupo de ayuda mutua, por una crisis existencial o por un sufrimiento espiritual, lo hacemos porque NO NOS GUSTA como nos sentimos, o como hemos sido, o como somos en ese momento. Esto implica desde el inicio un deseo consciente o encubierto, de una transformación interior, de ser distintos y sobre todo, mejores personas de las que hemos sido hasta entonces.

La transformación interior, cualitativamente orientada hacia lo mejor, se obtiene sólo en el cambio existencial logrado a través de experiencias trascendentales, experiencias que abren un camino hacia la espiritualidad., la que se podría definir como un estado de conciencia ampliado, donde permanecen todas las funciones habituales, más otras adicionales y en el que predominan los valores más caros del ser humano: el amor incondicional, la solidaridad, la compasión (sufrir con) y la bondad.

Cuando se logra salir de uno y sentir satisfacción por el bienestar del otro, el ciclo de la ayuda mutua se completa, aprehendiendo y aprendiendo que el hombre se ha completado como tal. A decir de Víctor Frankl : “ el hombre que se levanta por encima de su dolor para ayudar a otro ser que sufre, trasciende como ser humano”.



Suicidio: esa mala palabra



Celebrando el 20º Aniversario de Renacer, en Octubre de 2008, en Córdoba, sus fundadores Alicia y Gustavo Berti creyeron conveniente y coincidimos en redefinir la denominación de los Grupos Renacer. Así, Renacer como “grupo de ayuda mutua para padres que han perdido hijos” quedó superado por “ Renacer: grupo de ayuda mutua para padres que enfrentan la muerte de sus hijos”.

Y enfrentar la muerte de los hijos implica la aceptación del hecho como tal; sin eufemismos, ni engaños ni resignación. En principio, es habitual que los padres no puedan mencionar la palabra y prefieran llamarla accidente, desgracia o de cualquier otra manera para referirse al suicidio de sus hijos.

La culpa aparece con mucha fuerza en los momentos iniciales del duelo, emparentada más con la fantasía que con la realidad. La culpa por lo que hicimos o dejamos de hacer, nos detiene en el vano intento de modificar hechos que ya fueron, pensando en lo que podría haber sido en lugar de lo que realmente sucedió, como si así pudiéramos borrar la muerte. El autocastigo nos hace olvidar nuestra condición de padres amorosos atribuyéndonos una desmesurada importancia, partiendo de una reflexión omnipotente, arrogante al preguntarnos: “¿ Cómo yo no pude ser tan perfecto como para…?”. Sólo partiendo de esta irrealidad llegamos a la culpa. Partiendo, en cambio, de la aceptación de nuestra humanidad falible e implícitas limitaciones, reflexionamos sobre nuestros vínculos a la luz de la realidad y vamos mitigando la culpa, equiparando el suicidio con cualquier otra causa de muerte.

Renacer trabaja también la culpa a partir del reconocimiento de la inevitabilidad del hecho. A la pregunta: ¿Podemos hacer evitable el suicidio de nuestros hijos? Respondemos que no lo pudimos hacer (tiempo pasado); pero sí podemos ( presente y futuro) hacer que nuestra vida sea distinta, incluso mejor, elaborando sanamente el duelo. Para ello consideramos indispensables cuestiones como: no idealizar, ni admirar, ni victimizar, ni juzgar al hijo por su condición de suicida, sino amarlo, respetarlo y aceptarlo aún en su decisión de morir.

Así, la actitud que nosotros asumamos será referente no sólo para nuestras familias sino también para toda la sociedad. Por ello, por ellos y por nosotros hoy estamos aquí.

Muchas gracias.


Grupo Renacer Tandil

(02293) 44-7918

Mail: nuestroshijostandil@yahoo.com.ar

viernes, 9 de abril de 2010

UN HERMOSO RELATO PARA COMPARTIR

Un aporte de Silvia, mamá del grupo Renacer Esperanza ¡Gracias!

"NAVEGANTES"


Hace un tiempo me llegó un escrito en el que se refería a los seres humanos como navegantes en las aguas de la vida. Me pareció que esta imagen podía servir para graficar un poco más, este viaje en el que nos embarcaron nuestros seres queridos que partieron, y en el que cada uno de nosotros va trazando su propia ruta. Si queremos llegar a buen puerto, es importante fijarnos metas, y así no sentirnos como una embarcación a la deriva del sufrimiento y los recuerdos que nos atormentan, sin saber hacia donde avanzar. Contamos para esto, desde lo interno, con nuestra propia esencia, es decir con todos los recursos propios, que no siempre sabemos valorar y aprovechar. Desde lo externo, una de las posibilidades es Renacer. Cuando estamos debilitados porque el dolor es muy intenso, nuestra barca es llevada por la fuerza de los vientos y las corrientes, sintiendo como que un fuerte imán nos arrastra hacia el pasado. Algunos, a veces, pueden en medio de la tormenta, olvidar el sentido del viaje. Otros, con mucho coraje, se atreverán a enfrentar temerariamente los desafíos. Están también los que buscan mares más tranquilos, aguas calmas donde dejarse mecer, pero sin rumbo fijo y a la deriva. Y en este viaje imaginario, hay embarcaciones con tripulación de apoyo, y hay navegantes que, desde la experiencia vivida, están deslizándose por los mares, haciéndonos saber que no estamos solos y que tenemos donde buscar ayuda. La búsqueda de todos, en definitiva, es un mismo destino: de paz interior y amor, donde encontrarle un nuevo sentido a nuestras vidas.

Al principio del duelo pensamos que somos navegantes aislados, hasta que nos damos cuenta que esto no es así, que hay otros marinos alrededor para participar juntos de este viaje. Nuestro ser permanece en un estado de confusión y de sentimientos encontrados. Podemos quedar varados en esta etapa y aún mas, echar anclas, tener la vivencia de haber perdido nuestra capacidad de amar y de disfrutar de la vida. Pero hoy nos atrevemos a afirmar con certeza, aunque a alguno de ustedes les parezca imposible en este momento: que en la medida que nos lo proponemos y decidimos querer estar mejor, esto se puede lograr. Lo van a escuchar permanentemente de los compañeros de grupo que ya lo han experimentado. Y si elegimos avanzar, debemos saber pedir ayuda cuando lo necesitamos, perdonarnos y perdonar, manifestar no solo la tristeza, y las broncas sino también los momentos buenos, aunque sean fugaces. Cambiar el "no puedo", por "lo voy a intentar", aunque más no sea en las pequeñas cosas, y poco a poco irnos atreviendo cada vez a más. Y cuando a través del compartir, por ejemplo, podemos comenzar a brindar ayuda a quienes la necesitan, o llevar información y energía de un lugar a otro, es que se va disipando la bruma que nos impedía ver mas claramente el objetivo. Es cuando ayudamos, que estamos en una ruta más veloz y más gozosa. Tenemos la posibilidad de valorar que al cambiar nuestra visión de la vida, al no juzgar ni competir; al no enfrentar y si, abrazar en el afecto, aún en las diferencias, al otro; y al dejamos abrazar por él, nos volvemos más concientes del amor, y es lo que nos va marcando el rumbo.

Así, nos seguimos enriqueciendo con los logros obtenidos en el devenir de este difícil aprender a vivir sin ellos. Para poder llevar a buen término el logro de este aprendizaje desde Renacer, es importante el compromiso que asumimos con nosotros mismos, con los demás y con el trabajo que ello implica. Porque el sufrimiento es uno de los aspectos de la vida más difíciles de sobrellevar, pero está en cada uno de nosotros la decisión de que calidad de vida queremos, para lo cual buscaremos los puertos que nos permitan alcanzar nuestro propósito.

Por el sufrimiento seremos mejores o peores personas, pero ya nunca seremos los mismos que antes, la elección es solamente nuestra. Uno siempre elige, no se puede no elegir...

A veces en este proceso de crisis existencial, nos tienta el deseo de renunciar a todo aquello que es justamente lo que más necesitamos. A eso lo llamo "sabotearnos". Es lo que a menudo sucede con la fe, dicen que tener fe es esperar con esperanza, son creencias no certezas, y en esto también podemos elegir en que queremos creer. Rechazar la fe significa de alguna manera ponernos a merced de nuestros miedos. Tarea ineludible: aprovechar todo lo positivo y ponerlo en práctica, de nada sirve solo declamarlo.

La decisión es nuestra. Podemos valorar solo lo que nos falta, o podemos optar por valorar también lo que sí tenemos, por ejemplo nuestra propia vida. Y la podemos vivir plenamente en la medida que nos lo propongamos, con todo lo que ella implica, con alegrías y tristezas, como se vaya presentando. Tratando de aprender cada día mas, de hacernos menos preguntas que sabemos que no tienen respuesta, viviendo lo mejor que podemos, sabiendo que también debemos tenemos paciencia, que la paz que necesitamos no se logra mágicamente, sino que es un trabajo interior diario y permanente. No es fácil pero se puede hacer.

Dice Víktor Frankl que nada puede ayudar mas a una persona a superar o soportar los pesares, que la conciencia de tener una tarea en la vida.

Sabemos que es mucho lo que todavía podemos hacer por nuestros amores que partieron, rezándoles, enviándoles desde el corazón todo nuestro amor, y sobre todo trabajando para ser mejores personas. ¿No les parece que esto solo es en sí mismo un gran proyecto? Es en el comprometemos en una actitud activa ante lo que nos sucedió, es en lo cotidiano de cada día, que está nuestro trabajo. Poder pedir ayuda cuando lo necesitamos, el llamado telefónico que hacemos o la lectura puede ser un bálsamo a nuestro dolor. Es también en el instante que podemos tenderle una mano quien lo necesita, porque sabemos lo que se siente, y lo comprendemos, que nos olvidamos de nuestro propio dolor trascendiéndolo, para pensar en el del otro, y avanzamos, para sin culpas, volver a disfrutar de las cosas lindas que tiene la vida. Y en ese camino que transitamos todos juntos dentro de Renacer, encontramos que para algunos el grupo es un proyecto en sí mismo; y para otros es el generador de su propio proyecto individual.

La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista.

Amor, entrega, sentir, conocernos, crecer; cuando nos lo permitimos se produce un intercambio tan intenso que es el mejor estímulo para seguir adelante diciéndole "Sí a la vida a pesar de todo".

Graciela Canteros

jueves, 8 de abril de 2010

LOS PAPÁS DEL GRUPO RENACER SANTA FE SALUDAMOS AL GRUPO DE ESPERANZA EN SU CUARTO ANIVERSARIO

¡FELIZ ANIVERSARIO RENACER ESPERANZA!!!!!

Por muchos años más de transmitir el hermoso mensaje que nos dejaron nuestros hijos, el mensaje de AMOR, ese Amor que se vuelca a la vida con toda su tragedia y su belleza!!!

Un fuerte, fuerte, fuerte abrazo y besos enormes para todos!!!!

SALUDOS DESDE URUGUAY

Papás uruguayos enviaron este saludo a los papás del Grupo Renacer Esperanza que hoy celebran su cuarto aniversario

Queridos hermanos de Renacer Esperanza:

Que el mensaje de Renacer siga iluminando vuestro camino hacia una vida plena, en homenaje a nuestros hijos.

Ellos esperan de nosotros el máximo esfuerzo, el mismo que les prodigábamos cuando estaban a nuestro lado, y de la misma manera que entonces nos colmaba de felicidad, también hoy podemos recibir el fruto de nuestro esfuerzo, producto de una vida digna en su homenaje.

Que la paz inunde vuestros corazones.
Ulises, Ana y Enrique

miércoles, 7 de abril de 2010

CARTA DE UNA PERSONA EN DUELO

He sufrido una pérdida terrible y me siento anonadada. Me va a llevar tiempo, quizá años, recuperarme de esta pena tan tremenda.


Es posible que durante un tiempo llore mucho, pero mis lágrimas no serán síntoma de debilidad o de falta de esperanza, o de fe. Son símbolo de la profundidad de mi pérdida, pero también signos de que me estoy recuperando.

Puede que me vuelva irritable sin razones aparentes. Mis emociones están muy sensibilizadas por el estrés de la pérdida. Por favor, perdona si a veces me muestro un tanto irracional.
Necesito tu comprensión y tu presencia más que nunca. Si no sabes qué decir, simplemente dame un abrazo o hazme una señal que me permita saber que te preocupas por mí.
No esperes que te llame. Estaré tan cansado, tan exhausto, que ni se me ocurrirá pedir la ayuda que necesito.
No me permitas echarte de mi vida. Te voy a necesitar más que nuca durante estos meses, durante este primer año.

Puedes rezar por mí, especialmente si te hace sentirte mejor a ti, pero no me obligues a sentir lo mismo. Ni tu fe ni la mía me van a evitar todo el proceso de duelo.

Si has sufrido alguna experiencia de pérdida similar, por favor compártela conmigo, no me vas a hacer sentir peor.

Esta pérdida es lo peor que me ha pasado nunca, pero la sobrellevaré y viviré de nuevo. No siempre me voy a sentir siempre así. Volveré a reír.

Gracias por preocuparte de mí. Tu desvelo es un gran regalo para mí.

RENACER ESPERANZA CUMPLE SU CUARTO ANIVERSARIO

El día 8 de abril, cumplimos 4 años de la creación de grupo aquí en Esperanza y reuniones ininterrumpidas los segundos y cuartos sábados de cada mes, a las 17:30 hs. en la Escuela Centenario de la Colonización.


Con este motivo, estamos organizando un almuerzo para el día 24 de abril, en el salón de SOIC, haremos una tarjeta bien económica que incluye el asado, las ensaladas, el pan, y la torta de cumpleaños, $ 20.- deberán traerse la vajilla, tendremos disponible para comprar bebida, aunque si desean se la pueden traer. También les pedimos que traigan algún presente porque hacemos sorteos y qué lindo que cada uno pueda llevarse un regalito... Por supuesto que también pueden traer el mate y algo dulce para la tarde.

Para confirmar asistencia deben comunicarse con la Sra. Silvia Dobler de Gasser al tel. 03496 422137

lunes, 5 de abril de 2010

CAMINAMOS DE LA MANO DE NUESTRO HIJO

Por Ana y Enrique Conde, de Renacer Congreso, Montevideo, Uruguay

Cuando perdemos un hijo nos invade una nube de dudas y no sabemos que hacer con un dolor que nos parece que fuera más de lo que podemos contener; eso es lo que nos pasó hace hoy 16 años al partir Enriquito un 16 de setiembre.


Muchos papás y mamás empezamos a odiar a las túnicas blancas, cerramos puertas y ventanas, muchas veces apagamos la televisión, dejamos de escuchar la música que escuchaban nuestros hijos, las madres no cocinan más aquellos platos que tanto les gustaban a nuestros hijos, muchos toman la cama y no quieren levantarse, no vamos más a los cumpleaños de los familiares y amigos, muchas madres andan, ahora, desarregladas con luto en sus caras y padres que andan por la calle como si estuvieran buscando moneditas en el piso y es como si dijéramos que nuestros hijos nos han arruinado la vida...

Pero un día escuchamos una palabra: “Renacer” y con aquella angustia en nuestro corazón llegamos por primera vez a una reunión de Renacer.

Allí empezamos a escuchar palabras que jamás habíamos escuchado.

Oímos decir que la partida de nuestro hijo es un hecho del pasado. Y nosotros nos habíamos estancado en aquella fecha, en aquel día, en aquella hora... pero, para Renacer, la partida de nuestro hijo era un hecho histórico, un hecho del pasado, y nuestra vida es desde aquí para adelante...

Que aquellos ¿por qué? que nos habíamos hecho, ¿por qué a mí? ¿por qué a nuestro hijo? ¿por qué ahora que estaba lleno de esperanza, lleno de proyectos? u otras preguntas similares que millares de padres se han hecho en el mundo, jamás han tenido respuesta.

Que no somos nosotros los que tenemos que preguntarle a la vida, sino que es la vida la que nos pregunta a nosotros: tú padre, tú madre ¿qué vas a hacer con tu propia vida ahora que no tienes a tu hijo? nuestros hijos eran para siempre, pero la vida, el destino o lo que fuere, nos ha enfrentado a tener que vivir sin ellos.

Escuchamos decir que nuestro hijo no merece que lo tratemos como nuestro verdugo, que nuestro hijo puede ser nuestro guía para caminar con ellos de la mano... como expresa el lema de Renacer San José.

Y nos hablaron de Víctor Frankl, que nosotros no somos lo que la vida nos da, pues si fuéramos lo que la vida nos da, tendríamos que estar arrastrándonos por el piso como dice una madre: “yo, llegué a Renacer no por el piso, llegué por debajo del piso...”, pero Víctor Frankl dice que el hombre no es aquello que la vida le da, sino que el hombre es aquello que cada uno le da a la vida, y promueve en nosotros la pregunta ¿qué le vamos a dar a la vida en homenaje a nuestros hijos?

También Víctor Frankl, dice que se puede definir al ser humano como aquel ser, único en el universo, que es capaz de oponerse a aquello que lo condiciona. Y la pérdida de un hijo nos condiciona y nos hace pensar que debemos vivir permanentemente amargados por esa circunstancia y que reír es traicionar su memoria y estas palabras de Víctor Frankl nos dan esperanza pues descubrimos que como seres humanos tenemos la capacidad de oponernos a aquello que nos determina.

Al principio no entendemos ese nuevo lenguaje: que podemos cambiar de actitud... de no perder la esperanza... que no somos lo que la vida nos da...

Esas palabras no entraban en nuestro lenguaje, pero luego, como el agua mansa que penetra y fertiliza la tierra, el mensaje de Renacer va penetrando, también como agua mansa, en nuestros corazones.

Un padre dijo una vez “yo fui recogiendo herramientas en el camino, mientras iba una y otra vez a las reuniones de Renacer; al principio no podía entender aquello de que mi hijo era un hecho histórico en mi vida y no quería volver a las reuniones, pero un día me di cuenta que sí, que tenía que vivir el resto de mi vida aceptando que aquello había sucedido y ahora les digo que no importa cuantas veces oigan repetir esas cosas, yo estoy en Renacer por haberlas oído repetir”.

Cada uno de estos pensamientos de este nuevo lenguaje, fue calando hondo en nuestros corazones y entonces, empezamos a darnos cuenta que podemos caminar de la mano de nuestros hijos como guías y maestros.

¡Como no vamos a caminar de la mano de nuestros hijos si nos han enseñado una cantidad de cosas!

Nos han enseñado a no tenerle miedo a la muerte, si él ha pasado ese trance, empezamos a darnos cuenta que todas esas cosas que nos pasaban en la vida diaria en la cocina, en la calle, en la oficina no tienen importancia; si hemos perdido un hijo ¿qué más nos puede pasar?

Nos sentimos más tolerantes y en cada paso podemos aplicar lo aprendido en Renacer: que frente a aquello que no podemos cambiar, podemos cambiar de actitud, porque ante cualquier incidente que tengamos, ante cualquier pequeño percance que tengamos o cualquier contrariedad, también es un hecho del pasado y también a cada instante tenemos la oportunidad de cambiar nuestra actitud y ¿en homenaje a quién hacemos el cambio de actitud? en homenaje a ese hijo que ya no está con nosotros ¿cómo no lo vamos, entonces, a homenajear a cada instante?

Entonces, cuando salimos a la calle, cuando nos enfrentamos a los problemas que surgen en la calle, en la casa o en la oficina, en esos momentos podemos, en homenaje al hijo, cambiar de actitud.

A veces pensamos en nuestros hijos como que están allí en la cama del hospital, en el lugar del accidente, o donde se quitaron la vida, o fueron agredidos, ellos no están allí, ellos no están en el pasado, están en nuestro futuro, cualquiera sea la creencia que cada uno tenga sobre a donde nosotros mismos vamos a llegar el día que tengamos que pasar ese trance, porque lo vamos a tener que pasar, nuestros hijos están allí esperándonos.

Renacer es un acto de fe, un acto de esperanza...

¿Y cómo hemos de cubrir nosotros el tránsito entre hoy y el día que nos toque partir?

En Renacer nos empezamos a dar cuenta que tenemos que vivir una vida digna por ese hijo que partió, pues se lo merece, pero también tenemos que vivir una vida digna por nosotros mismos como seres humanos y Renacer nos recuerda que la vida nuestra es de aquí para adelante, no la podemos dejar en el pasado.

Comprendimos que Renacer no es el paño de lágrimas donde vamos a descargar todo nuestro dolor y menos aún trasmitir ese dolor a los demás, por el contrario, es el ámbito para trasmitir este nuevo lenguaje que contiene esperanza y compromiso.

El mensaje de Renacer podría reducirse a muy pocas palabras y decir que el mensaje de Renacer es una opción; o dejarnos llevar por las emociones y terminar arruinando nuestra propia vida y la de quienes nos rodean o asumir una actitud positiva y vivir una vida digna por nosotros mismos, por todos los que nos rodean, en homenaje a ese hijo que ya no está físicamente con nosotros, que es como una estrella fugaz que ha pasado por nuestras vidas para transformarnos.

Entonces nuestra vida empieza a cambiar.

Esa es la opción que muestra Renacer; por un camino seremos peores personas, por el otro seremos mejores personas.

No será nunca motivo de vanidad sentirnos mejores personas, pues el verdadero sentido de ser mejores personas es sentirse mejores personas que uno mismo, no mejores que los demás, no nos vamos a comparar con los demás, nos tenemos que comparar con nosotros mismos.

Hoy recordamos a Enriquito, como la estrella fugaz que pasó por nuestras vidas para transformarnos, quien nos trajo de la mano a Renacer, porque no queríamos seguir viviendo como estábamos viviendo.

¿POR QUÉ VIVIR LA VIDA COMO MEJOR PERSONA?

"Hay un símil que grafica la situación del hombre después de la muerte de un hijo.


Digamos que en la mano izquierda llevamos el platillo de una balanza donde están las cosas dolorosas de nuestra vida y en la otra mano llevamos el platillo donde están las cosas positivas de la vida.

Para quien tiene que hacer su viaje por la vida con un platillo de la balanza sobrecargado por las realidades, ya sean biológicas, psicológicas o circunstanciales, que la vida le ha deparado, perece evidente que la mejor forma de ayudarlo no es aliviar el platillo de su destino, hecho por sí imposible de llevar a cabo, sino cargando el platillo de lo que él ofrece a la vida mediante la realización de posibilidades que cumplan la triple condición de ser bueno para la persona, ser bueno para los demás y ser bueno para la vida misma.

Así transita el hombre por la vida como una balanza, donde en un platillo tiene las cosas que el destino le entrega al hombre y en el otro platillo están las cosas que el hombre le entrega a la vida.

Esta imagen es una forma muy gráfica de mostrar como se puede empezar a vivir la vida para ser una mejor persona.

En síntesis, en un lado lo que el hombre recibe y del otro lado lo que el hombre devuelve a la vida.

Cuando muere un hijo, cuando muere un hermano, cuando muere un ser muy querido, el platillo de lo que el hombre recibe de la vida se torna muy pesado y nos inclinamos para ese lado y si pretendemos seguir caminando de esta manera, eventualmente nos quedaremos doblados y así andaremos por la vida.

El platillo de las cosas dolorosas se colma y nos hace contorsionar para sostenerlo, pero así no se puede andar. ¿Cuántos de ustedes han estado caminando así?

Todos ¿no es cierto?

Si me vuelvo una persona negativa, una persona avinagrada, una persona agria, voy a seguir cargando el platillo de las cosas negativas y eso me va a quebrar existencialmente y me va a sumergir en un pozo del cual me va ser muy difícil salir; ese es un camino.

Ustedes habrán visto personas que tienen 20 – 30 – 35 años de duelo que tienen un rostro que da terror, que no hablan con nadie, que no salen de sus casas, que se han vuelto, realmente, pickles en vinagre.

El camino para volver a caminar derecho por la vida, es el cambio existencial, poniendo en el otro platillo de la balanza las mejores cosas; es la única opción porque no se puede quitar lo que ya la vida nos deparó, la única solución para llegar al equilibrio es poner peso en el otro platillo, es decir, donde están las cosas que nosotros devolvemos a la vida.

De las cosas que el hombre puede devolver a la vida, las cosas que tienen mayor peso, son las cosas valiosas; no tienen peso las lágrimas, los llantos, las broncas, los enojos, solamente las cosas buenas que el hombre devuelve a la vida, hacen que ese platillo comience a tener más peso y cuando ese platillo tenga suficiente peso, la vida del hombre vuelve a balancearse.

Entonces, para volver a caminar derecho, luego de perder un hijo, lo que importa es lo que devolvemos a la vida, es lo que hace que los platillos se equilibren, no es lo que ponemos en el otro, pues cada vez que ponemos algo en el otro, lágrimas, llanto, bronca, enojo, aislamiento nos doblamos más.

¿Qué podemos poner en el platillo de suficiente peso para volver a equilibrar nuestra vida?

¡Amor!

En el fondo, si la pérdida de un hijo sirve para que nosotros seamos personas más solidarias, más compasivas, más receptivas al dolor de los demás, entonces esa pérdida habrá adquirido sentido, no será más una pérdida en vano, esa es la clave.

En los caminos que se abren para optar, tenemos cosas valiosas para dar por la vida y tenemos en nombre de quien darlas porque podemos darlas en nombre de nuestro hijo y hacer que el recuerdo de nuestro hijo perdure en la vida.

En el futuro están todas las posibilidades, de las cuales tenemos que elegir aquellas que tengan sentido. Y ¿cuáles son las opciones con sentido?

Aquellas que sean buenas para mí, buenas para los que me rodean y buenas para la vida; si no cumplen esta triple condicionalidad, no es una elección plena de sentido.

Tenemos todas las posibilidades; se nos abren caminos increíblemente luminosos.

Sepan que es así, debemos abrirnos a esas posibilidades, tenemos que abrir los ojos, abrir el corazón y abrir la mente para descubrir que detrás de este dolor que hoy muchos de ustedes están sintiendo, sepan que ahí no se agota todo.

Si se eligen opciones contrarias al sentido voy cargando el plato izquierdo de la balanza, entonces cuando se elige hay que pensar si esto que voy a hacer es bueno para mí, si va a ser bueno para mi familia y si tiene valor para la vida; si es así lo hago, si no, no lo hago.

En consecuencia, tenemos que pensar muy bien que es lo que vamos a entregar a la vida, ¿o no?; nos damos cuenta entonces que lo que el destino nos ha brindado es una realidad de la vida que si bien es cierto que no podemos cambiar, nos queda a nosotros decidir que vamos a hacer con el dolor que me ha producido la pérdida de un hijo.

Ya que lo que pasó no lo puedo cambiar, tengo que pensar qué valores tengo que agregar para que mi balanza se enderece y pueda caminar por la vida derecho, tengo que ponerle más peso existencial, más esfuerzo y trabajar con valores; dedicar mi vida a vivir con valores, entonces uno tiene que pensar cuáles son los valores que vale la pena ser vividos y vivir con esos valores.

Cuando hacemos eso, vamos enderezándonos de nuevo, pero no es que la vida sea más liviana, sino que vamos caminando derechos.

Eso es lo ofrece Renacer, porque Renacer da la oportunidad de estar frente a otra persona que sufre y que me necesita y queda para mi decisión si voy a ayudar o no a esa persona; si frente a mí hay un hermano que me necesita, la pregunta es si lo voy a ayudar o no y si lo voy a ayudar ahora o no; es así: primero, si lo voy ayudar, luego cuándo lo voy a ayudar.

Esas preguntas las tengo que responder en mi corazón y sé que si no respondo esas preguntas, la balanza seguirá torcida.

De la misma manera, sé que si yo hago un esfuerzo y dejo de lado mi dolor, mi pena, mi tristeza, mi culpa y todas las cosas de las que me quejo, para brindarle al hermano que sufre, una sonrisa, un gesto de afecto, un gesto de amor, esa balanza se equilibra, sabiendo que para ayudarlo tengo que dejar de lado mi dolor y entonces mi hijo cada vez estará más presente en mí.

Es ahí cuando me doy cuenta qué es lo que tengo que hacer y cómo tengo que vivir para vivir bien.

En cada gesto de amor, en cada palabra de ayuda, en cada sonrisa que le dedico a la persona que sufre, cada vez más presente, con más fuerza, está Nicolás.

Con cada uno de estos actos la dimensión existencial de Nicolás crece y lo estamos haciendo a raíz de la partida de Nicolás, no antes.

Aunque hayamos sido de esa manera antes, ahora tiene una calidad agregada, ahora hay algo agregado, ahora uno se da cuenta que cuando tiene un gesto así, lo tiene de corazón, no lo tiene por compromiso, no es como antes.

Esa es una manera de recordar a un hijo y hacer que la dimensión existencial de ese hijo, no importa cuan breve haya sido, se acreciente con cada palabra de aliento o de esperanza que sale de nuestros corazones, pues adquiere más valor con cada gesto nuestro, con cada actitud nuestra que nazca del corazón.

Otro camino nosotros no conocemos.

El camino que hemos mostrado es el camino de la plenitud existencial, es el camino en el que uno considera que la vida vale la pena ser vivida.

Esto es lo que nosotros queremos trasmitirles a ustedes y eso es lo que nosotros quisiéramos que ustedes acepten y que tomen como parte del Mensaje, porque eso es Renacer.

Renacer es el lugar donde vamos a dar lo mejor de nosotros en nombre de todos los hijos que con su partida han contribuido a despertar espiritualmente a tantos padres, ayudando a hacer seres solidarios y compasivos, receptivos al dolor de los que sufren, y todo esto, sólo y únicamente por nuestros hijos, los que han partido y los que aún están físicamente con nosotros.

Esto es amor, es ese amor incondicional que ni siquiera necesita de la presencia física del ser amado; así, una vez más, casi sin proponérnoslo, hemos llegado al único mensaje que nuestros hijos nos dejan: Amor.

Y cuando este amor se vuelca a la vida, con toda su tragedia y su belleza, la vida misma nos protege, nos defiende y poco a poco nos damos cuenta que somos parte de ella, que nada sucede porque sí y que, finalmente, estamos en paz con la vida misma.”