A pesar de todo... Sí a la Vida

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Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



viernes, 4 de junio de 2010

EL GRUPO SE DEBE A LOS PADRES NUEVOS

Ayuda a transitar el camino el hecho de que que el grupo se deba, por encima de todas las cosas, a los padres nuevos y a los que más sufren. Para hacerlo propone una tarea basada en la autotrascendencia, el sacrificio y la autorrenuncia. Por autotrascendencia entendemos la capacidad del ser humano de orientarse a algo o alguien que no es él mismo, como es una persona a quien amar, una tarea que cumplir, o bien hacia algo no concreto, como sucede con los valores de actitud que, si bien emanan del hombre, no están dirigidas a sí mismo, sino a la vida, a Dios, o a nadie en particular. Estos tres sentidos de nuestra autotrascendencia confluyen en uno sólo, como quizás en ninguna otra ocasión en la vida, en los grupos de ayuda mutua: el ser sufriente a quién amar se vuelve la tarea a cumplir a través de los valores de actitud. Esta dedicación sin reparos a aquellos padres que recién ingresan o son más nuevos tiene una recompensa, no buscada, de enorme valor, que reside en el hecho existencial de producirse el olvido del propio dolor al preocuparnos por el dolor de los demás.

Esta dedicación a los padres más nuevos suele ser cuestionada por algunos padres con mayor antigüedad en los grupos, quienes expresan su interés por “continuar creciendo”, por seguir en el camino del “crecimiento “interior” y ven este camino dificultado por esa dedicación. A esto contestamos con el mayor de los énfasis que el “crecimiento interior” tan buscado consiste en la cada vez más cercana aproximación a la compasión vivida (no reflexionada). En otras palabras: no se llega a ser compasivo a través de la lectura o la reflexión, sino merced al amor compartido con aquellos con quienes el destino común nos ha hermanado. En cuanto al dedicarse a los padres nuevos, ¿qué importa cuántas veces escuchemos a otros padres hablar de su sufrimiento, si nosotros mismos somos, cada vez, personas distintas?

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