A pesar de todo... Sí a la Vida

A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



lunes, 2 de agosto de 2010

QUÉ DIFÍCIL ES HABLAR DE LA MUERTE

“Qué difícil que es hablar de la muerte cuando afuera el sol ilumina el verde brillante de las hojas, las gotas de rocío en el pasto, las flores blancas del laurel… en realidad es difícil hablar de la muerte en cualquier circunstancia, en cualquier lugar. Tiene que ver con negar la existencia de una certeza.


Todos sabemos que vamos a morir, que es inevitable y, sin embargo, haremos lo imposible por negarlo y damos la espalda cuando “le pasa a los demás”.

Hasta que un día nos pasa a nosotros; le pasa a seres que amamos más que a nada en el mundo... le pasa, incluso, a nuestros hijos, quienes nos enseñaron una insospechada forma de amar, que teníamos reservada sólo para ellos.

Y de entre todas las diversas formas de morir un hijo, el suicidio está entre las más duras y trágicas para los seres que quedan, generalmente, sumidos en un dolor que no conoce iguales y en una incredulidad que les hará repetirse, una y otra vez: ¿por qué? al mismo tiempo que se reprochan el “no haberse dado cuenta” de lo que iba a suceder para evitarlo y, de aquí en más, comenzarán el largo y angustiante camino de las culpas que los acosarán día y noche y no los dejarán vivir, dormir, respirar.

Se culpan ellos, culpan a otros, culpan a Dios y aún quizá, lo que les causa tanto más desasosiego, culpan a los hijos que decidieron irse de esa manera. El dolor no parece tener límites, las nociones de castigo los asechan y quizá, también, la mirada de los demás que creen verlas, aun cuando no lo sean, como acusadoras.

Pero, así como sabemos poco y nada sobre la muerte y el proceso de morir, lo que nos hace difícil consolar a los que sufren, especialmente a un padre que pierde hijos, menos sabemos sobre cómo hablar al padre cuyo hijo se quitó la vida.

Y lo que es más aún, poco y nada sabemos de lo que lleva a un niño o a un joven a suicidarse.

A veces "parecen" haber causas directas, muchas otras no, y los padres se debatirán en un sin fin de explicaciones tentativas, buscando el sosiego y la paz que parece haberlos abandonado para siempre.

Y es tratando de comprender qué llevó a su hijo de apariencia y vida normal, a tomar decisión tan extrema, como los padres de los hijos que deciden terminar con sus vidas, pueden perder la paz.

Elizabeth Lukas, discípula de Víctor Frankl, llega a una conclusión: “cada persona responde a la vida de una manera individual.”

Víctor Frankl, dice en sus libros, que el hombre en su búsqueda de un sentido para su vida, a veces, pareciera no encontrarlo en esta tierra, lo que puede motivarlo a esperar hallarlo “del otro lado”, porque si así no fuese, no tomaría decisión alguna.

Se fueron de nuestra vida “dando un portazo”, sin pedirnos permiso, pero se fueron. Consideremos, por un momento, dárselo para que la partida sea menos dolorosa, para que ellos sepan que los amamos por sobre todo y a pesar de todo, y que no los juzgamos. Respetémosles su decisión de partir, aún de esa manera, a pesar del dolor. Quizás palabras similares a éstas puedan señalar el comienzo del retorno a la paz interior: Hijo querido, hasta aquí llegamos juntos. Tú has decidido seguir tu propio camino, has decidido partir. Yo te respeto, te quiero y deseo que seas feliz, que Dios te bendiga.

Es el amor que nos enseña, porque, detrás, alrededor, y dentro del dolor que debemos vivir, está el amor, que es lo único que nos puede salvar del abismo.

Elizabeth Lukas reflexiona que no importa cuan irrevocables sean los hechos, la logoactitud “ayuda a la gente a darse cuenta que todavía les queda una elección: elegir la actitud que adoptarán frente a esas situaciones. Pueden aceptarlas o condenarse a sí mismos o al mundo, pueden mostrar coraje y confianza en el futuro, o desesperanza.

Es su decisión: el destino más cruel no tiene el poder de decidir cómo deben ellos enfrentarse a él.”

Si encontramos una actitud positiva, al enfrentarnos a circunstancias extremadamente negativas, encontramos un gran consuelo en el hecho de que no necesitamos perder autoestima; podemos, aún, con orgullo, llevar nuestro sufrimiento con dignidad y ser, así, un ejemplo para otros padres en sus propias tragedias.

Por su parte, Elisabeth Kübler-Ross nos dice que las partidas prematuras – sean cuales fueren las causas - son una lección de amor incondicional, y, nuestros hijos, los maestros del verdadero y desinteresado amor, aquel que no tiene reclamos ni expectativas, que ni siquiera necesita de su presencia física.

Dejando fluir estos sentimientos en nuestro interior, daremos paso al nacimiento de un nuevo ser en nosotros. Un ser capaz de disfrutar nuevamente del sol y de la naturaleza en todo su esplendor, un ser que no resentirá la vida, porque ha comprendido la muerte. Que no rechazará el dolor, porque ha sabido aprender de él, y que se acercará a otros que sufren, ayudándolos a realizar su propio aprendizaje hasta encontrar la luz”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario