“Cuando los padres comienzan a darse cuenta, que nunca una persona que ha perdido un hijo volverá a ser la misma, que algo cambia para siempre, es aquí donde Renacer se abre al análisis existencial.
La respuesta es siempre la misma: el salto hacia nuestra dimensión espiritual, donde encontraremos los recursos necesarios para reinsertarnos en la sociedad a través de una vida productiva y plena de sentido.
Nos van a seguir pasando cosas en la vida, pero Renacer nos da esa fuerza, nos da esa visión tan maravillosa, tan fuerte, tan sabia de la vida, que hace que no importa lo que la vida nos presente a cada instante: vamos a poder y saber enfrentarlo, lo vamos a hacer, lo hacemos, lo hacemos cada día. En circunstancias diferentes, nos van a seguir pasando cosas, porque así es la vida y es la fortaleza y es la sabiduría que uno aprende en Renacer, la que nos ayudará a seguir viviendo una vida plena de sentido, no importa lo que ocurra.
Dentro nuestro hay recursos interiores tan fuertes, tan increíbles, que se descubren, justamente, frente a crisis como ésta y nos damos cuenta que se puede.
Hay cosas hermosas que uno descubre a partir de esto que nos pasó.
Cuando las circunstancias no pueden ser cambiadas, el sufrimiento le da un sentido nuevo a nuestras vidas, frente a nosotros mismos, frente a nuestros hijos, frente a la comunidad, frente a la vida, frente a la muerte, frente a Dios o como cada uno lo sienta.
Y a partir de ahí, vivir nuestra vida tratando de aceptarla tal como es, vivirla con coraje, no escapándose de ella, no ocultándose de ella, enfrentándola con valentía.
La tristeza es parte inevitable de lo que sentimos durante un tiempo y no podemos rechazarla; nosotros hemos llegado a un punto tal, que no queremos aceptar los sentimientos que no nos gustan, todo es “compre ya…”, “llame ya…”, “compre esto…” y hemos llegado a creer que hasta podemos “comprar” la ausencia o la cura de algunos sentimientos que no nos gustan, pero son nuestros; yo no puedo transferirle mi pena ni mi tristeza a otro, es mía, la tengo que vivir yo; ahora, ¿por qué voy a querer mis alegrías y voy rechazar mis tristezas? son mías, tengo que vivirlas, tengo que aprender a convivir con ellas.
Todos rechazan la muerte, pero la muerte entró en nuestras casas, nos dejó una cama vacía, nos dejó un lugar vacío en la mesa y ¿vamos a convivir hasta el día de nuestra muerte con un enemigo?, ¿vamos a vivir con un enemigo dentro de casa?, no podemos; tenemos que hacernos amigos; ésa es una tarea, una tarea propia.
Los sentimientos son parte de la naturaleza del hombre y la naturaleza cambia, un día está nublado, otro día hay sol, a veces viene un temporal por varios días y después el sol siempre vuelve a aparecer y la tristeza, eventualmente, algún día se va, pero, mientras tanto, veamos qué experiencias, qué vivencias me deja la tristeza, ¿cómo me cambia?, ¿en qué medida ese sentimiento que antes no lo tenía, en qué medida me cambia? ¿me hace más receptivo al dolor de los demás?, entonces, bienvenido sea, ¿me hace más solidario?, bienvenido sea.
Entonces, no es la tristeza en sí, sino lo que nosotros hacemos con la tristeza, podemos tirarnos en la cama, o podemos utilizarla para bien, eso depende de cada uno.
Siempre es nuestra la responsabilidad como viviremos nuestra vida, como la viviremos cada día.
Yo me levanto y elijo lo que cada día voy a hacer de mi vida; soy yo quien voy a proponerme llorar, porque el llanto es lo que yo siento por mi hijo o voy a levantarme con deseos de hacer algo en su homenaje que no sean las lágrimas.
Mi destino será transformarme en una mejor persona, más solidaria, más compasiva a raíz de la muerte de un hijo.”
Contactos: Sta. Fe 0342 4520190/4551087 -Sto. Tomé 0342 156117874 - Esperanza 03496 422137/424117/15528695 renacersantafe@gmail.com - renacerdeesperanza@gmail.com
A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,
donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.
Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.
Con la esperanza de lograr una vida digna.
donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.
Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.
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