A pesar de todo... Sí a la Vida

A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



sábado, 26 de junio de 2010

LO REALMENTE VALIOSO ES EL HECHO DE AYUDAR A OTRO SER SUFRIENTE

Extracto de la carta de Alicia y Gustavo Berti titulada “Renacer no debe terminar siendo un grupo de duelo” del 15 de abril de 2010.


Ese camino final de humanización que propugna Renacer se basa en la dedicación al Otro cuya presencia me reclama en un grito silencioso que pide “no me abandones en mi dolor” llamado ante cual no podemos permanecer impasibles a riesgo de desprendernos de nuestra propia humanidad, y es en respuesta a esta llamada que surge la ayuda mutua que es parte indisoluble del ser humano y que el hombre—particularmente en sus grandes crisis— al vivir su vida no sólo que ex-siste (vive) sino que además ex-plica (desenvuelve)la ayuda mutua, aunque no pueda definirla y menos aún conocerla como tal.

Hemos trabajado en la búsqueda de un marco referencial adecuado para facilitar la reproducción de la experiencia sin que medie la presencia de los creadores y hemos comprobado que la Logoterapia y el Análisis Existencial de Viktor Frankl son los más adecuadas para esta tarea. El propio Frankl, en su libro “Psicoanálisis y Existencialismo”, afirma que “la Logoterapia guarda relación, por lo común, con hombres que sufren espiritualmente, pero que no deben ser considerados como enfermos en sentido clínico”

Inicialmente los grupos se llamaron de autoayuda, pero a medida que transcurrió el tiempo los integrantes comenzaron a darse cuenta que lo realmente valioso era el hecho de ayudar a otro ser sufriente, que en la medida que se preocuparan mas por el dolor del otro menos intenso era el propio y concluyeron que “el alivio” de su dolor era el resultado de la ayuda al otro, aún cuando inicialmente había sido la meta inicial. En palabras de Levinas “No soy el otro; no puedo ser sin el otro”

RECONOCIMIENTO A LOS PADRES DE BEBÉS FALLECIDOS

(Por Carmen Velardi de Zorzoli-Mamá de Renacer Buenos Aires)


A los padres que hemos perdido hijos pequeños adolescentes o adultos nos resulta difícil, en un primer momento, comprender el dolor que experimentan los papás que sufren la pérdida de un bebé nacido sin vida, de pocas horas, días o meses, o aún en gestación.

-Sin- darnos cuenta y sumergidos en nuestro dolor, creemos que nuestro sufrimiento es muchísimo más grande, sin pensar que el dolor por la pérdida de un hijo no puede medirse por sus edades.

A través de tantos testimonios escuchados en el grupo, pude comprender que así como la forma en que mueren, al tiempo deja de tener importancia, las edades de nuestros hijos no influyen en la intensidad de nuestro dolor.

Esas mamás y papás con pérdidas de bebés se acercan a Renacer buscando lo mismo que buscamos todos: Ayuda y Contención para transitar el duelo.

Sus testimonios nos hablan de la desprotección que sufren en su entorno familiar y de amigos que, a veces, acuerdan un pacto de silencio o presionan para que se recompongan rápidamente, creyendo que al ser hijos que han vivido tan poco tiempo, deben ser olvidados.

Escuchamos frecuentemente que les dicen frases como: “Son jóvenes”, “Ya tendrán otros hijos”, ‘Tienen la vida por delante”…

¿ Es que acaso por ser jóvenes se sufre menos?

¿ No podríamos pensarlo a la inversa, que justamente por ser jóvenes se está menos preparado para un dolor así?

¿ Pueden otros hijos reemplazar al que se fue?

¿ Qué se quiere decir con tener toda la vida por delante?

Esos hijos que ya no están, cualquiera sea su tiempo de vida, fueron concebidos con amor, fueron amados antes de nacer, desde el primer momento se elaboraron proyectos, expectativas, ilusiones.

Han pasado fugazmente por la vida, pero esos padres quedaron al igual que nosotros con un montón de esperanzas truncas.

Ayudémoslos con nuestro amor y nuestra comprensión para que encuentren el camino que vinieron a buscar. No nos equivoquemos discriminando su dolor, pues nadie posee la vara para medirlo.

Abramos nuestros brazos para que encuentren refugio y puedan con nosotros decir :”SI A LA VIDA A PESAR DE TODO”.

viernes, 25 de junio de 2010

¿POR QUÉ ESTAMOS EN RENACER?

Por Alicia y Gustavo Berti
“La mayoría de los padres dolientes que se acercan a Renacer, lo hacen porque no les gusta la forma en que están viviendo sus vidas, esto implica un deseo, consciente o no, de lograr una transformación interior de ser, de alguna manera, diferentes.


Se acercan no sólo porque han perdido un hijo, sino, porque habiéndolo perdido, no quieren seguir viviendo como lo están haciendo, es decir, que se dan cuenta que necesitan un proyecto de vida, pues no todo termina cuando se va un hijo, más bien, muchas cosas comienzan cuando se va un hijo, la tarea es descubrir qué es lo que comienza en la vida después que se va un hijo, qué es lo que comienza que valga la pena, qué es lo que comienza que tenga el mismo valor que ese hijo que se fue, ese es el desafío para todos nosotros.

¡Cuánto tenemos todavía para vivir! ¡Cuánto valor hay todavía en la vida! ¡Cuánto para hacer, para dignificar y para proteger la vida! Comencemos a hacerlo ya, si no lo hemos hecho antes y, si ya lo hicimos, sigamos haciéndolo; no nos quedemos cortos, porque nuestros hijos, los que están, los que no están, los que nos rodean, todo, la vida merece nuestro mejor esfuerzo siempre y por toda la vida.

Cuando parte un hijo, de repente, uno se encuentra aislado, solo con su dolor, solo consigo mismo, todo cambió; se rompió la conexión con el mundo, se rompió la conexión con el otro, se rompió el puente que nos unía al mundo y a los demás.

Entonces, tenemos que volver a construir ese puente que nos va a llevar otra vez a relacionarnos con el mundo y con los demás.

Construimos ese puente cuando nos acercamos al otro, cuando renunciamos a algo que es del propio yo, cuando renunciamos a lo que sentimos, cuando renunciamos a como estoy, por los demás.

Cuanto más pronto consideremos qué piensa y siente el otro, mejor nos vamos a sentir.

Cuando renunciamos a nuestro yo, por algo que no es nuestro yo, estamos renunciando a algo menos elevado, por algo más elevado y lo haremos por aquellos que nos necesitan y, en última instancia, lo haremos por ese hijo que nos está diciendo: ¿eso es todo lo que puedo esperar de ustedes?

Yo sé que eso no es todo lo que mi hijo espera de mí y sé, igualmente, que ninguno de sus hijos esperaría de ustedes la línea del menor esfuerzo.

Yo elijo lo que voy a hacer con mi vida, yo elijo como voy a llevar mi dolor, si lo voy a llevar buscando moneditas por el suelo o lo voy a llevar con dignidad porque así se lo merece mi hijo, porque así se lo merecen los hijos que me quedan.

La tristeza viene sola, la podemos cultivar como una manera de ser en el mundo, viviendo a medias, también podemos vivir así toda la vida, pero ¿Quieren, realmente, vivir así?

Yo quiero renunciar a esa manera de vivir, por una mejor manera y lo hago por todos, lo hago por ellos, lo hago por los que me rodean y lo hacemos cada día de nuestra vida por todos.

No me voy a sentir bien por una varita mágica que me toque y me diga a partir de ahora ya todo va a estar bien, no, no es así, es el esfuerzo de ir construyendo día a día, ese puente que me va a llevar, otra vez, a la vida plena, otra vez, a considerar al otro en mi vida.

Es natural estar triste ¿verdad? Es natural llorar un poquito, extrañarlo, pero no esa desesperación, no ese desasosiego interior que no puedo estar ni consigo mismo ni dentro de uno mismo, siendo como extranjero dentro del propio cuerpo, eso es lo que no puede ser.

Hay que elevarse como dice Víctor Frankl, en “las alas indómitas del espíritu”, elevarse por encima de lo que nos está pasando, por amor a ese ser tan amado y a los que quedan.

A veces, alguien piensa que ya no puede hacer nada por él o por ella, ¡cómo que no va a poder hacer nada!

Se puede renunciar al dolor desesperado por él o ella, se puede renunciar a sentir esa pena prolongada y hacer el esfuerzo, porque ellos merecen nuestro mejor esfuerzo, y siempre va a ser nuestra la responsabilidad de cómo vamos a vivir cada día de nuestra vida.

¿Qué vamos a hacer con esto que nos pasó? porque una cosa es lo que nos pasó y otra muy diferente es lo que hacemos con esto que nos pasó.

Nosotros siempre decimos que Renacer es un oasis, no es el lugar a donde yo voy a descargar todas mis broncas, todas mis tristezas, porque eso realmente lo puedo hacer en muchos otros lugares o a solas, en el baño en mi casa.

Estamos en Renacer no solamente porque hayamos perdido un hijo, estamos en Renacer porque queremos aprender a vivir de una manera que incluya amorosamente a nuestros hijos, que recupere el recuerdo amoroso de nuestros hijos sin lágrimas, que podamos hablar de ellos sin lágrimas.

Allí es donde el grupo acompaña a cada uno de sus integrantes a dar ese gran salto, le apoya y fortalece, le da las herramientas para ese cambio que, después de todo, sólo puede hacerse en la más absoluta soledad existencial.

No hablamos de compartir el dolor, sino de trabajar juntos para encontrar sentido al sufrimiento que nos toca vivir, para que cuando nos toque partir no nos haya quedado nada sin hacer, no nos haya quedado amor por dar.”

jueves, 24 de junio de 2010

¿ES POSIBLE CELEBRAR LA TRISTEZA?

Osho


No te identifiques con la tristeza. Transfórmate en su testigo y disfruta del momento de tristeza, porque la tristeza tiene su propia belleza. Nunca te has fijado en ello. Te identificas tanto, que nunca penetras en la belleza de un momento triste. Si te fijas, te sorprenderás de los tesoros que te has estado perdiendo. Fíjate: cuando eres feliz nunca eres tan profundo como cuando estás triste. La tristeza tiene profundidad; la felicidad tiene algo de superficial. Observa a la gente feliz.

Los que pretenden ser felices—los playboys y playgirls que encontrarás en los clubs, en los hoteles, en los teatros—siempre están sonriendo y burbujean felicidad. Los encontrarás insípidos, superficiales. No tienen ninguna profundidad. La felicidad es como las olas, solamente superficial; vives una vida trivial. Pero la tristeza tiene algo de profundo. Cuando estás triste no es como las olas en la superficie, es como la profundidad misma del Océano Pacífico; millas y millas.

Sumérgete en su profundidad, obsérvala. La felicidad es ruidosa; la tristeza tiene un cierto silencio. La felicidad puede ser como el día, la tristeza es como la noche. La felicidad puede ser como la luz, la tristeza es como la oscuridad. La luz va y viene; la oscuridad permanece, es eterna. La luz se presenta a veces; la oscuridad está siempre ahí. Si penetras en la tristeza sentirás todas estas cosas. De pronto te darás cuenta que la tristeza está ahí como un objeto, tú la estás observando, eres testigo de ella, y repentinamente empiezas a sentirte feliz. ¡Qué bella es la tristeza!

Una flor de la oscuridad, una flor de eterna profundidad. Como un abismo sin fondo, tan silenciosa, tan musical; no hay ruido en absoluto, ninguna perturbación. Uno puede ir cayendo en ella incesantemente y uno puede salir de ella absolutamente rejuvenecido. Es un descanso.

Depende de la actitud. Cuando te entristeces piensas que te ha sucedido algo malo. El que algo malo te ha ocurrido es sólo una interpretación y entonces tratas de escapar. Nunca meditas sobre ello. Luego quieres ir a ver a alguien; a una fiesta, al club, o enciendes la televisión o la radio, o empiezas a leer el periódico; haces algo para poder olvidar. Esta— que la tristeza es algo malo—es una actitud errónea que te ha sido transmitida: No hay nada malo en ella. Es otro polo de la vida.

La felicidad es un polo, la tristeza es el otro. La dicha suprema es un polo, la infelicidad es el otro. La vida es ambos. Una vida de pura dicha tendrá extensión, pero no tendrá profundidad. Una vida de pura tristeza tendrá profundidad, pero no tendrá extensión. Una vida de ambas, tristeza y felicidad, es multidimensional; se mueve en todas las direcciones conjuntamente. Fíjate en la estatua de Buda o, a veces, mira mis ojos y encontrarás ambas; encontrarás una felicidad que contiene también tristeza, una paz y también una tristeza. Porque esa tristeza le da profundidad. Observa la estatua de Buda: dichoso, sin embargo triste. La propia palabra “triste” te da connotaciones equivocadas de que algo está mal. Esa es tú interpretación.

Para mí, la vida es buena en su totalidad. Y cuando entiendes la vida en su totalidad, sólo entonces puedes celebrarla; de otro modo no. Celebración significa: cualquier cosa que suceda no importa, la celebraré. La celebración no está condicionada a ciertas cosas: “Cuando sea feliz lo celebraré” o “Cuando esté triste no lo celebraré”. La celebración es incondicional; celebro la vida. Si trae infelicidad, bien, lo celebro. Si trae felicidad, bien, lo celebro. La celebración es mi actitud, independientemente de lo que la vida traiga.

Pero cada vez que utilizo las palabras, surge un problema. Esas palabras tienen connotaciones en tu mente. Cuando digo “celebra”, tú piensas que uno tiene que estar feliz. ¿Cómo puede uno celebrar cuando está triste? No estoy diciendo que uno tenga que estar feliz para celebrar. La celebración es gratitud por cualquier cosa que la vida te dé, cualquier cosa que Dios te dé. Celebración es una gratitud, es estar lleno de agradecimiento. Os lo he contado y os lo contaré otra vez…

Un místico sufí, muy pobre, marginado, hambriento y cansado de viajar llegó a un pueblo por la noche y nadie le aceptó. Era un pueblo de gente muy ortodoxa y cuando hay musulmanes ortodoxos es muy difícil persuadirles. Ni siquiera querían alojarlo en el pueblo. La noche era fría y estaba hambriento, agotado, temblando, sin suficiente ropa. Estaba sentado en las afueras del pueblo, bajo un árbol. Sus discípulos estaban sentados allí muy deprimidos, muy tristes e incluso enojados.

Y entonces empezó a rezar diciendo a Dios: “¡Eres maravilloso! Siempre me das todo lo que necesito”. Esto fue demasiado. Un discípulo le dijo: “Espera, ahora estás yendo demasiado lejos, especialmente esta noche. Estas palabras son falsas. Estamos hambrientos, cansados, sin abrigo y nos espera una fría noche. Hay animales salvajes por todos lados, hemos sido rechazados por la gente del pueblo, estamos sin refugio. ¿Por qué le estás dando gracias a Dios? ¿Qué quieres decir cuando dices: “Siempre me has dado lo que necesito”?

El místico dijo: “Sí, y lo repito otra vez: Dios me da todo lo que necesito. Esta noche necesito pobreza, esta noche necesito ser rechazado, esta noche necesito tener hambre, estar en peligro. De otra manera ¿por qué me estaría dando? Debe de ser que lo necesito. Es lo que necesito y tengo que estar agradecido. ¡El cuida tan bien de mis necesidades! ¡Es realmente maravilloso!”

Esta es una actitud que no depende de la situación. La situación no es importante. Celebra, ante cualquier suceso. Si estás triste, celebra por estar triste. Haz la prueba. Haz solamente la prueba y te sorprenderás; sucede.

¿Estás triste? Empieza a bailar, porque la tristeza es muy bella, ¡Silenciosa flor del ser! Baila, disfruta, y de pronto sentirás que la tristeza está desapareciendo; se crea una distancia. Poco a poco olvidarás la tristeza y estarás celebrando. Habrás transformado tu energía.

Esto es alquimia: transformar los metales comunes en el oro más puro. La tristeza, la ira, los celos; metales bajos que pueden ser transformados en oro porque están constituidos por los mismos elementos que el oro. No hay diferencia entre el oro y el hierro, porque tienen los mismos elementos, los mismos electrones. ¿Has pensado alguna vez que un trozo de carbón y el más preciado de los brillantes del mundo son la misma cosa? No hay ninguna diferencia. En efecto, el carbón comprimido por la tierra durante millones de años se convierte en diamante. Sólo una diferencia de presión, pero ambos son carbón, ambos están constituidos por los mismos elementos.

Lo más bajo puede ser transformado en lo más alto. A lo bajo no le falta nada.

Sólo se necesita una redistribución, una recomposición. La alquimia no es más que esto. Cuando estés triste, celebra y le estarás dando una nueva composición a la tristeza. Le estás aportando algo que la transformará. Le estás aportando celebración. ¿Está enojado? Entrégate a una hermosa danza. Al principio el baile será agresivo, violento. Poco a poco, se hará más suave y más suave y más suave; entonces de pronto, te habrás olvidado del enojo. La energía habrá cambiado, se habrá convertido en danza.

Pero cuando estás enojado, no eres capaz de pensar en bailar. Cuando estás triste no eres capaz de pensar en cantar. ¿Por qué no hacer de tu tristeza una canción? Canta, toca tu flauta. Al principio las notas serán tristes, pero no hay nada malo en una nota triste. ¿Has oído? A veces, en la tarde, cuando todo está caliente, todo quema, cuando todo es fuego a tu alrededor, de pronto, desde un huerto de mangos, puedes oír un pajarito que empieza a cantar. Al principio la nota es triste. Está llamando a su amada, a su amor, en una tarde muy calurosa. Todo es fuego alrededor, está ansioso de amor. Una nota muy triste, pero bella. Poco a poco, la nota triste se convierte en una nota alegre. La amante empieza a responderle desde otro bosquecillo. Ahora ya no es una tarde calurosa; todo se refresca en el corazón. Ahora la nota es diferente. Cuando la amante responde, todo ha cambiado. Es un cambio alquímico. ¿Estás triste? Empieza a cantar, a rezar, a bailar. Lo que puedas hacer, hazlo, y poco a poco, el metal más bajo se transformará en el más alto, en oro. Una vez que conozcas la llave, tu vida no volverá a ser nunca la misma. Podrás abrir cualquier puerta. Y ésta es la llave maestra: celebrarlo todo.

He oído la historia de tres místicos chinos. Nadie conoce sus nombres. Se les conocía solamente como “Los Tres Santos que ríen” , porque nunca hicieron otra cosa, simplemente se reían… Iban de un pueblo a otro, riéndose. Se paraban en la plaza donde estaba el mercado y se reían a carcajadas: Todo el pueblo les rodeaba. La gente acudía a verlos, cerraban las tiendas y los clientes se olvidaban de para qué habían venido. Estos tres hombres eran realmente hermosos, riendo y con sus vientres estremeciéndose. Esto se volvía contagioso y pronto los demás empezaban también a reír. Entonces todo el mercado reía. Habían cambiado la atmósfera del mercado. Y si alguien decía: “Decidnos algo”. Ellos contestaban: “No tenemos nada que decir. Simplemente reímos y la atmósfera cambia”. Hace sólo unos momentos éste era un lugar desagradable donde todos pensaban únicamente en el dinero; ansiosos de dinero, ambiciosos. El dinero lo era todo. De pronto estos tres locos llegaron y empezaron a reír y así cambiaron el ambiente mismo de todo el mercado.

Ahora nadie era un cliente. Se habían olvidado de que habían ido a comprar y a vender. Nadie se preocupaba de obtener un beneficio. Reían y bailaban alrededor de aquellos tres locos. Durante unos segundos se abría un nuevo mundo.

Viajaban por toda la China, de un lugar a otro, de aldea en aldea, solamente ayudando a la gente a reír. Gente triste, enojada, gente codiciosa, celosa; todos empezaban a reír con ellos. Y muchos comprendieron la clave: te puedes transformar.

Entonces, ocurrió que en una de las aldeas uno de los tres murió. La gente del pueblo se reunió y dijo: “Ahora sí que habrá problemas. ¡Ahora veremos si se ríen! Su amigo ha muerto; seguro que llorarán”. Pero cuando llegaron, los dos estaban bailando, riendo y celebrando la muerte. La gente del pueblo decía: “Esto es demasiado. Es de mala educación. Cuando un hombre muere es una irreverencia reír y bailar”.

Y ellos dijeron: “¡No sabéis lo que ha pasado! Los tres siempre pensábamos cuál de nosotros moriría primero. Este hombre ha ganado; hemos sido derrotados. Toda la vida hemos reído con él. ¿Cómo podríamos darle el último adiós de otra manera? Tenemos que reír, tenemos que disfrutar, tenemos que celebrar. Esta es la única despedida posible para un hombre que ha reído toda su vida. Y si no reímos, él se reirá de nosotros y pensará:” ¡Qué tontos! ¿Así que otra vez han caído en la trampa?” Para nosotros no ha muerto. ¿Cómo puede la risa morir, cómo puede la vida morir?” La risa es eterna, la vida es eterna, la celebración continúa. Los actores cambian, pero el drama continúa. Las olas cambian, pero el océano continúa. Ríes, cambias y algún otro ríe, pero la risa continúa. Celebras, algún otro celebra, pero la celebración continúa. La existencia es continua, es un continum. No hay ni siquiera un solo momento de vacío en ella. Pero la gente del pueblo no podía entenderlo y aquel día no podían participar de la risa.

El cuerpo estaba a punto de ser incinerado y la gente del pueblo decía: “Le bañaremos, tal como establece el ritual”. Pero los dos amigos dijeron: “No, nuestro amigo ha dicho: `”o llevéis a cabo ningún ritual, no me cambiéis de ropas y no me bañéis Tal y como estoy, ponedme en la pira crematoria”. Estas son sus instrucciones”.

Y entonces, de repente, sucedió algo extraordinario; aquel viejo les había gastado su última broma. Había escondido bajo su ropa fuegos artificiales y cuando colocaron el cuerpo sobre el fuego, de pronto hubo ¡Diwali! (*) Entonces todo el pueblo empezó a reír. Los dos locos, sus amigos, se pusieron a bailar y todo el pueblo empezó a bailar también. No era una muerte, era una nueva vida Ninguna muerte es muerte, porque cada muerte abre una nueva puerta; es un principio. La vida no tiene fin, siempre hay un nuevo principio, una resurrección.

Si cambias tu tristeza por celebración, también serás capaz de transformar tu muerte en una resurrección. Así que aprende el arte mientras todavía hay tiempo. No dejes que la muerte llegue antes de que hayas aprendido la secreta alquimia de cambiar los metales inferiores en metales superiores. Porque si puedes cambiar la tristeza, puedes cambiar la muerte. Si puedes celebrar incondicionalmente, cuando la muerte llegue, serás capaz de celebrar, partirás feliz. Y cuando te vas celebrando, la muerte no te puede matar. Al contrario, tú has matado a la muerte. Pero empieza, haz una prueba. No hay nada que perder. Pero la gente es tan tonta que incluso cuando no hay nada que perder, no quieren hacer la prueba. ¿Qué puedes perder?

Vida, amor, risa.

viernes, 18 de junio de 2010

EL CAMINO CORRECTO, NO EL MÁS FÁCIL

EL CAMINO CORRECTO, NO EL MÁS FÁCIL


(Por Alicia y Gustavo Berti)
A lo largo de estos años hemos acercado a una nueva propuesta para los grupos de ayuda mutua, un nuevo camino a recorrer por los seres sufrientes; camino que partiendo de la desesperanza de la soledad existencial y un sufrimiento sin sentido aparente, nos conduce a una existencia valiosa, auténtica, que se afirma a sí misma en una lucha laboriosa y honesta, no para no sufrir, no para olvidarnos, sino para reafirmar nuestra decisión de volver a empezar una y cuantas veces sea necesario, pero haciéndolo con la frente alta, mereciendo, como decía Dostoievski, ser dignos de nuestro sufrimiento pues igualmente digno y valioso es el origen de ese sufrir.
Y poco a poco se va haciendo evidente que la propuesta de Renacer, aún como grupo de ayuda mutua, va mucho más allá de un mero confortar a los que sufren, va transformándose en un imperativo ético. En otras palabras, es el camino que lleva al hombre a alcanzar su humanidad. Es el camino final de humanización propuesto anteriormente. Y no puede ser otro que éste el camino que nuestros hijos —los que partieron y los que aún están—, la vida y nosotros mismos merecemos.
Se puede objetar que es un camino difícil y que quizás no todos puedan seguirlo, se nos propondrán alternativas más fáciles y más tentadoras y frente a eso sólo podremos escuchar a nuestra conciencia y la silenciosa voz de nuestros hijos que siempre han de morar en ella, que han de indicarnos el camino correcto, no el más fácil. Por eso Renacer nos pide que asumamos el desafío, que tomemos el camino más valioso, aquel que nos lleva a renunciar a nosotros para pensar en el hermano que sufre. Pero ésta demanda que recae sobre nuestros hombros no queda sin recompensa, puesto que mientras más renunciamos a nosotros, mientras más nos olvidamos de nosotros y nuestras emociones, más cerca estamos de nuestra esencia, de aquello que verdaderamente somos: Seres Humanos, y hemos así recorrido el camino ético que Renacer pretende, el camino que nos lleva a nosotros, los hombres, a vivir moral y éticamente.
Porque, después de todo “No somos lo que recibimos de la vida sino lo que devolvemos a ella Y hemos decidido devolver una obra de amor porque en ella está el recuerdo y la memoria de nuestros hijos, los que partieron y los que aún están”

viernes, 4 de junio de 2010

¿QUÉ NOS UNE?

La vida nos pone ante constantes elecciones y la forma de llevar el duelo es una de ellas. Podemos llevar un duelo miserable o un duelo digno, cada uno de nosotros decidirá de que manera homenajear a su hijo muerto. En estas elecciones también esta en nosotros elegir que actitud vamos a tomar frente a los otros, una actitud de victimas convirtiéndonos en protagonistas por nuestra desgracia o una actitud de enfrentar la muerte. Podemos sentarnos a esperar que los demás se compadezcan de nosotros y tengan conmiseración esperando una comprensión que muy difícilmente pueda llegar, no porque no nos quieran ayudar, simplemente porque no saben como o no entienden que nos pasa. Que mejor que recordar las palabras de un papá que dijo: "Cuando murió mi sobrino no pude entender a mi hermano, al morir mi hija pude saber lo que había vivido."


Los hermanos tienen doble carga, su propio duelo por la muerte de su hermano, ver a sus padres mal y muchas veces sentirse descuidados. Algún hermano dijo: "En esta casa hay que morirse para que lo quieran".El poder entender estas cosas hacen que tengamos que hacernos cargo de nuestras vidas y transformar las preguntas sin respuesta en una pregunta en la cual la respuesta la tenemos que construir nosotros:

¿Que hago con esto que pasó?

Las cosas que hicimos no las podemos cambiar pero, lo que si podemos hacer es asumir las responsabilidades hacernos cargo de las consecuencias y modificar nuestra actitudes para el día de hoy, de que manera vamos a enfrentar cada día. Cuando acudo al grupo puedo contar que mal que estuve en la semana o contar que cosas hice en la semana para estar mejor. Recordemos que en Renacer NO estamos unidos por el dolor sino por ELAMOR A NUESTROS HIJOS. Y esta frase es una definición en si misma pues nos dice cual es la actitud que tenemos en este grupo.

EL GRUPO SE DEBE A LOS PADRES NUEVOS

Ayuda a transitar el camino el hecho de que que el grupo se deba, por encima de todas las cosas, a los padres nuevos y a los que más sufren. Para hacerlo propone una tarea basada en la autotrascendencia, el sacrificio y la autorrenuncia. Por autotrascendencia entendemos la capacidad del ser humano de orientarse a algo o alguien que no es él mismo, como es una persona a quien amar, una tarea que cumplir, o bien hacia algo no concreto, como sucede con los valores de actitud que, si bien emanan del hombre, no están dirigidas a sí mismo, sino a la vida, a Dios, o a nadie en particular. Estos tres sentidos de nuestra autotrascendencia confluyen en uno sólo, como quizás en ninguna otra ocasión en la vida, en los grupos de ayuda mutua: el ser sufriente a quién amar se vuelve la tarea a cumplir a través de los valores de actitud. Esta dedicación sin reparos a aquellos padres que recién ingresan o son más nuevos tiene una recompensa, no buscada, de enorme valor, que reside en el hecho existencial de producirse el olvido del propio dolor al preocuparnos por el dolor de los demás.

Esta dedicación a los padres más nuevos suele ser cuestionada por algunos padres con mayor antigüedad en los grupos, quienes expresan su interés por “continuar creciendo”, por seguir en el camino del “crecimiento “interior” y ven este camino dificultado por esa dedicación. A esto contestamos con el mayor de los énfasis que el “crecimiento interior” tan buscado consiste en la cada vez más cercana aproximación a la compasión vivida (no reflexionada). En otras palabras: no se llega a ser compasivo a través de la lectura o la reflexión, sino merced al amor compartido con aquellos con quienes el destino común nos ha hermanado. En cuanto al dedicarse a los padres nuevos, ¿qué importa cuántas veces escuchemos a otros padres hablar de su sufrimiento, si nosotros mismos somos, cada vez, personas distintas?