A pesar de todo... Sí a la Vida

A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



viernes, 31 de diciembre de 2010

EN ESTE NUEVO AÑO RESCATEMOS EL RECUERDO DE NUESTROS HIJOS CON AMOR

“Quizá no haya mejor momento, que al acercarse las festividades del fin del año, para rescatar el recuerdo de nuestros hijos con amor.


Mirando hacia atrás, no podemos creer que hoy, después de más de 22 años, seamos tantos los que hemos elegido la vida y nos hayamos reconciliado con la muerte, algunos quizás todavía no, pero va a llegar el momento que sí y muchos van a ir entendiendo cuando dijimos, en un momento, que el dolor se convierte en una dulce nostalgia; nostalgia en el sentido de extrañarlos sí, pero con inmensa dulzura.

¡Qué hermoso poder recordar a nuestros hijos con amor y no con dolor!

Renacer es una tarea y un aprendizaje de por vida, no nos quedemos cortos, ¡qué hermoso es que todos queramos seguir aprendiendo!

Llega un momento cuando uno ha encontrado el camino de regreso a la vida, que para nosotros en “Renacer”, es el servicio, la solidaridad, el altruismo y nos demos cuenta que la vida tiene sentido, que la vida tiene un sentido incondicional y el dolor comienza a suavizarse.

Con cada papá al que le extendemos la mano, se la tomamos, le vemos el rostro y entre las lágrimas logra sonreír, podemos decir: mi hijo está cada vez más vivo en mí; ¡qué lindo es!

Cada persona que sonríe o que sufre un poquito menos porque nosotros nos acercamos y le extendimos la mano y le regalamos una sonrisa y ellos nos regalan una sonrisa a nosotros, eso es sentir a nuestros hijos vivos.

Y ¡qué alegría! porque, entonces, sabemos que estamos haciendo algo perdurable por ellos!

Muchos papás van a ir entendiendo que el dolor se convierte en una dulce nostalgia, nostalgia en el sentido que los extrañamos, pero con inmensa dulzura, así es que podemos rescatar el recuerdo de nuestros hijos con amor y no con dolor.

A veces, solemos decir cosas que, por el momento, por ahí no se entienden, pues son muy fuertes para los papás con el dolor muy reciente, o para los papás que están muy rebeldes y no comprenden algunos conceptos que se vierten, pero siempre les decimos que provienen de otros papas; nosotros también perdimos a nuestro hijo, perdimos a nuestro Nicolás, y lloramos, lloramos desconsoladamente y también nos preguntamos ¿qué sentido había detrás de todo este dolor?, es por eso que podemos decirles cosas que, por el momento, les pueda chocar, pero que les aseguramos, las van a comprender.

Les podemos decir, a los papás que piensan que el dolor dura para siempre, que no es así, y lo hemos dicho muchas veces y lo volvemos a sostener, EL DOLOR NO ES PARA SIEMPRE.

El dolor comienza a suavizarse y aunque esa herida deje de sangrar, aunque ese dolor se vaya suavizando, aunque aprendemos a vivir con ella, aunque nos reintegremos a una vida plena, esa herida va estar allí y nos recuerda siempre que es un esfuerzo de todos los días.

Si lo que nosotros elegimos para la vida es una actitud y esa actitud es una actitud de amor, les podemos asegurar que nunca nos vamos a equivocar; el amor es lo que salva, el amor es lo que nos acerca a la verdad, a la luz.

Nuestro deseo es que en estas festividades vuestros corazones se inunden de esa dulce nostalgia.”

Alicia Schneider Berti – Gustavo Berti

domingo, 26 de diciembre de 2010

ANTE LAS LUCES DE LAS FIESTAS

Antes de las navidades, les decíamos a los padres de Renacer que siempre a la noche sigue la aurora, que no es posible detener la llegada del alba, que esta imagen simboliza la esperanza de que detrás del muro que se levanta ante nuestra vida cuando perdemos un hijo hay un paisaje oculto que es lo que tenemos que descubrir.


Son caminos a recorrer iluminados por esa estrella fugaz que pasó por nuestras vidas para tocarnos y transformarnos.

Entonces dijimos algo así:

Un día, el dolor golpeó a nuestra puerta. pero el mundo siguió andando.

En ese mundo estaban nuestros otros hijos., nuestros padres, abuelos que en silencio lloraban a sus nietos.

Y también estábamos nosotros mismos cerrando puertas y ventanas. con el corazón herido, muerta toda esperanza.

Un corazón por cuya herida abierta entraban miles de encontradas emociones. habitaban allí la bronca, el rencor, el odio o los miedos.

Puentes que se rompen. Y nuestra vida deambulaba silenciosa en la oscura noche del alma.

Empero, como en la naturaleza, donde nadie ha podido impedir la llegada de la aurora, llegó hasta nosotros un mensaje de esperanza, llegó el Mensaje de Renacer.

Un mensaje impregnado de amor que nos muestra que detrás de lo que las circunstancias parecen ser, no se agota todo lo que ellas son.

Que el destino no es lo que nos pasa, sino lo que cada uno de nosotros hacemos con aquello que nos pasa.

Que acaso queremos hacer de nuestros hijos aquellos que vinieron a arruinar nuestras vidas.

Que nuestro amor hacia ellos no se ha extinguido, o ¿sólo han sido dolor?

Es, entonces, cuando el amor a nuestros hijos desalojará a aquellas emociones negativas que pretenden gobernar nuestra existencia.

Y paulatinamente en nuestro corazón se encienden nuevas luces y empezamos a ver alrededor nuestro que no estamos solos, que hay una mano invisible que guía nuestros pasos y nuestros hijos se transforman en nuestros maestros, aquellos que vinieron a transformarnos.

¡Qué difícil es al principio!

La tarea es nuestra, porque desde el primer día, podemos elegir como hemos de sufrir, si dignamente o miserablemente. ¿Qué se merecen nuestros hijos?

¿Qué imagen estamos dando al mundo? ¿Que la muerte todo lo puede?

Y no importa si no es en estas fiestas que levantemos, por primera vez, una copa en homenaje a nuestros hijos, pero si un día habremos de hacerlo, ¿por qué demorar ese instante, aunque el brillo de nuestros ojos se nuble por una lagrima?

Quizá sea eso lo que ellos esperan de nosotros.

sábado, 4 de diciembre de 2010

VIVIR LA VIDA COMO SE PRESENTA, SIN ESCAPARSE

Vivir la vida tratando de comprenderla tal como es y vivirla con coraje; no escapándose de ella, no ocultándose de ella, enfrentándola con valentía, sea lo que sea, buena o mala, divina o maligna, el cielo o el infierno.


Recordemos que Frankl dijo en una ocasión: “de las cosas que más orgulloso me siento son aquellas que nadie me envidiaría, son los sufrimientos vividos con dignidad”.

En otras palabras, sufriendo cuando el tiempo de sufrir ha llegado, pero sufriendo con dignidad, elevándonos por encima de nosotros mismos, trascendiendo ese sufrimiento y demostrando así uno de los aspectos más humanos del hombre: la capacidad de convertir una tragedia personal en triunfo.

Analicemos esto, tengamos 30 años, tengamos 40 años, tengamos 50 años, tengamos la edad que tengamos, se nos presenta una nueva oportunidad en la vida, vamos a ser una nueva persona, la persona que éramos antes ya no somos, haya sido buena, haya sido mala, haya sido perfecta, haya sido como haya sido, ya no somos más, somos una persona en blanco, pero tenemos la posibilidad de elegir lo que queremos ser y eso no solamente es un desafío, sino que es una aventura, como Renacer fue una aventura.

Entonces, asumamos el desafío y la aventura de ser una nueva persona y elijamos en ese camino entre lo mejor y lo peor, porque podemos decidir, podemos elegir, no somos bebés recién nacidos, comenzamos una nueva vida pero ya con experiencia, ya podemos decir que es el bien, ya podemos decir que es el mal, ya podemos decir que es lo que queremos ser, entonces, a través de esa transformación interior, la muerte de un hijo no va a ser en vano, esos hijos van a ser estrellas fugaces que llegaron a nuestras vidas, nos tocaron, se fueron pero nos transformaron, nos tocaron para cambiarnos, son pocas las veces en que la vida nos da segundas oportunidades.

(Del mensaje de Renacer: En La pregunta sobre el sentido de la vida y en Huerta Grande 2008)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

APRENDE A DESPEDIRTE

De RENÉ TROSSERO

¡Lo más triste no es despedirse,

Sino no saber hacia adónde ir...!
¡Y lo más triste no es despedir
Al que parte,
Sino no saber dónde
Y para qué te quedas!

Si toda la vida es un camino,
Y si toda la vida es una búsqueda,
acéptalo, aunque te duela,
Toda la vida es una despedida.
¡Y sólo aprendiste a vivir,
Cuando aprendiste a despedirte!

Y no habrás aprendido
A caminar en libertad,
Buscando lo no alcanzado,
Mientras no te hayas despedido
De lo andado y lo logrado.

La libertad y la valentía que no tienes
Para despedirte
De todo lo dejado y lo perdido,
Son la libertad y la fuerza
Que te faltan
Para seguir andando.

Despídete :
De los padres
Que ya no necesitas,
Y cuida de ti mismo
haciéndote responsable de tu vida.

Despídete:
De los hijos
Que ya no te necesitan,
Y déjalos ser libres.

Despídete:
De lo bueno que viviste,
Sin apegarte al tiempo que pasó,
Por temor del presente
Y el futuro.

Despídete: del mal que cometiste,
Sin atarte con culpas y reproches;
perdonándote a ti mismo.

Despídete: de las ofensas que te hirieron,
Sin esclavizarte en la prisión
Del rencor y la amargura.

Despídete: de los que, muriéndose, partieron,
Para que dejes de esperar su regreso,
Y camines tu camino en la esperanza,
De encontrarte tú con ellos...

Despídete. Deja correr el río de la vida,
llevándose las aguas que estás viendo,
Para que tengan lugar ante tus ojos
Las aguas que no viste todavía,
Y ya están viniendo...

miércoles, 24 de noviembre de 2010

LO QUE BUSCAMOS NO ESTÁ EN EL PASADO

Todo lo que ha pasado no se puede modificar.
Continuar con nuestras emociones, con nuestros sentimientos, colocados en el pasado, no nos lleva a ninguna parte, no nos conduce, absolutamente, a ningún lugar, vamos a pedalear en el barro durante toda la vida.
La respuesta no está en el pasado, está adelante nuestro, en lo que todavía nos falta por hacer.
Siempre hemos dicho que no nos detengamos en lo que nos ha pasado, sino tratemos de canalizar nuestras energías acerca de la multitud de posibilidades que se nos abren a partir de la muerte de un hijo, una serie de caminos nuevos, no explorados, no visualizados antes, pero que están allí esperando ser recorridos por nosotros.
Si no los recorremos es por dos razones o porque no tenemos la voluntad o porque tenemos miedo.
Esos caminos están ahí, esperando que los transitemos.
Simplemente, preguntémonos, nosotros que supuestamente somos la creación más perfecta que existe en este planeta, ¿por qué razón tenemos los ojos puestos hacia delante? ¿por qué no nos hicieron con los ojos puestos hacia atrás? Eso tiene que tener un significado, ¿por qué no me pusieron los ojos en la mano?, donde yo podría mirarme la cabeza, mirarme las orejas, poder mirarme la espalda.
Pero no, me los pusieron ahí donde están y los ojos puestos ahí, tienen dos significados: primero, no me puedo mirar a mí mismo; para mirarme a mí mismo tengo que doblarme y lo único que puedo ver es el ombligo y voy a terminar quebrado.
La otra razón por la que tenemos los ojos adelante es porque tengo que mirar hacia adelante, tengo que mirar y caminar para adelante.
Tengo que mirar hacia el futuro.
Tengo que aprender qué es lo que puedo hacer de valioso todavía por delante, qué es lo que puedo aprender de tanto dolor.
(Del mensaje de Renacer: En Lo que buscamos no está en el pasado)

COMPARTIR EL AMOR, NO EL DOLOR

A Renacer no vamos a compartir el dolor, vamos a compartir el amor. El dolor lo compartimos con el vecino, con el tío, con todo el que viene y me dice: ¿cómo pasó?, ¿cómo fue?, Renacer debe ser un oasis de paz, yo tengo que encontrar paz en Renacer, tengo que encontrar el abrazo fraterno y tengo que encontrar el amor compartido y a partir de ese amor crecer. Si hubiéramos nosotros basado nuestro mensaje en el dolor compartido, les aseguro que Renacer no pasaba de los primeros seis meses de vida.
El amor compartido, es amor potenciado, entonces, trabajemos siempre con lo más noble del ser humano y nunca nos vamos a equivocar, si trabajáramos con lo más bajo, con lo más triste del ser humano, nunca vamos a salir adelante.
Todos tenemos nuestro aspecto fuerte, nuestro aspecto sano que es la dimensión espiritual donde mora nuestra conciencia, desde el vamos y en medio del dolor, podemos dar el salto de fe en base al amor.
Ustedes pongan a una persona que trabaja con las culpas, con la bronca, con la autocompasión y pongan al lado una persona que trabaja con el amor, y vean los rostros, el rostro es el espejo del alma, es la cara del espíritu, abran los ojos y miren.
Nosotros decimos vamos a dar amor, en homenaje a nuestros hijos; esa es la tarea nuestra, siempre estar ahí para ayudar a otro papá que venga, así tengamos que empezar una y mil veces.
Esa es la tarea, ese es el mensaje de Renacer.
(Del mensaje de Renacer: En Encuentro en Montevideo febrero 2001)

viernes, 19 de noviembre de 2010

ELABORACIÓN DEL DUELO

POR CARLOS J. BIANCHI

• La elaboración de un duelo requiere de nuestro esfuerzo personal


• Que no se puede delegar en paternalismos ni en los grupos en que participemos.

• Las pérdidas significativas nos vuelven distintos. Algo ha concluido y algo comienza.

• Podemos elegir con libertad el sentido de nuestro cambio.

• Recordando y viviendo éticamente.

• Trascendiendo espiritualmente y superando el egocentrismo.

• Rehaciendo el vínculo con el hijo dentro nuestro, ya que la muerte no es ausencia, es una presencia distinta.

• El crecimiento está ligado a la capacidad de superar de manera constructiva las pérdidas.

• El desapego no es olvido ni es desamor, es la posibilidad de crear un espacio entre el dolor por la pérdida y el seguir llevando adelante el propio proyecto de vida.

• La superación del duelo se manifiesta por 1) la capacidad de recordar sin caer en el sufrimiento y la queja permanente, y 2) el poder abrirse a nuevas relaciones y aceptar el desafío al que la vida nos enfrenta

VIVENCIAS PERTURBADORAS EN EL PROCESO DE ELABORACIÓN DEL DUELO

´POR CARLOS J. BIANCHI

El ciclo biológico natural se invierte ante la pérdida de un hijo. Naturalmente ningún padre cuenta con la resignación necesaria para aceptar este hecho, como sí en cambio, estamos preparados para despedir a nuestros mayores. Muchos de nosotros hemos llegado al duelo sin una experiencia previa, y sin habernos detenido demasiado en considerar nuestra propia muerte y la de nuestros seres queridos como una parte constitutiva de la vida o como una transición hacia otra etapa de la existencia. También me pregunto y les pregunto cuál era el sentido que entonces le atribuíamos a palabras como "espiritualidad", "transcendencia", "crisis vital", "sentido de vida" y tantas otras para las que recién hoy, a través de nuestro dolor, tenemos respuestas vivenciales. En este estado de indefensión nos sorprende la muerte de un hijo; no es extraño entonces, el profundo dolor y el desconcierto inicial, la sensación de despojo, de injusticia, la búsqueda de explicaciones y el paso vacilante con que iniciamos, casi a tientas, el camino del duelo. Es mi interés puntualizar aquí algunos de los obstáculos y dificultades que suelen presentarse en este doloroso camino. La mayoría de los presentes han escuchado, al igual que yo, innumerables testimonios en los que algunos padres con duelos recientes se encuentran con mayor paz interior que otros padres con pérdidas lejanas. La primera conclusión es que el tiempo no obra milagros, como dice Earl Grollman, el tiempo es neutral, mucho dependerá de lo que nosotros hagamos a través de ese tiempo. Ser entonces nuestra tarea en Renacer ayudarnos a reflexionar sobre las vivencias negativas que surjan entorpeciendo la búsqueda de un nuevo sentido a nuestras vidas.


1) La culpa

Con frecuencia aparece la culpa en los momentos iniciales del duelo, emparentada más con la fantasía que con hechos reales. La culpa por lo que hicimos o dejamos de hacer, nos detiene en el vano intento de modificar los hechos que ya fueron, como si pudiésemos aún poner en lugar de la muerte, la vida ; en lugar de lo que fue, lo que podría haber sido. O aparece ella, la culpa, como una propuesta de autocastigo que no otorga beneficio alguno. Sentirse culpable es atribuirse a sí mismo una desmesurada importancia, es partir de una reflexión omnipotente, arrogante, es decirse a uno mismo: ¿Cómo yo que pude ser perfecto no lo fui con ese hijo mío?, ¿Cómo es que hice o dejé de hacer tal o cual cosa?. Creo que sólo partiendo de esta irrealidad llegamos a la culpa. Partiendo en cambio de la aceptación nuestras limitaciones, de nuestra humanidad falible, del humilde reconocimiento de nuestras equivocaciones, ( que forman parte del permanente aprendizaje al que nos enfrenta la vida) y reflexionando nuestros vínculos a la luz de esta realidad, iremos mitigando la culpa; no así a la responsabilidad que cabe a nuestras determinaciones, pero este es otro tema que puede ser tratado con la indulgencia que la culpa no otorga. Al respecto vale la pena reflexionar sobre la frase de Jaime Barilko: "La única culpa que debieran tener los padres es la de sentirse culpables", de eso sí tenemos la culpa.

2) El resentimiento

Otras veces el obstáculo es el resentimiento, que sería la culpa puesta fuera de nosotros, en el resentimiento los culpables son otros ; nos enojamos entonces con Dios o con los hombres, nos llenamos de rabia, de rencor, consumimos buena parte de nuestra energía para estar siempre en el mismo lugar, rumiando nuestra impotencia, fantaseando represalias. Al respecto sé de muchos padres que han superado esta dificultad en función de su profunda fe, son aquellos padres que aceptan la voluntad de su Dios aunque esta voluntad no coincida con sus propios deseos. También logran superarlo aquellos que creen en la existencia de un destino, donde víctimas y victimarios son actores de una escena prefijada, de las tantas que tejen y destejen nuestra vida y que concluye fatalmente con la muerte de un ser querido. En ambos casos, o por ambos caminos, el resentimiento, felizmente, no tiene cabida, no tiñe nuestro dolor.

3) La idealización

Comúnmente es la idealización de quien partió la que se hace presente en los testimonios haciendo insoportable la idea de la pérdida. Ardua tarea la de persuadir a un padre doliente de la irrealidad y de los riesgos que entraña esta vivencia, que emana de nosotros mismos y se manifiesta frecuentemente con aquellos que hoy no están. Ardua pero necesaria tarea la de ayudar a estos padres a no enterrar el sentido de sus vidas junto a sus muertos, a no desatender los vínculos afectivos con los vivos por no sentir a estos últimos idealizados. No esperemos que la muerte idealice nuestras relaciones, demos en vida y sin postergaciones, todo el amor que seamos capaces de dar a nuestra gente. La vida es una sucesión de amores y de errores, involuntarios muchos de estos últimos pero formando parte de nuestra imperfección. Desde esta óptica será posible aceptar la inexistencia de las relaciones ideales. No necesitó, ni pudo, ser ideal la relación con un hijo ausente, para que su muerte nos sumiera en el más profundo dolor.

4)El sentirse víctima.

También sabemos de compañeros que reiteran con insistencia el mismo relato sufriente, que nos hablan de sus pocas ganas de vivir, que centran la pérdida en ellos mismos asumiendo el protagonismo del duelo, desatendiendo los vínculos afectivos que aún le quedan. Detenidos en su rol de víctima viven emparentados con el sufrimiento, buscando la conmiseración de los demás. Presentan dificultades para integrarse y a menudo suele ser esto motivo de deserción en su participación grupal. No es necesario apelar al dramatismo para expresar nuestro dolor, no precisamos convencer a nadie de cuanto nos duele la muerte, no es imprescindible el consenso de los demás ni recibiremos nada a cambio que pueda mitigar nuestro doloroso sentir. Seamos pacientes y solícitos con estos padres que presentan su testimonio como una situación sin salida, tratemos de integrarlos prontamente a alguna función dentro del grupo, el asumir pequeñas tareas, el sentirse útiles a otros padres con su mismo dolor, los ayudará a darse cuenta que es el dar y el recibir el camino más corto para reconciliarse con la vida.

5) La negación

Como contracara de lo anterior se presenta la negación de la pérdida; mucho menos frecuente la negación es un vano intento por evitar el sufrimiento. Veo dos formas de negación: una es el conservar todo como estaba a través del tiempo, me refiero a la ropa, los objetos, la habitación y todo aquello que pertenecía a quien ya no está , generando la ilusión de que nada ha cambiado y evitando de este modo el punto de partida de todo duelo que es la aceptación de la dolorosa realidad; la otra forma de negación se presenta como una sensación de bienestar que sigue a la pérdida, efímero y dudoso bienestar que sólo es una postergación del inicio del duelo.

6) El sentimiento de fidelidad

Otro escollo es el sentimiento de fidelidad al hijo perdido que hará que disminuyan o se anulen las gratificaciones habituales en la pareja de padres ahondando aún más la tristeza y el dolor. El suprimir las relaciones sociales, los esparcimientos, la vida amorosa, el evitar reuniones y celebraciones familiares a lo largo del tiempo, constituye una ofrenda innecesaria a los hijos que partieron y una muestra de desamor hacia los seres queridos que han quedado, que al igual que nosotros sobreviven con dolor al que se ha ido.

7) Vivencia frente a la muerte física

En otros casos encontramos la mayor desazón en aquellos padres que consideran a la muerte física como el final de toda existencia ; ya que se desvanece de ese modo la idea de que nuestros hijos puedan perdurar en alguna dimensión distinta a la de la vida terrena, y con ello se aleja también la esperanza de un futuro reencuentro. Esta dificultad es por fortuna poco frecuente, ya que desde la fe, desde distintas religiones y creencias e incluso desde diversas investigaciones científicas (Raymond Moody, E. Kubler Ross, para citar alguna de las contribuciones más importantes), se avala la posibilidad de una existencia más allá de la muerte, o má s allá de la vida. Nuestros grupos son también un campo propicio y convincente ya que los relatos de muchos compañeros, a través de sus sueños, de sus vivencias, y de múltiples episodios casuales entre comillas, abundan en testimonios que revelan algún tipo de comunicación con los hijos que hoy no están.

8) Los miedos

Tal vez hallamos vivido un tanto desaprensivamente antes de la pérdida. La convicción de que los hechos dolorosos sólo le ocurren a los demás, es frecuente, pero el destino se encargó de demostrarnos el error de esa convicción. Entonces todos los miedos y todas la aprehensiones surgen a la vez en el intento de evitar futuras desgracias; y se transforman en consejos, reconvenciones, controles, prohibiciones o sobreprotección, generando una gran cuota de angustia. Esto nos paraliza y paraliza también a los seres que amamos; en primer lugar a los hijos vivos que se sienten responsables por nuestras preocupaciones y que para aliviarnos sienten que deben cumplir con nuestras expectativas, limitando así su libre albedrío. Tratemos de cambiar nuestros miedos por los cuidados y la prudencia razonable, tratemos de evitar los pensamientos catastróficos para poder aceptar que es mucho más frecuente volver tarde a casa que no volver. No contaminemos con nuestros miedos a los seres queridos, no limitemos con nuestro egoísmo el derecho que tienen de elegir libremente su vida. Los invito a reflexionar sobre la siguiente frase: "Lo contrario del amor no es el odio, lo contrario del amor es el miedo".

9) Sobre la singularidad del duelo

En cuanto a las características de los duelos, aceptemos que no existen dos duelos iguales, cada cual expresar sus emociones de una manera singular. Dentro del mismo grupo familiar, y con respecto a la misma pérdida, suelen existir notables diferencias en la manifestación de las vivencias. Esto es motivo de silencios, incomunicación y reproches en el ámbito familiar, también de conclusiones equivocadas ya que nos dedicamos a calificar el dolor de los demás observando sus actitudes. Mi sugerencia es aceptar la libertad del otro a hacer su propio duelo, aunque éste no coincida con el nuestro. Ocupémonos en cambio de nuestro propio dolor que con eso lamentablemente tenemos bastante. Al respecto me permito recordarles la oración gestáltica: "yo no estoy en el mundo para cumplir con tus expectativas, ni tú estás en el mundo para cumplir con las mías; si nos encontramos será hermoso, si no, mala suerte". Evitemos también caer en la inocencia de comparar nuestro duelo con otros duelos. Algunos padres afirman que hubieran preferido una muerte distinta para su hijo o circunstancias distintas, creyendo que el cambio podría mitigar su dolor (como si morir de otra manera no fuera morir). Esa otra muerte, esa otra circunstancia tal vez envidiada, están en "Renacer", en el testimonio de otros compañeros que, como nosotros, están, porque los trajo el mismo dolor. Decía González Tuñón, "cada uno lleva su vida y su muerte consigo". El nacer y el morir son experiencias solitarias que ocurren más allá de nuestras posibilidades de elegir. 10) Las imágenes temidas. Es indudable que los momentos finales de la relación, los últimos días, las últimas horas, los instantes en que la muerte se adueña de un ser querido, las lúgubres ceremonias posteriores quedan grabadas en nosotros de una manera patética. A algunos padres estas imágenes los invaden durante mucho tiempo, y suelen reiterar en sus testimonios, con excesiva minuciosidad, estos tristes momentos que toman el carácter de una pesadilla. Todo esto conlleva un alto grado de sufrimiento para ellos, pero también para quienes los escuchan, los que al recibir tanta angustia tratan de preservarse poniendo distancia con este tipo de testimonios, y en algunos compañeros, sobre todo en los recién iniciados, el agobio y el dramatismo de estos relatos motivan su alejamiento de nuestros grupos. Intentar revertir esta situación es imprescindible. Se me ocurre al respecto transmitir a estos padres mi propia experiencia, que seguramente ser compartida por muchos de ustedes: yo he vivido como todos, mis días de pesadilla, durante algún tiempo me desvelaron y ocuparon mis pensamientos y mi sentir. Luego comprendí que mi relación con Martín no estaba expresada en esos últimos días, sino en todos los momentos felices que pudimos compartir (que por suerte fueron muchos). Esos sí son los momentos que extraño, que forman parte de mi nostalgia, son los momentos que quiero recordar y compartir con todos ustedes; en cambio las horas aciagas que siguieron al accidente hoy las evoco sin mayor emoción, francamente no empañan la ternura, el gran amor que conlleva el recuerdo permanente de Martín. Si bien como ya decíamos, el tiempo es neutral, García Márquez agrega, "La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y atesora los buenos, y es gracias a ese artilugio que logramos sobrellevar el pasado".

Quisiera que esta modesta e incompleta reseña de lugares y escenas comunes a todos nosotros sirviera como incentivo a mis compañeros para seguir reflexionando estos temas y así poder elaborar otros trabajos, seguramente más completos que el precedente. Creo que podrían constituir un valioso instrumento al inducirnos a reflexionar sobre propuestas saludables y marcarnos algunos caminos posibles frente a los obstáculos antes mencionados, para poder de este modo seguir adelante en el cotidiano esfuerzo que juntos realizamos. Para que el : "a pesar de todo, sí a la vida" no sea una frase recitada sino una firme convicción en todos nosotros.

UN CAMINO A RECORRER

POR CARLOS J. BIANCHI

• Pongamos al día y en paz nuestro vínculo con quienes no están.


• Esforcémosnos por superar el egoísmo que coloca a nuestro dolor como protagonista principal de los hechos.

• Vivamos nuestro duelo con dignidad, recordando a nuestros hijos con las personas apropiadas y en los lugares apropiados.

• Evitemos el aislamiento, reinsertándonos en la vida familiar y en la sociedad asumiendo nuestros cambios personales.

• Analicemos nuestra fe y nuestra creencia en una existencia más allá de la muerte.

• Tengamos un proyecto de vida que honre a quienes no están, a los que están y a nosotros mismos.

• Atendamos con dedicación y sensibilidad los vínculos afectivos con los vivos.

• No dejemos que el dolor nos exima de superarnos y ser mejores personas, el permanente recuerdo del ausente debe ser un estímulo para lograrlo.

• La posibilidad de superar un duelo, requiere desde luego de nuestro esfuerzo personal y no podemos delegarlo en ningún tipo de paternalismo.

FRASES PA REFLEXIONAR

La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.


FRANÇOIS MAURIAC

Que tus futuras alegrías no maten mi recuerdo........... pero que mi recuerdo no mate tampoco tus futuras alegrías. FORO DE VIVIR LA PERDIDA

El duelo no es un camino fácil pero... sino lo fuera... dejaría de tener sentido toda nuestra existencia. VERÓNIKA

Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo. Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor.

JOHN BRANTNER

Amar al otro es renunciar a poseerlo, incluso muerto; renunciar a que vuelva, descubrir que sigue estando ahí, en un silencio que ya no nos causa pavor, en un desierto que se hace acogedor de lo más valioso que tenemos, lo esencial de lo que permanece cuando ya no se puede nada.

JEAN-YVES LELOUP

En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele.

J. MONTOYA CARRAQUILLA

Solo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente

MARCEL PROUST

Recordar es el mejor modo de olvidar

SIGMUND FREUD

Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.

ROSA REGÁS

Amar a alguien, es decirle: no morirás.

GABRIEL MARCEL

Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos.

HELLEN KELLER

El amigo que está en silencio con nosotros, en un momento de angustia o incertidumbre, que puede compartir nuestro pesar y desconsuelo... y enfrentar con nosotros la realidad de nuestra impotencia, ése es el amigo que realmente nos quiere.

HENRI NOUWEN

En medio de este atolladero de angustia encontré la fuerza para luchar y salir adelante. Quizás me di cuenta de que mi esposa no hubiese querido verme así. Algo me hizo arrancar y aferrarme a la vida y al amor.

WILLIARD KOHN

Aun cuando todavía queden momentos difíciles, cuando llegas a aceptar el dolor encuentras fuerza en ti mismo y puedes mirar al futuro con esperanza. (...)

El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo.

HAROLD S. KUSHNER

Nadie puede explicarnos el dolor, su ilimitado alcance ni sus profundidades enigmáticas. Nadie nos puede descubrir el vacío que deja en el mismo centro de nuestro ser, un vacío que nada lo llena.

RUTH COUGHLIN

Nunca nadie me dijo que el dolor se sentía como se siente el miedo... La misma tensión en el estómago, el mismo desasosiego.

C.S. LEWIS (Una pena en observación)

"Eres más consciente que antes de lo que es importante y lo que es trivial. Tu ser querido vivió, pero tú todavía estas vivo. ¡Vale la pena esperar al futuro!

H. DAVID THOREAU

El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.

W. SHAKESPEARE.

La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos.

MARIO ROJZMAN

Lo que importa no es lo que la vida te hace, sino lo que tú haces con lo que la vida te hace.

EDGAR JACKSON

Señor, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para poder diferenciarlas.

REINHOLD NIEBUHR

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.

Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican.

Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.

Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías

y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro.

MAMERTO MENAPACE

Vivir siempre angustiada

es producto de grave vanidad.

Es soberbia obstinada,

ya que toda ansiedad

termina donde empieza la humildad

GUADALUPE AMOR

El que acepta sufrir, sufrirá la mitad de la vida; el que no acepta sufrir, sufrirá durante su vida entera.

CONFUCIO

El dolor quema mucha superficialidad.

OSWALD CHAMBERS

viernes, 22 de octubre de 2010

JORNADA SOBRE EL DUELO CUANDO MUERE UN HIJO

Viernes 5 de Noviembre de 2010 - 19.30 a 21 hs
Charla sobre Duelo – Abierto a la comunidad (Profesionales, padres, familiares, amigos, etc)
Dr. Carlos J. Bianchi
Sábado 6 de Noviembre de 2010 - 10 a 12,30hs
Taller de Reflexión para padres - Dr. Carlos J. Bianchi

Lugar: Centro Cultural “Bernardino Rivadavia”- Plaza Pinasco
San Martín 1050 – Rosario – Santa Fe

Carlos Juan Bianchi médico psiquiatra y psicoterapeuta. Desde comienzos de la década del '60 indaga y reflexiona sobre la problemática de la pareja.
A esto y a la coordinación de grupos terapéuticos ha dedicado gran parte de su tarea profesional.
La muerte repentina de uno de sus hijos acaecida en 1990 lo ha volcado a integrarse a los grupos de autoayuda "Renacer", de Buenos Aires, con quienes los une el afecto y el agradecimiento, por el apoyo que en su momento supieron brindarle.
Ha colaborado luego con estos grupos y con otros a través de charlas y cursos sobre comunicación y dinámica grupal. Su manera de sentir y pensar al respecto está plasmada en numerosos escritos, especialmente en el que ha titulado
"Vivencias perturbadoras en el camino del duelo".

sábado, 16 de octubre de 2010

EN EL DÍA DE LA MADRE

Lo que nace entre una madre y un hijo se transforma en un amor
que estará presente en cualquier tiempo y lugar.


Madre... Amor presente

sábado, 25 de septiembre de 2010

17 ANIVERSARIO RENACER SANTA FE

Amigos, el próximo domingo 3 de octubre realizamos un Encuentro (Almuerzo a la canasta) en Urquiza 3750 a partir de las 11 hs. para celebrar juntos el 17 Aniversario de la creación de nuestro grupo de Santa Fe. Los esperamos a todos para compartir un día de Amor hacia nuestros hijos celebrando la Vida.
Las siguientes imágenes son del Encuentro realizado el año pasado celebrando los 16 años del grupo.






SALTO HACIA NUESTRA DIMENSIÓN ESPIRITUAL

“Cuando los padres comienzan a darse cuenta, que nunca una persona que ha perdido un hijo volverá a ser la misma, que algo cambia para siempre, es aquí donde Renacer se abre al análisis existencial.


La respuesta es siempre la misma: el salto hacia nuestra dimensión espiritual, donde encontraremos los recursos necesarios para reinsertarnos en la sociedad a través de una vida productiva y plena de sentido.

Nos van a seguir pasando cosas en la vida, pero Renacer nos da esa fuerza, nos da esa visión tan maravillosa, tan fuerte, tan sabia de la vida, que hace que no importa lo que la vida nos presente a cada instante: vamos a poder y saber enfrentarlo, lo vamos a hacer, lo hacemos, lo hacemos cada día. En circunstancias diferentes, nos van a seguir pasando cosas, porque así es la vida y es la fortaleza y es la sabiduría que uno aprende en Renacer, la que nos ayudará a seguir viviendo una vida plena de sentido, no importa lo que ocurra.

Dentro nuestro hay recursos interiores tan fuertes, tan increíbles, que se descubren, justamente, frente a crisis como ésta y nos damos cuenta que se puede.

Hay cosas hermosas que uno descubre a partir de esto que nos pasó.

Cuando las circunstancias no pueden ser cambiadas, el sufrimiento le da un sentido nuevo a nuestras vidas, frente a nosotros mismos, frente a nuestros hijos, frente a la comunidad, frente a la vida, frente a la muerte, frente a Dios o como cada uno lo sienta.

Y a partir de ahí, vivir nuestra vida tratando de aceptarla tal como es, vivirla con coraje, no escapándose de ella, no ocultándose de ella, enfrentándola con valentía.

La tristeza es parte inevitable de lo que sentimos durante un tiempo y no podemos rechazarla; nosotros hemos llegado a un punto tal, que no queremos aceptar los sentimientos que no nos gustan, todo es “compre ya…”, “llame ya…”, “compre esto…” y hemos llegado a creer que hasta podemos “comprar” la ausencia o la cura de algunos sentimientos que no nos gustan, pero son nuestros; yo no puedo transferirle mi pena ni mi tristeza a otro, es mía, la tengo que vivir yo; ahora, ¿por qué voy a querer mis alegrías y voy rechazar mis tristezas? son mías, tengo que vivirlas, tengo que aprender a convivir con ellas.

Todos rechazan la muerte, pero la muerte entró en nuestras casas, nos dejó una cama vacía, nos dejó un lugar vacío en la mesa y ¿vamos a convivir hasta el día de nuestra muerte con un enemigo?, ¿vamos a vivir con un enemigo dentro de casa?, no podemos; tenemos que hacernos amigos; ésa es una tarea, una tarea propia.

Los sentimientos son parte de la naturaleza del hombre y la naturaleza cambia, un día está nublado, otro día hay sol, a veces viene un temporal por varios días y después el sol siempre vuelve a aparecer y la tristeza, eventualmente, algún día se va, pero, mientras tanto, veamos qué experiencias, qué vivencias me deja la tristeza, ¿cómo me cambia?, ¿en qué medida ese sentimiento que antes no lo tenía, en qué medida me cambia? ¿me hace más receptivo al dolor de los demás?, entonces, bienvenido sea, ¿me hace más solidario?, bienvenido sea.

Entonces, no es la tristeza en sí, sino lo que nosotros hacemos con la tristeza, podemos tirarnos en la cama, o podemos utilizarla para bien, eso depende de cada uno.

Siempre es nuestra la responsabilidad como viviremos nuestra vida, como la viviremos cada día.

Yo me levanto y elijo lo que cada día voy a hacer de mi vida; soy yo quien voy a proponerme llorar, porque el llanto es lo que yo siento por mi hijo o voy a levantarme con deseos de hacer algo en su homenaje que no sean las lágrimas.

Mi destino será transformarme en una mejor persona, más solidaria, más compasiva a raíz de la muerte de un hijo.”

sábado, 28 de agosto de 2010

UN LLAMADO A UNA NUEVA EXISTENCIA

“Es necesario reconocer que una separación genera un duelo, la muerte de un padre o un abuelo así como lo hace un exilio, para una persona anciana solitaria, también la muerte de una mascota puede generar un profundo duelo, así como puede hacerlo la pérdida de una casa en la que hemos vivido y nuestros hijos se han criado, pero la muerte de un hijo genera algo enteramente distinto a la muerte de un padre o un abuelo y más aún a la de una mascota.


Todos los padres decimos que después de la partida de nuestros hijos, la vida cambia para siempre, pero, ¿cuál es este cambio?

La creencia generalizada es que ese cambio es para peor, esperándonos una vida de tristeza, sin embargo, Renacer desde sus orígenes se afanó siempre en mostrar que la muerte de un hijo es un llamado a una nueva existencia, y va más allá, no sólo a una existencia radicalmente nueva, sino una mejor existencia, una existencia que permita transformar una realidad no sólo personal sino una realidad que permita transformar una desgracia personal en un triunfo de la humanidad entera, en otras palabras, un acto de grandeza existencial.

Muchos dirán que eso es una tarea muy difícil a lo que deberemos responder que a grandes interrogantes grandes respuestas; ¿es que acaso la muerte de un hijo no es el interrogante más serio que la vida nos ha planteado? ¿Y es posible que nuestra respuesta sea tan solo la de conformarnos con atravesar las etapas de un duelo de manera más o menos adecuada o quedarnos estancados en él?

Es posible dar un gran salto desde el sufrimiento a la grandeza. Si estamos dispuestos a hacer el esfuerzo de mirar más allá del mero duelo y tratamos de entrar en lo excepcional, en la verdad, que es el hallazgo de sentido a esa pérdida.

El sentido de toda situación es aquel accionar que es bueno para la persona, bueno para los que la rodean y bueno para la vida. En otras palabras, la oportunidad que existe en cada crisis nos permite acceder a la grandeza como consecuencia de la muerte de un hijo. Frente a esta extraordinaria posibilidad ¿Cómo conformarse con un mero transitar un duelo? ¿Cómo conformarse con un mejor o peor análisis de la culpa, el odio y cuantos sentimientos y emociones negativas se pueda mencionar?

Foucault nos dice que al vivir una situación limite, a partir de ahí, se abre el espacio en que se juega lo divino, de esta manera está planteada la disyuntiva de atravesar el duelo o arriesgarse al espacio en el que reina lo inefable.

Renacer nació para mostrar, a quien estuviese dispuesto, un camino de grandeza que es posible seguir y es por esta razón que ese mensaje fue captado y aceptado por padres de muchos padres de América y Europa; no fue aceptado por ser un grupo de duelo sino por su inquebrantable voluntad de acceder a esta grandeza y mostrar algo radicalmente nuevo para la humanidad.

Es obvio que el pensamiento sobre el duelo, con el que Renacer fue creado, difiere en gran medida de aquel que se encuentra presente en algunos de los grupos, y en del de quienes en sus disertaciones se mueven con gran soltura en el terreno del duelo.

En nuestra cultura es conocido que la muerte cuando llega de visita a un hogar da un nombre a los deudos de la persona que ha fallecido, así es de uso corriente que, de un momento para otro, alguien se transforme en viuda, viudo o huérfano, quienes prontamente pasan a estar en duelo, pero hay un caso puntual en el que nuestra cultura no ha sabido aún como nombrar a quienes permanecen de este lado de la vida, es el caso cuando muere un hijo y cuando esto sucede todos se estremecen y recuerdan entonces que la muerte de un hijo no tiene nombre…

En la medida en que aún no existe palabra ni lenguaje que nombre a los padres que pierden hijos, todos los conceptos vertidos hasta ahora sobre el duelo por una muerte que al venir da nombre a los deudos, tales como viudez u orfandad, carecen de vigencia, carecen de sentido cuando se los aplica a los padres que pierden hijos; son sólo meras apariencias.

Cuando no hay nombre es necesario pensar lo no pensado, en el sentido de un proceso de creación auténtico, yendo más allá de un mero desocultar algo que ha permanecido oculto, hay que ir más allá de los límites, más allá de los paradigmas vigentes

Renacer es la historia de ese transcurrir, pero de una manera distinta de la hasta entonces considerada como “clásica”, alejada de todo tutelaje del ser sufriente, sea éste químico, psicológico, religioso o social, descubriendo, en el proceso de hacer camino al andar, la dimensión espiritual, donde tienen su origen aquellos fenómenos específicamente humanos, aquellos que han de permitir la búsqueda señalada.

Frente a esta circunstancia en la que una persona está inmersa y en la que debe desarrollar su vida a partir de ella, no es que tenga que desarrollar su duelo o su dolor, tiene que desarrollar una nueva existencia, pues la existencia de una persona está por encima de su dolor, la existencia es una cuestión integral comprende la totalidad de la vida.

Seguramente, que a todos nos cuesta vivir, no hay tarea más difícil que vivir la propia vida, aun antes de la partida de un hijo; hay que levantarse todos los días, hay que enfrentarse al patrón o enfrentar a quien sea y nos cansa, no tenemos la recompensa y los dineros no alcanzan; es muy difícil; es tan difícil que para muchas personas la muerte de un hijo es la excusa perfecta para abandonarse y decir: “yo haría el esfuerzo si no fuera que se me ha muerto un hijo”; la excusa perfecta para no hacer nada, a esos papás tenemos que mostrarles esa realidad, que cuando perdemos un hijo, hablar en términos de duelo, hablar en términos de elaboración de emociones y elaboración de sentimientos, son palabras muy pequeñas para lo que podemos alcanzar, son logros que si uno mira, son bien subterráneos, no es un lugar elevado

Por supuesto que algunas personas, algunos papás querrán hacer esto y no hay nada malo en que lo hagan, que trabajen elaborando un duelo priorizando sus emociones y sentimientos; la tragedia, en el fondo, sería que el grupo Renacer no pudiese mostrarle a esos papás que hay algo que trasciende a todo eso, que hay algo que cualitativamente es superior a todo eso, que hay nuevos mundos por explorar y, por sobre todo, mundos que son posibles de ser transformados por nosotros, mundos en los que podemos hacer espacios para aquello que no es infierno

Hay que buscar nuevas palabras, un nuevo lenguaje para definir lo que es la pérdida de un hijo; el dolor no se elabora, el dolor se trasciende, se busca un sentido a esto que nos pasó, se busca un sentido a la tragedia que nos tocó vivir, no se busca la resignación, no se busca la paz ni la serenidad como objetivo último, hemos vivimos un acontecimiento límite, una circunstancia, un cambio radical tratar de forjar una nueva humanidad, tratar que toda nuestra experiencia sirva para crear mundos de amor, tolerancia, respeto, solidaridad y compasión, no declamados sino vividos.

Es un cambio existencial, pues no somos las mismas personas y no podemos querer seguir siendo los mismos, cuando somos libres para elegir ser mejores personas o peores, aunque la libertad duele, pues ser peor persona es facilísimo, ni siquiera hay que levantarse de la cama, no exige ningún esfuerzo, el desafío es: ¿qué hago de aquí en adelante?

A veces se dice hay un antes y un después: NO; seremos mejores o peores personas, cuando decimos que hay un antes y un después estamos buscando las causas, los por qué; ser mejores personas es buscar una finalidad, nosotros buscamos el para qué. En esto nos ayudó Elisabeth Kübler Ross cuando habla de un despertar espiritual con estas palabras: “por más absurdo que pueda parecer, el hecho de perder un hijo podía provocar en los padres un verdadero despertar espiritual”

El objetivo es encontrar sentido a esta tragedia y cuando se le encuentra sentido, lo más maravilloso es que nuestros hijos no se van en vano, es que su partida no es estéril, es que este sufrimiento es germen, es tierra fértil en este corazón, para que crezcan nuevas raíces, una nueva planta, planto un nuevo árbol cuyas ramas lleguen al cielo.

Nosotros estamos cada vez más convencidos que cuando un hijo muere no hay, en realidad, algo como un duelo que sea posible transitar sin morirnos en el intento. Por eso estamos convencidos que hay que mirar más allá del duelo, hay que clavar la mirada, el corazón y el sentido en aquello que está más allá de nuestra realidad tal como hasta ahora hemos podido representarla. Es necesario trabajar con una nueva realidad, una realidad que comienza a dejarse ver a través de este camino de espiritualidad al que la muerte de un hijo nos abre las puertas. Toda otra visión, todo otro proyecto, enfrentado a éste queda disminuido.”

martes, 10 de agosto de 2010

NUNCA SEREMOS LAS MISMAS PERSONAS

“Cuando las circunstancias no pueden ser cambiadas, el sufrimiento le da un nuevo sentido a nuestras vidas, frente a nosotros mismos, frente a nuestros hijos, frente a la comunidad, frente a la vida, frente a la muerte, frente a Dios o como cada uno lo sienta, a partir de ahí, podemos aceptar nuestra vida tal como es y vivirla con coraje, no escapándose de ella, no ocultándose de ella, enfrentándola con valentía. Al atravesar una conmoción existencial, como es la pérdida de un hijo, no podemos seguir siendo los mismos, algo en nosotros ha cambiado para siempre; la vida se ha invertido como un guante de goma que se saca dando vuelta sobre sí mismo y somos otra persona distinta, nunca más las mismas personas y una vez más tenemos que elegir. De pronto, al darnos cuenta de esto uno se dice: “tengo que sufrir, no puedo evitarlo”, pero ¿puedo elegir cómo sufrir? ¿Es lo mismo sufrir dignamente, que sufrir miserablemente? ¿Es lo mismo caminar por la vida buscando monedas en el suelo, que caminar con la frente alta? No Hay un tiempo de sufrir, pero aun sufriendo, sabemos que podemos sufrir miserablemente o sufrir con dignidad.Esa es una elección que puedo hacer yo hoy, cuando acabo de enterrar a mi hijo: sufrir con dignidad o sufrir miserablemente. ¿Qué clase de persona vamos a ser? No quedan más que dos caminos, o soy mejor persona o soy peor persona; si alguien conoce otra posibilidad quisiera que lo diga, no conocemos otras opciones. ¿Voy a dejar que mi dolor maneje el auto de mi vida y vivir como un “zombie” sentado, dejando que mi dolor maneje mi vida? Entonces se nos plantea el problema de la propia responsabilidad ¿Qué hago de mi vida de aquí en más? Siempre será nuestra responsabilidad có mo viviremos nuestra vida, cómo la viviremos cada día. Cada día me levanto y puedo elegir lo que cada día voy a hacer de mi vida; soy yo quien voy a proponerme llorar, porque el llanto es lo que yo siento por mi hijo, o voy a levantarme con deseos de hacer algo en su homenaje que no sean las lágrimas. Si uno basa el trayecto de su vida de acá en más en el amor, si cada día de mi vida yo me levanto haciendo ese esfuerzo extraordinario que significa, aún en esos primeros tiempos, de despertarse y saber que me despierto sin mi hijo, pero sabiendo también que por amor a él, y si me quedan otros hijos, también por amor a ellos, yo tengo que ponerme de pie con dignidad. Tengo que iniciar ese día y cada día de mi vida con proyectos de vida que incluya a otros seres que sufren. Cuando los padres comienzan a darse cuenta que nunca una persona que ha perdido un hijo volverá a ser la misma, que algo cambia para siempre, es aquí donde Renacer le abre el camino al análisis de la propia existencia.La respuesta es siempre la misma: el salto hacia nuestra dimensión espiritual, donde encontraremos los recursos necesarios para reinsertarnos en la sociedad a través de una vida productiva y plena de sentido. Asumamos el desafío y la aventura de ser una nueva persona y elijamos en ese camino entre lo mejor y lo peor, porque podemos decidir, podemos elegir, no somos bebés recién nacidos, comenzamos una nueva vida pero ya con experiencia, ya podemos decir que es el bien, ya podemos decir que es el mal, ya podemos decir que es lo que queremos ser, entonces, a través de esa transformación interior, la muerte de un hijo no va a ser en vano, esos hijos van a ser estrellas fugaces que llegaron a nuestras vidas, nos tocaron, se fueron pero nos transformaron, nos tocaron para cambiarnos, son pocas las veces en que la vida nos da segundas oportunidades.”

miércoles, 4 de agosto de 2010

CUANDO TU HIJO HA DECIDIDO PARTIR

APOYO PARA SOBREVIVIR CUANDO TU HIJO SE HA SUICIDADO


Una institución norteamericana que apoya en un programa nacional a padres que han perdido a sus hijos ha

elaborado una breve guía para ser utilizada como documento de trabajo en los grupos de autoayuda en los

casos de padres cuyos hijos se hayan quitado la vida.. Hemos tomado esa guía y, con algunas adaptaciones

de lenguaje y de concepto y comentarios adicionales la presentamos al grupo como documento de trabajo.

(Daniel y Gabriela Vítolo )

1.- QUE DEBERÍAS SABER RESPECTO DEL SUICIDIO
* El acto definitivo por el cual una persona se quita la propia vida nunca puede ser comple-tamente predictible para ninguna persona , hasta que sucede.
* Algunas personas pueden exteriorizar ciertos signos, comportamientos, o ideas que consti-tuyen advertencias reveladoras respecto a sus intenciones. Sin embargo, dichos signos pue-den se tan imprecisos o codificados , que inclusive para un consultor con experiencia, o un profesional entrenado, pueden pasar inadvertidos.
* La mayoría de los suicidios son reacciones frente a intensos sentimientos de soledad, crisis existencial o económica, desesperación, angustia, temor, la perspectiva de un futuro incierto y aciago, y depresión. Puede parecer-muchas veces-que la causa o el motivo determinante es una situación no grave, o un incidente menor. Pero la causa verdadera es el conflicto interno, y la desesperación, que en la generalidad de los casos es insondable.
* Muchos padres han tenido la experiencia- en algunos casos- de la frustración creada por años de internaciones y hospitalizaciones, tratamientos médicos y asunción de responsabi-lidades. Esta realidad puede verse agravada por las dificultades propias de vivir con una persona que está constantemente bajo procesos de depresión.
* El suicidio de personas jóvenes (entre 15 y 24 años) ha crecido más de un 300% desde 1950.
* En los Estados Unidos solamente, se producen cerca de 35.000 suicidios por año, de los cuales 5,000 corresponden a jóvenes entre 15 y 24 años. Igualmente se registran anualmente más de 250.000 intentos de suicidio.
* También en Argentina ha crecido notablemente el índice de suicidios, y el que involucra a personas jóvenes. Hace 25años de cada 10 suicidas, uno tenía menos de 18 años. En 1993 de cada cuatro suicidios uno es protagonizado por un menor de 18 años.
2.- DESPUÉS DEL SUICIDIO
* La negación de la realidad, y sentimientos de shock, culpabilidad, rebelón, injusticia, ofensa y depresión son parte de una conducta normal, como reacción frente al dolor que produce la muerte de un hijo. Conocer que tu amor por él no fue suficiente para salvar su vida, puede presentarte sentimientos de impotencia o de fracaso. Sin embargo ad-vierte que, como padre, tu le diste a tu hijo su humanidad con todo lo que ello implica- elementos positivos y negativos- y lo que él hizo con esos elementos fue, en principio, su propia decisión,
* Interpretaciones culturales y religiosas del pasado, y las calificaciones y connotaciones sociales que se otorgan a tales interpretaciones son parte del “estigma” asociado al sui-cidio. Es importante que enfrentes la palabra suicidio. Enfrentarla te parece hoy más difícil de lo que realmente debería ser. No te angusties; ello llevará tiempo. Mientras tanto, en lugar de concentrarte en todo aquello que rodea al “estigma” del “suicidio”, concéntrate en tu propia curación y supervivencia.
* Es fácil y hasta natural que te inclines a sentirte responsable de la decisión de tu hijo, o que responsabilices a tu cónyuge, o a otras personas por ello; pero hacer esto suele ser contraproducente y no ayuda a nadie . Evita también caer en la tentación de esforzarte en buscar una explicación de porqué tu hijo se suicidó. Tampoco ayuda.
* El suicidio no es hereditario. Es una decisión individual, y una cuestión individual. Sin embargo recuerda que el suicidio de un miembro de la familia puede tener una profunda influencia en otros miembros de ella.
3.- CULPABILIDAD
* Sentimientos de culpabilidad te asaltarán frecuentemente, y saldrán a la superficie siste- máticamente. Te encontrarás más seguido de lo que imaginas repitiendo la frase: ”...si sólo hubiera...”. Es posible que necesites sentirte culpable por un tiempo, hasta que comprendas y adviertas que tu no eres responsable, así como tampoco culpable de la propia decisión de tu hijo. Algunas veces es absolutamente necesario profundizar un sentimiento para poder, definitivamente alejarte finalmente de él. Cree en ti mismo. Eres humano y , en consecuencia, admite tus limitaciones.
4.- RESENTIMIENTO
* Resentimiento o sentirte “dolido” o “herido “ respecto de tu hijo puede ser una parte natural del trauma, y hasta es frecuente expresar tus sentimientos más profundos de “...Cómo pudiste hacerme esto a mí y cómo pudiste hacerte esto a ti mismo...”. Intente encontrar maneras constructivas para expresar este sentimiento, dando lugar a que la cicatrización de tu herida y tu recuperación , finalmente, puedan tener lugar. Expresa tus sentimientos; permite que “saliendo” tu sentimiento se agote; llora si quieres y deja que la herida cierre.
5.- ¿POR QUÉ?
* Es natural que te preguntes por qué. Y para ti es casi una necesidad. No puedes evitar formular la pregunta, aún cuando conoces que –por lo general – no hay respuestas cla-ras. O que no las encontrarás. Es importante que aprendas a pelear con esa pregunta, y a lidiar con ella, para que finalmente puedas dejarla de lado..Continuar preguntándote “por qué” durante años, puede convertirse para ti en una “obsesión“ que resultará des-tructiva para ti y los que te rodean.
6.- DEPRESIÓN
* Falta de atención, incapacidad para concentrarte y sentimientos de que no tienes ya nada por que vivir pueden ser partes del proceso de duelo y tristeza. Una actividad física mo-derada puede ser un medio de combatir la depresión. Permite que tu familia y tus amigos te cuiden y te brinden cariño. Tu no tienes obligación de ser fuerte. Mantente siempre en estrecho contacto con las personas que aprecias y consideras.

7.- CUESTIONES ESPIRITUALES
* Frecuentemente, frente a la pérdida de un hijo, y especialmente en los casos de suicidio, los padres se ven sumidos en una profunda crisis de fe, y cuestionan sus creencias reli-giosas, o sus sentimientos respecto de Dios. El enfrentamiento de la existencia de vida después de la muerte, también es un conflicto que suele salir a la superficie. Interrogarse para determinar “Por qué Dios permitió que esto pasara” no tiene sentido, pues es una pregunta que no podemos, ni estamos en condiciones de responder: como tantas otras preguntas respecto de imperfecciones; en este mundo. Si crees en Dios , intenta rezar para llegar a sentir paz interior , en lugar de buscar respuestas. Del mismo modo, es importante, y puede ayudarte, que te contactes con otros padres que han perdido hijos por suicidio, e intercambies con ellos experiencias, sentimientos, y converses sobre los aspectos espirituales de sus propias experiencias,
* Para todo aquello que concierna a las cuestiones espirituales, si eres creyente, busca alguna persona cálida, amable y que no desee juzgarte –ni a ti ni a tu hijo – que sea sacerdote o ministro de tu fe, y ábrele tu corazón.
8.- EJERCICIOS DE SUPERVIVENCIA
* En familia, hablen entre Uds., acerca de la muerte del ser querido; dialoguen sobre su pérdida y su dolor. Recuerden juntos los tiempos buenos, y los no tan buenos, Todos los miembros de la familia sufren su dolor y desarrollan su proceso de duelo de una manera propia. Traten de entender esto. Es mejor expresar los sentimientos que internalizarlos. Llorar es saludable y terapéutico.
* Puede resultarte de ayuda escribir tus propios sentimientos o escribir una carta a tu hijo muerto, expresándole todas las cosas que no pudiste o no supiste decirle antes de su muerte. Para muchas personas , es una buena manera de decirles adiós
* Deja que los amigos te ayuden. Cuando ellos te preguntan que pueden hacer para ayudar-te, no te sientas afligido por decirles realmente cuáles son tus necesidades y como pueden ayudarte. Eso también los ayudará a ellos.
* Puede ser beneficioso llegar a participar en grupos de autoayuda. A través de un accionar común con otras personas que han transitado la misma senda de tu dolor, puedes ganar comprensión de tus reacciones y aprender caminos para superar tu dolor. Busca también ayuda profesional , si ésta resultara necesaria para ti o para tu familia.
* Date tiempo, tiempo... y más tiempo. Lleva meses, inclusive años, abrir tu corazón y tu mente para llegar a superar el dolor. ELIGE SOBREVIVIR; aunque hoy te parezca algo absurdo. Date tiempo a ti mismo, y podrás lograrlo.

lunes, 2 de agosto de 2010

QUÉ DIFÍCIL ES HABLAR DE LA MUERTE

“Qué difícil que es hablar de la muerte cuando afuera el sol ilumina el verde brillante de las hojas, las gotas de rocío en el pasto, las flores blancas del laurel… en realidad es difícil hablar de la muerte en cualquier circunstancia, en cualquier lugar. Tiene que ver con negar la existencia de una certeza.


Todos sabemos que vamos a morir, que es inevitable y, sin embargo, haremos lo imposible por negarlo y damos la espalda cuando “le pasa a los demás”.

Hasta que un día nos pasa a nosotros; le pasa a seres que amamos más que a nada en el mundo... le pasa, incluso, a nuestros hijos, quienes nos enseñaron una insospechada forma de amar, que teníamos reservada sólo para ellos.

Y de entre todas las diversas formas de morir un hijo, el suicidio está entre las más duras y trágicas para los seres que quedan, generalmente, sumidos en un dolor que no conoce iguales y en una incredulidad que les hará repetirse, una y otra vez: ¿por qué? al mismo tiempo que se reprochan el “no haberse dado cuenta” de lo que iba a suceder para evitarlo y, de aquí en más, comenzarán el largo y angustiante camino de las culpas que los acosarán día y noche y no los dejarán vivir, dormir, respirar.

Se culpan ellos, culpan a otros, culpan a Dios y aún quizá, lo que les causa tanto más desasosiego, culpan a los hijos que decidieron irse de esa manera. El dolor no parece tener límites, las nociones de castigo los asechan y quizá, también, la mirada de los demás que creen verlas, aun cuando no lo sean, como acusadoras.

Pero, así como sabemos poco y nada sobre la muerte y el proceso de morir, lo que nos hace difícil consolar a los que sufren, especialmente a un padre que pierde hijos, menos sabemos sobre cómo hablar al padre cuyo hijo se quitó la vida.

Y lo que es más aún, poco y nada sabemos de lo que lleva a un niño o a un joven a suicidarse.

A veces "parecen" haber causas directas, muchas otras no, y los padres se debatirán en un sin fin de explicaciones tentativas, buscando el sosiego y la paz que parece haberlos abandonado para siempre.

Y es tratando de comprender qué llevó a su hijo de apariencia y vida normal, a tomar decisión tan extrema, como los padres de los hijos que deciden terminar con sus vidas, pueden perder la paz.

Elizabeth Lukas, discípula de Víctor Frankl, llega a una conclusión: “cada persona responde a la vida de una manera individual.”

Víctor Frankl, dice en sus libros, que el hombre en su búsqueda de un sentido para su vida, a veces, pareciera no encontrarlo en esta tierra, lo que puede motivarlo a esperar hallarlo “del otro lado”, porque si así no fuese, no tomaría decisión alguna.

Se fueron de nuestra vida “dando un portazo”, sin pedirnos permiso, pero se fueron. Consideremos, por un momento, dárselo para que la partida sea menos dolorosa, para que ellos sepan que los amamos por sobre todo y a pesar de todo, y que no los juzgamos. Respetémosles su decisión de partir, aún de esa manera, a pesar del dolor. Quizás palabras similares a éstas puedan señalar el comienzo del retorno a la paz interior: Hijo querido, hasta aquí llegamos juntos. Tú has decidido seguir tu propio camino, has decidido partir. Yo te respeto, te quiero y deseo que seas feliz, que Dios te bendiga.

Es el amor que nos enseña, porque, detrás, alrededor, y dentro del dolor que debemos vivir, está el amor, que es lo único que nos puede salvar del abismo.

Elizabeth Lukas reflexiona que no importa cuan irrevocables sean los hechos, la logoactitud “ayuda a la gente a darse cuenta que todavía les queda una elección: elegir la actitud que adoptarán frente a esas situaciones. Pueden aceptarlas o condenarse a sí mismos o al mundo, pueden mostrar coraje y confianza en el futuro, o desesperanza.

Es su decisión: el destino más cruel no tiene el poder de decidir cómo deben ellos enfrentarse a él.”

Si encontramos una actitud positiva, al enfrentarnos a circunstancias extremadamente negativas, encontramos un gran consuelo en el hecho de que no necesitamos perder autoestima; podemos, aún, con orgullo, llevar nuestro sufrimiento con dignidad y ser, así, un ejemplo para otros padres en sus propias tragedias.

Por su parte, Elisabeth Kübler-Ross nos dice que las partidas prematuras – sean cuales fueren las causas - son una lección de amor incondicional, y, nuestros hijos, los maestros del verdadero y desinteresado amor, aquel que no tiene reclamos ni expectativas, que ni siquiera necesita de su presencia física.

Dejando fluir estos sentimientos en nuestro interior, daremos paso al nacimiento de un nuevo ser en nosotros. Un ser capaz de disfrutar nuevamente del sol y de la naturaleza en todo su esplendor, un ser que no resentirá la vida, porque ha comprendido la muerte. Que no rechazará el dolor, porque ha sabido aprender de él, y que se acercará a otros que sufren, ayudándolos a realizar su propio aprendizaje hasta encontrar la luz”.

domingo, 18 de julio de 2010

PARA PENSAR...

"SI AMAMOS A ALGUIEN CON SINCERIDAD,
SI ESE ALQUIEN FUE SIGNIFICATIVO EN NUESTRA VIDA,
SI ESE ALGUIEN NOS IMPORTÓ
LA MUERTE NO BORRA AQUELLO QUE ESA PERSONA DESPERTÓ EN NOSOTROS.
EL RECUERDO ES LA ÚNICA POSIBILIDAD DE MANTENER VIVA
LA MEMORIA Y EL AMOR"
                                                                                                                                                                                  Diana Libermann
                                                                                                           

VIVIR LA VIDA TRATANDO DE ACEPTARLA

(Por Alicia y Gustavo Berti)
“Cuando las circunstancias no pueden ser cambiadas, el sufrimiento le da un sentido nuevo a nuestras vidas, frente a nosotros mismos, frente a nuestros hijos, frente a la comunidad, frente a la vida, frente a la muerte, frente a Dios o como cada uno lo sienta.

Y a partir de ahí, vivir nuestra vida tratando de aceptarla tal como es, vivirla con coraje, no escapándose de ella, no ocultándose de ella, enfrentándola con valentía.”
“La tristeza es parte inevitable de lo que sentimos durante un tiempo y no podemos rechazarla; nosotros hemos llegado a un punto tal, que no queremos aceptar los sentimientos que no nos gustan, todo es “compre ya…”, “llame ya…”, “compre esto…” y hemos llegado a creer que hasta podemos “comprar” la ausencia o la cura de algunos sentimientos que no nos gustan, pero son nuestros; yo no puedo transferirle mi pena ni mi tristeza a otro, es mía, la tengo que vivir yo; ahora, ¿por qué yo voy a estar contento de mis alegrías? y ¿por qué voy a querer mis alegrías y voy rechazar mis tristezas? son mías, tengo que vivirlas, tengo que aprender a convivir con ellas.
Todos rechazan la muerte, pero la muerte entró en nuestras casas, nos dejó una cama vacía, nos dejó un lugar vacío en la mesa y ¿vamos a convivir hasta el día de nuestra muerte con un enemigo?, ¿vamos a vivir con un enemigo dentro de casa?, no podemos; tenemos que hacernos amigos; ésa es una tarea, una tarea propia.
Los sentimientos son parte de la naturaleza del hombre y la naturaleza cambia, un día está nublado, otro día hay sol, a veces viene un temporal por varios días y después el sol siempre vuelve a aparecer y la tristeza, eventualmente, algún día se va, pero, mientras tanto, veamos qué experiencias, qué vivencias me deja la tristeza, ¿cómo me cambia?, ¿en qué medida ese sentimiento que antes no lo tenía, en qué medida me cambia? ¿me hace más receptivo al dolor de los demás?, entonces, bienvenido sea, ¿me hace más solidario?, bienvenido sea.
Entonces, no es la tristeza en sí, sino lo que nosotros hacemos con la tristeza, podemos tirarnos en la cama, o podemos utilizarla para bien, eso depende de cada uno.”
“Siempre es nuestra la responsabilidad como viviremos nuestra vida, como la viviremos cada día.
Yo me levanto y elijo lo que cada día voy a hacer de mi vida; soy yo quien voy a proponerme llorar, porque el llanto es lo que yo siento por mi hijo o voy a levantarme con deseos de hacer algo en su homenaje que no sean las lágrimas.”
“Mi destino será transformarme en una mejor persona, más solidaria, más compasiva a raíz de la muerte de un hijo.”
“Cuando los padres comienzan a darse cuenta, que nunca una persona que ha perdido un hijo volverá a ser la misma, que algo cambia para siempre, es aquí donde Renacer se abre al análisis existencial.”
“El grupo funciona como un grupo de análisis existencial, el que continuará a lo largo de toda la vida.”
“La respuesta es siempre la misma: el salto hacia nuestra dimensión espiritual, donde encontraremos los recursos necesarios para reinsertarnos en la sociedad a través de una vida productiva y plena de sentido.”
“Nos van a seguir pasando cosas en la vida, pero les aseguro que Renacer nos da esa fuerza, nos da esa visión tan maravillosa, tan fuerte, tan sabia de la vida, que hace que no importa lo que la vida nos presente a cada instante: vamos a poder y saber enfrentarlo, lo vamos a hacer, lo hacemos, lo hacemos cada día. En circunstancias diferentes, nos van a seguir pasando cosas, porque así es la vida y es la fortaleza y es la sabiduría que uno aprende en Renacer, la que nos ayudará a seguir viviendo una vida plena de sentido, no importa lo que ocurra.”
“Dentro nuestro hay recursos interiores tan fuertes, tan increíbles, que se descubren, justamente, frente a crisis como ésta y nos damos cuenta que se puede.
Hay cosas hermosas que uno descubre a partir de esto que nos pasó.”. . .

sábado, 26 de junio de 2010

LO REALMENTE VALIOSO ES EL HECHO DE AYUDAR A OTRO SER SUFRIENTE

Extracto de la carta de Alicia y Gustavo Berti titulada “Renacer no debe terminar siendo un grupo de duelo” del 15 de abril de 2010.


Ese camino final de humanización que propugna Renacer se basa en la dedicación al Otro cuya presencia me reclama en un grito silencioso que pide “no me abandones en mi dolor” llamado ante cual no podemos permanecer impasibles a riesgo de desprendernos de nuestra propia humanidad, y es en respuesta a esta llamada que surge la ayuda mutua que es parte indisoluble del ser humano y que el hombre—particularmente en sus grandes crisis— al vivir su vida no sólo que ex-siste (vive) sino que además ex-plica (desenvuelve)la ayuda mutua, aunque no pueda definirla y menos aún conocerla como tal.

Hemos trabajado en la búsqueda de un marco referencial adecuado para facilitar la reproducción de la experiencia sin que medie la presencia de los creadores y hemos comprobado que la Logoterapia y el Análisis Existencial de Viktor Frankl son los más adecuadas para esta tarea. El propio Frankl, en su libro “Psicoanálisis y Existencialismo”, afirma que “la Logoterapia guarda relación, por lo común, con hombres que sufren espiritualmente, pero que no deben ser considerados como enfermos en sentido clínico”

Inicialmente los grupos se llamaron de autoayuda, pero a medida que transcurrió el tiempo los integrantes comenzaron a darse cuenta que lo realmente valioso era el hecho de ayudar a otro ser sufriente, que en la medida que se preocuparan mas por el dolor del otro menos intenso era el propio y concluyeron que “el alivio” de su dolor era el resultado de la ayuda al otro, aún cuando inicialmente había sido la meta inicial. En palabras de Levinas “No soy el otro; no puedo ser sin el otro”

RECONOCIMIENTO A LOS PADRES DE BEBÉS FALLECIDOS

(Por Carmen Velardi de Zorzoli-Mamá de Renacer Buenos Aires)


A los padres que hemos perdido hijos pequeños adolescentes o adultos nos resulta difícil, en un primer momento, comprender el dolor que experimentan los papás que sufren la pérdida de un bebé nacido sin vida, de pocas horas, días o meses, o aún en gestación.

-Sin- darnos cuenta y sumergidos en nuestro dolor, creemos que nuestro sufrimiento es muchísimo más grande, sin pensar que el dolor por la pérdida de un hijo no puede medirse por sus edades.

A través de tantos testimonios escuchados en el grupo, pude comprender que así como la forma en que mueren, al tiempo deja de tener importancia, las edades de nuestros hijos no influyen en la intensidad de nuestro dolor.

Esas mamás y papás con pérdidas de bebés se acercan a Renacer buscando lo mismo que buscamos todos: Ayuda y Contención para transitar el duelo.

Sus testimonios nos hablan de la desprotección que sufren en su entorno familiar y de amigos que, a veces, acuerdan un pacto de silencio o presionan para que se recompongan rápidamente, creyendo que al ser hijos que han vivido tan poco tiempo, deben ser olvidados.

Escuchamos frecuentemente que les dicen frases como: “Son jóvenes”, “Ya tendrán otros hijos”, ‘Tienen la vida por delante”…

¿ Es que acaso por ser jóvenes se sufre menos?

¿ No podríamos pensarlo a la inversa, que justamente por ser jóvenes se está menos preparado para un dolor así?

¿ Pueden otros hijos reemplazar al que se fue?

¿ Qué se quiere decir con tener toda la vida por delante?

Esos hijos que ya no están, cualquiera sea su tiempo de vida, fueron concebidos con amor, fueron amados antes de nacer, desde el primer momento se elaboraron proyectos, expectativas, ilusiones.

Han pasado fugazmente por la vida, pero esos padres quedaron al igual que nosotros con un montón de esperanzas truncas.

Ayudémoslos con nuestro amor y nuestra comprensión para que encuentren el camino que vinieron a buscar. No nos equivoquemos discriminando su dolor, pues nadie posee la vara para medirlo.

Abramos nuestros brazos para que encuentren refugio y puedan con nosotros decir :”SI A LA VIDA A PESAR DE TODO”.

viernes, 25 de junio de 2010

¿POR QUÉ ESTAMOS EN RENACER?

Por Alicia y Gustavo Berti
“La mayoría de los padres dolientes que se acercan a Renacer, lo hacen porque no les gusta la forma en que están viviendo sus vidas, esto implica un deseo, consciente o no, de lograr una transformación interior de ser, de alguna manera, diferentes.


Se acercan no sólo porque han perdido un hijo, sino, porque habiéndolo perdido, no quieren seguir viviendo como lo están haciendo, es decir, que se dan cuenta que necesitan un proyecto de vida, pues no todo termina cuando se va un hijo, más bien, muchas cosas comienzan cuando se va un hijo, la tarea es descubrir qué es lo que comienza en la vida después que se va un hijo, qué es lo que comienza que valga la pena, qué es lo que comienza que tenga el mismo valor que ese hijo que se fue, ese es el desafío para todos nosotros.

¡Cuánto tenemos todavía para vivir! ¡Cuánto valor hay todavía en la vida! ¡Cuánto para hacer, para dignificar y para proteger la vida! Comencemos a hacerlo ya, si no lo hemos hecho antes y, si ya lo hicimos, sigamos haciéndolo; no nos quedemos cortos, porque nuestros hijos, los que están, los que no están, los que nos rodean, todo, la vida merece nuestro mejor esfuerzo siempre y por toda la vida.

Cuando parte un hijo, de repente, uno se encuentra aislado, solo con su dolor, solo consigo mismo, todo cambió; se rompió la conexión con el mundo, se rompió la conexión con el otro, se rompió el puente que nos unía al mundo y a los demás.

Entonces, tenemos que volver a construir ese puente que nos va a llevar otra vez a relacionarnos con el mundo y con los demás.

Construimos ese puente cuando nos acercamos al otro, cuando renunciamos a algo que es del propio yo, cuando renunciamos a lo que sentimos, cuando renunciamos a como estoy, por los demás.

Cuanto más pronto consideremos qué piensa y siente el otro, mejor nos vamos a sentir.

Cuando renunciamos a nuestro yo, por algo que no es nuestro yo, estamos renunciando a algo menos elevado, por algo más elevado y lo haremos por aquellos que nos necesitan y, en última instancia, lo haremos por ese hijo que nos está diciendo: ¿eso es todo lo que puedo esperar de ustedes?

Yo sé que eso no es todo lo que mi hijo espera de mí y sé, igualmente, que ninguno de sus hijos esperaría de ustedes la línea del menor esfuerzo.

Yo elijo lo que voy a hacer con mi vida, yo elijo como voy a llevar mi dolor, si lo voy a llevar buscando moneditas por el suelo o lo voy a llevar con dignidad porque así se lo merece mi hijo, porque así se lo merecen los hijos que me quedan.

La tristeza viene sola, la podemos cultivar como una manera de ser en el mundo, viviendo a medias, también podemos vivir así toda la vida, pero ¿Quieren, realmente, vivir así?

Yo quiero renunciar a esa manera de vivir, por una mejor manera y lo hago por todos, lo hago por ellos, lo hago por los que me rodean y lo hacemos cada día de nuestra vida por todos.

No me voy a sentir bien por una varita mágica que me toque y me diga a partir de ahora ya todo va a estar bien, no, no es así, es el esfuerzo de ir construyendo día a día, ese puente que me va a llevar, otra vez, a la vida plena, otra vez, a considerar al otro en mi vida.

Es natural estar triste ¿verdad? Es natural llorar un poquito, extrañarlo, pero no esa desesperación, no ese desasosiego interior que no puedo estar ni consigo mismo ni dentro de uno mismo, siendo como extranjero dentro del propio cuerpo, eso es lo que no puede ser.

Hay que elevarse como dice Víctor Frankl, en “las alas indómitas del espíritu”, elevarse por encima de lo que nos está pasando, por amor a ese ser tan amado y a los que quedan.

A veces, alguien piensa que ya no puede hacer nada por él o por ella, ¡cómo que no va a poder hacer nada!

Se puede renunciar al dolor desesperado por él o ella, se puede renunciar a sentir esa pena prolongada y hacer el esfuerzo, porque ellos merecen nuestro mejor esfuerzo, y siempre va a ser nuestra la responsabilidad de cómo vamos a vivir cada día de nuestra vida.

¿Qué vamos a hacer con esto que nos pasó? porque una cosa es lo que nos pasó y otra muy diferente es lo que hacemos con esto que nos pasó.

Nosotros siempre decimos que Renacer es un oasis, no es el lugar a donde yo voy a descargar todas mis broncas, todas mis tristezas, porque eso realmente lo puedo hacer en muchos otros lugares o a solas, en el baño en mi casa.

Estamos en Renacer no solamente porque hayamos perdido un hijo, estamos en Renacer porque queremos aprender a vivir de una manera que incluya amorosamente a nuestros hijos, que recupere el recuerdo amoroso de nuestros hijos sin lágrimas, que podamos hablar de ellos sin lágrimas.

Allí es donde el grupo acompaña a cada uno de sus integrantes a dar ese gran salto, le apoya y fortalece, le da las herramientas para ese cambio que, después de todo, sólo puede hacerse en la más absoluta soledad existencial.

No hablamos de compartir el dolor, sino de trabajar juntos para encontrar sentido al sufrimiento que nos toca vivir, para que cuando nos toque partir no nos haya quedado nada sin hacer, no nos haya quedado amor por dar.”

jueves, 24 de junio de 2010

¿ES POSIBLE CELEBRAR LA TRISTEZA?

Osho


No te identifiques con la tristeza. Transfórmate en su testigo y disfruta del momento de tristeza, porque la tristeza tiene su propia belleza. Nunca te has fijado en ello. Te identificas tanto, que nunca penetras en la belleza de un momento triste. Si te fijas, te sorprenderás de los tesoros que te has estado perdiendo. Fíjate: cuando eres feliz nunca eres tan profundo como cuando estás triste. La tristeza tiene profundidad; la felicidad tiene algo de superficial. Observa a la gente feliz.

Los que pretenden ser felices—los playboys y playgirls que encontrarás en los clubs, en los hoteles, en los teatros—siempre están sonriendo y burbujean felicidad. Los encontrarás insípidos, superficiales. No tienen ninguna profundidad. La felicidad es como las olas, solamente superficial; vives una vida trivial. Pero la tristeza tiene algo de profundo. Cuando estás triste no es como las olas en la superficie, es como la profundidad misma del Océano Pacífico; millas y millas.

Sumérgete en su profundidad, obsérvala. La felicidad es ruidosa; la tristeza tiene un cierto silencio. La felicidad puede ser como el día, la tristeza es como la noche. La felicidad puede ser como la luz, la tristeza es como la oscuridad. La luz va y viene; la oscuridad permanece, es eterna. La luz se presenta a veces; la oscuridad está siempre ahí. Si penetras en la tristeza sentirás todas estas cosas. De pronto te darás cuenta que la tristeza está ahí como un objeto, tú la estás observando, eres testigo de ella, y repentinamente empiezas a sentirte feliz. ¡Qué bella es la tristeza!

Una flor de la oscuridad, una flor de eterna profundidad. Como un abismo sin fondo, tan silenciosa, tan musical; no hay ruido en absoluto, ninguna perturbación. Uno puede ir cayendo en ella incesantemente y uno puede salir de ella absolutamente rejuvenecido. Es un descanso.

Depende de la actitud. Cuando te entristeces piensas que te ha sucedido algo malo. El que algo malo te ha ocurrido es sólo una interpretación y entonces tratas de escapar. Nunca meditas sobre ello. Luego quieres ir a ver a alguien; a una fiesta, al club, o enciendes la televisión o la radio, o empiezas a leer el periódico; haces algo para poder olvidar. Esta— que la tristeza es algo malo—es una actitud errónea que te ha sido transmitida: No hay nada malo en ella. Es otro polo de la vida.

La felicidad es un polo, la tristeza es el otro. La dicha suprema es un polo, la infelicidad es el otro. La vida es ambos. Una vida de pura dicha tendrá extensión, pero no tendrá profundidad. Una vida de pura tristeza tendrá profundidad, pero no tendrá extensión. Una vida de ambas, tristeza y felicidad, es multidimensional; se mueve en todas las direcciones conjuntamente. Fíjate en la estatua de Buda o, a veces, mira mis ojos y encontrarás ambas; encontrarás una felicidad que contiene también tristeza, una paz y también una tristeza. Porque esa tristeza le da profundidad. Observa la estatua de Buda: dichoso, sin embargo triste. La propia palabra “triste” te da connotaciones equivocadas de que algo está mal. Esa es tú interpretación.

Para mí, la vida es buena en su totalidad. Y cuando entiendes la vida en su totalidad, sólo entonces puedes celebrarla; de otro modo no. Celebración significa: cualquier cosa que suceda no importa, la celebraré. La celebración no está condicionada a ciertas cosas: “Cuando sea feliz lo celebraré” o “Cuando esté triste no lo celebraré”. La celebración es incondicional; celebro la vida. Si trae infelicidad, bien, lo celebro. Si trae felicidad, bien, lo celebro. La celebración es mi actitud, independientemente de lo que la vida traiga.

Pero cada vez que utilizo las palabras, surge un problema. Esas palabras tienen connotaciones en tu mente. Cuando digo “celebra”, tú piensas que uno tiene que estar feliz. ¿Cómo puede uno celebrar cuando está triste? No estoy diciendo que uno tenga que estar feliz para celebrar. La celebración es gratitud por cualquier cosa que la vida te dé, cualquier cosa que Dios te dé. Celebración es una gratitud, es estar lleno de agradecimiento. Os lo he contado y os lo contaré otra vez…

Un místico sufí, muy pobre, marginado, hambriento y cansado de viajar llegó a un pueblo por la noche y nadie le aceptó. Era un pueblo de gente muy ortodoxa y cuando hay musulmanes ortodoxos es muy difícil persuadirles. Ni siquiera querían alojarlo en el pueblo. La noche era fría y estaba hambriento, agotado, temblando, sin suficiente ropa. Estaba sentado en las afueras del pueblo, bajo un árbol. Sus discípulos estaban sentados allí muy deprimidos, muy tristes e incluso enojados.

Y entonces empezó a rezar diciendo a Dios: “¡Eres maravilloso! Siempre me das todo lo que necesito”. Esto fue demasiado. Un discípulo le dijo: “Espera, ahora estás yendo demasiado lejos, especialmente esta noche. Estas palabras son falsas. Estamos hambrientos, cansados, sin abrigo y nos espera una fría noche. Hay animales salvajes por todos lados, hemos sido rechazados por la gente del pueblo, estamos sin refugio. ¿Por qué le estás dando gracias a Dios? ¿Qué quieres decir cuando dices: “Siempre me has dado lo que necesito”?

El místico dijo: “Sí, y lo repito otra vez: Dios me da todo lo que necesito. Esta noche necesito pobreza, esta noche necesito ser rechazado, esta noche necesito tener hambre, estar en peligro. De otra manera ¿por qué me estaría dando? Debe de ser que lo necesito. Es lo que necesito y tengo que estar agradecido. ¡El cuida tan bien de mis necesidades! ¡Es realmente maravilloso!”

Esta es una actitud que no depende de la situación. La situación no es importante. Celebra, ante cualquier suceso. Si estás triste, celebra por estar triste. Haz la prueba. Haz solamente la prueba y te sorprenderás; sucede.

¿Estás triste? Empieza a bailar, porque la tristeza es muy bella, ¡Silenciosa flor del ser! Baila, disfruta, y de pronto sentirás que la tristeza está desapareciendo; se crea una distancia. Poco a poco olvidarás la tristeza y estarás celebrando. Habrás transformado tu energía.

Esto es alquimia: transformar los metales comunes en el oro más puro. La tristeza, la ira, los celos; metales bajos que pueden ser transformados en oro porque están constituidos por los mismos elementos que el oro. No hay diferencia entre el oro y el hierro, porque tienen los mismos elementos, los mismos electrones. ¿Has pensado alguna vez que un trozo de carbón y el más preciado de los brillantes del mundo son la misma cosa? No hay ninguna diferencia. En efecto, el carbón comprimido por la tierra durante millones de años se convierte en diamante. Sólo una diferencia de presión, pero ambos son carbón, ambos están constituidos por los mismos elementos.

Lo más bajo puede ser transformado en lo más alto. A lo bajo no le falta nada.

Sólo se necesita una redistribución, una recomposición. La alquimia no es más que esto. Cuando estés triste, celebra y le estarás dando una nueva composición a la tristeza. Le estás aportando algo que la transformará. Le estás aportando celebración. ¿Está enojado? Entrégate a una hermosa danza. Al principio el baile será agresivo, violento. Poco a poco, se hará más suave y más suave y más suave; entonces de pronto, te habrás olvidado del enojo. La energía habrá cambiado, se habrá convertido en danza.

Pero cuando estás enojado, no eres capaz de pensar en bailar. Cuando estás triste no eres capaz de pensar en cantar. ¿Por qué no hacer de tu tristeza una canción? Canta, toca tu flauta. Al principio las notas serán tristes, pero no hay nada malo en una nota triste. ¿Has oído? A veces, en la tarde, cuando todo está caliente, todo quema, cuando todo es fuego a tu alrededor, de pronto, desde un huerto de mangos, puedes oír un pajarito que empieza a cantar. Al principio la nota es triste. Está llamando a su amada, a su amor, en una tarde muy calurosa. Todo es fuego alrededor, está ansioso de amor. Una nota muy triste, pero bella. Poco a poco, la nota triste se convierte en una nota alegre. La amante empieza a responderle desde otro bosquecillo. Ahora ya no es una tarde calurosa; todo se refresca en el corazón. Ahora la nota es diferente. Cuando la amante responde, todo ha cambiado. Es un cambio alquímico. ¿Estás triste? Empieza a cantar, a rezar, a bailar. Lo que puedas hacer, hazlo, y poco a poco, el metal más bajo se transformará en el más alto, en oro. Una vez que conozcas la llave, tu vida no volverá a ser nunca la misma. Podrás abrir cualquier puerta. Y ésta es la llave maestra: celebrarlo todo.

He oído la historia de tres místicos chinos. Nadie conoce sus nombres. Se les conocía solamente como “Los Tres Santos que ríen” , porque nunca hicieron otra cosa, simplemente se reían… Iban de un pueblo a otro, riéndose. Se paraban en la plaza donde estaba el mercado y se reían a carcajadas: Todo el pueblo les rodeaba. La gente acudía a verlos, cerraban las tiendas y los clientes se olvidaban de para qué habían venido. Estos tres hombres eran realmente hermosos, riendo y con sus vientres estremeciéndose. Esto se volvía contagioso y pronto los demás empezaban también a reír. Entonces todo el mercado reía. Habían cambiado la atmósfera del mercado. Y si alguien decía: “Decidnos algo”. Ellos contestaban: “No tenemos nada que decir. Simplemente reímos y la atmósfera cambia”. Hace sólo unos momentos éste era un lugar desagradable donde todos pensaban únicamente en el dinero; ansiosos de dinero, ambiciosos. El dinero lo era todo. De pronto estos tres locos llegaron y empezaron a reír y así cambiaron el ambiente mismo de todo el mercado.

Ahora nadie era un cliente. Se habían olvidado de que habían ido a comprar y a vender. Nadie se preocupaba de obtener un beneficio. Reían y bailaban alrededor de aquellos tres locos. Durante unos segundos se abría un nuevo mundo.

Viajaban por toda la China, de un lugar a otro, de aldea en aldea, solamente ayudando a la gente a reír. Gente triste, enojada, gente codiciosa, celosa; todos empezaban a reír con ellos. Y muchos comprendieron la clave: te puedes transformar.

Entonces, ocurrió que en una de las aldeas uno de los tres murió. La gente del pueblo se reunió y dijo: “Ahora sí que habrá problemas. ¡Ahora veremos si se ríen! Su amigo ha muerto; seguro que llorarán”. Pero cuando llegaron, los dos estaban bailando, riendo y celebrando la muerte. La gente del pueblo decía: “Esto es demasiado. Es de mala educación. Cuando un hombre muere es una irreverencia reír y bailar”.

Y ellos dijeron: “¡No sabéis lo que ha pasado! Los tres siempre pensábamos cuál de nosotros moriría primero. Este hombre ha ganado; hemos sido derrotados. Toda la vida hemos reído con él. ¿Cómo podríamos darle el último adiós de otra manera? Tenemos que reír, tenemos que disfrutar, tenemos que celebrar. Esta es la única despedida posible para un hombre que ha reído toda su vida. Y si no reímos, él se reirá de nosotros y pensará:” ¡Qué tontos! ¿Así que otra vez han caído en la trampa?” Para nosotros no ha muerto. ¿Cómo puede la risa morir, cómo puede la vida morir?” La risa es eterna, la vida es eterna, la celebración continúa. Los actores cambian, pero el drama continúa. Las olas cambian, pero el océano continúa. Ríes, cambias y algún otro ríe, pero la risa continúa. Celebras, algún otro celebra, pero la celebración continúa. La existencia es continua, es un continum. No hay ni siquiera un solo momento de vacío en ella. Pero la gente del pueblo no podía entenderlo y aquel día no podían participar de la risa.

El cuerpo estaba a punto de ser incinerado y la gente del pueblo decía: “Le bañaremos, tal como establece el ritual”. Pero los dos amigos dijeron: “No, nuestro amigo ha dicho: `”o llevéis a cabo ningún ritual, no me cambiéis de ropas y no me bañéis Tal y como estoy, ponedme en la pira crematoria”. Estas son sus instrucciones”.

Y entonces, de repente, sucedió algo extraordinario; aquel viejo les había gastado su última broma. Había escondido bajo su ropa fuegos artificiales y cuando colocaron el cuerpo sobre el fuego, de pronto hubo ¡Diwali! (*) Entonces todo el pueblo empezó a reír. Los dos locos, sus amigos, se pusieron a bailar y todo el pueblo empezó a bailar también. No era una muerte, era una nueva vida Ninguna muerte es muerte, porque cada muerte abre una nueva puerta; es un principio. La vida no tiene fin, siempre hay un nuevo principio, una resurrección.

Si cambias tu tristeza por celebración, también serás capaz de transformar tu muerte en una resurrección. Así que aprende el arte mientras todavía hay tiempo. No dejes que la muerte llegue antes de que hayas aprendido la secreta alquimia de cambiar los metales inferiores en metales superiores. Porque si puedes cambiar la tristeza, puedes cambiar la muerte. Si puedes celebrar incondicionalmente, cuando la muerte llegue, serás capaz de celebrar, partirás feliz. Y cuando te vas celebrando, la muerte no te puede matar. Al contrario, tú has matado a la muerte. Pero empieza, haz una prueba. No hay nada que perder. Pero la gente es tan tonta que incluso cuando no hay nada que perder, no quieren hacer la prueba. ¿Qué puedes perder?

Vida, amor, risa.