A pesar de todo... Sí a la Vida

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domingo, 21 de marzo de 2010

NOTA PUBLICADA EN EL DIARIO "EL LITORAL" POR EL GRUPO DE RENACER ESPERANZA, 5 DE SEPTIEMBRE DE 2009

Papás que perdieron a sus hijos conformaron un grupo para apoyarse y volver a encontrarle un sentido a la vida. Renacer nació en Río Cuarto hace 20 años y hoy tiene sedes en todo el país y en el mundo.


Textos agustina mai / fotos el litoral

Esta nota no la elegí. Ellos se contactaron conmigo, motivados por un artículo que leyeron en esta misma revista. “Buen día Agustina. Le escribo estas líneas ya que he leído un artículo en la revista del diario referida a la adopción de niños mayorcitos, y entiendo que supo captar el verdadero sentir de las personas entrevistadas”. Ése fue mi primer contacto con Silvia Dobler, del grupo Renacer de Esperanza. Desde un principio supe que no iba a ser una nota sencilla y ahora que la estoy escribiendo siento aún más la dificultad y el compromiso para comunicar el mensaje que estas personas quieren transmitir. ¿Cómo escribir sobre algo que no es natural y no tiene definición y mucho menos explicación? “Cuando uno pierde al marido, se convierte en viuda; si pierde a sus padres, pasa a ser huérfano. Pero ¿qué palabra nos define a nosotros, que hemos perdido a nuestros hijos? No hay palabras para eso”, me dice Silvia.

LOS COMIENZOS Silvia toma la posta y arranca contando los orígenes de Renacer: “El primer grupo nació hace 20 años en Río Cuarto, por iniciativa de Gustavo Berti y su esposa Alicia. A partir de la pérdida de Nicolás se dan cuenta de que hay una necesidad de encontrarse con pares que pasan por lo mismo y, de alguna manera, ayudarse”. Necesidad, encuentro, ayuda. Son palabras que durante la hora de charla se repetirán una y otra vez. “En Santa Fe el grupo cumple 15 ó 16 años. Nosotros empezamos viniendo a Santa Fe; éramos varios matrimonios. Mi marido no va al grupo, pero siempre le llega el mensaje porque es una forma de que salgamos adelante, de que seamos útiles nuevamente”, continúa Silvia. Hace tres años y medio nos empezó a picar esto de armar algo en Esperanza porque allá también es necesario. Somos siete personas: tres matrimonios y yo. Hicimos una primera reunión en abril de 2006 a la que concurrió la gente de Santa Fe para apoyarnos. Fuimos a todos los medios de la ciudad, conseguimos un lugar y le dimos un poco de forma a la cosa”.

TENER LAS HERRAMIENTAS Silvia cuenta cómo es la dinámica de las reuniones. Al igual que en esta nota, es ella la que toma la iniciativa y generalmente asume el rol de coordinadora. A veces lleva alguna frase que lee a modo de disparador, en otras oportunidades se recuerdan fechas importantes, como cumpleaños o el día del padre o de la madre. “¿Por qué participan de este grupo? ¿Qué les da Renacer?”, les pregunto. Ahora la que se decide a hablar es Hortensia. “En septiembre hace 10 años que partió mi hijo en un accidente” dice y enseguida aclara: “Para nosotros es mejor decir ‘partió’ antes que murió”. Todos asienten. Partida... otra palabra que resonará a cada momento. “Uno encontró una familia, que te apoya y ayuda mucho, que te da herramientas. Empezamos a venir a Santa Fe a los seis meses que nuestro hijo partió. Al principio escuchás y decís ¿a qué vine?, pero a medida que va pasando el tiempo y seguimos yendo, ponemos en práctica lo que nos quedó. Por ejemplo cuando uno se siente mal tiene que cambiar el pensamiento o hacer algo, salir a caminar para que nos saquen un segundo del pensamiento. Porque cuando pasa eso, uno está las 24 horas del día pensando en lo que pasó: el momento en que lo traen, la ambulancia...”. Su relato se entrecorta; Hortensia traga saliva y, con ella, parte de su angustia. “18 años tenía... Por un tiempo largo sentía la ambulancia y me desesperaba. Uno fue aprendiendo cómo seguir después de eso; nos ayudó muchísimo a mí y a mi marido. Si bien con el tiempo uno tiene sus bajones -las fechas, los cumpleaños, el nacimiento de mis nietos-, tengo las herramientas para saber que no se puede volver atrás y tengo que seguir adelante por mi marido, mis otros hijos y mis familiares”.

TRANSFORMAR EL DOLOR El relato de Hortensia animó a María, que hace cuatro años y medio que participa del grupo junto a su marido. “Aprendemos a transformar el sufrimiento y crecer en este dolor de la mejor manera posible; transformar este dolor en amor, que es la base de Renacer. Cada uno aporta lo suyo. Es duro de sobrellevar, pero lo importante es tener las herramientas para salir del momento en que a veces caemos. Tratamos de ir cambiando, de ser mejores personas, más solidarios. Tenemos la responsabilidad porque nuestro hijo, desde donde esté, nos está juzgando”. Hortensia es una de las pioneras del grupo: hace diez años que está en Renacer. “A pesar de tanto tiempo ¿todavía seguís necesitando el apoyo del grupo?”, le pregunto. “Es que uno tiene que devolver lo que nos prestaron, apoyar a otros papás nuevos, darles todo lo que nos dieron a nosotros. Mi marido y yo tenemos un compromiso que tenemos que cumplir porque nos hace bien y nos hace sentir útiles”, responde tan segura y convencida que empiezo a entender cómo funciona este grupo. “La única persona que te puede entender es alguien que lo haya pasado”. Suena a frase trillada, pero lo dicen con una sinceridad brutal.

UNA VERDADERA FAMILIA Mirta y su marido participan de Renacer hace dos años y medio. “En noviembre van a hacer tres años que perdimos a nuestra hija de 27 años. Encontramos una verdadera familia porque si bien tenemos hermanos y cuñados que nos apoyan, ellos no saben lo que pasamos porque afortunadamente no tuvieron que vivir lo que a nosotros nos tocó. Nos sentimos más comprendidos y acompañados dentro del grupo que en nuestra propia familia”, cuenta Mirta. Todos los que participan de Renacer tienen un desafío diario: encontrarle sentido a la vida. “Si bien tenemos dos hijos varones, una nietita y una familia hermosa, hay momentos en los que uno piensa que la vida no tiene sentido. Es un desafío constante y continuo: reencontrarte con una parte de ese ser que fuiste, porque ya no volvés a ser el mismo”, agrega.

AYUDAR A TODOS Si bien Renacer está pensado especialmente para padres que han perdido a sus hijos, no cierra sus puertas a otras personas que han perdido algún familiar. “Hemos recibido a viudas, que vienen una o dos veces, pero se dan cuenta de cómo tenemos que remarla -porque en Renacer somos remadores de la vida- para salir adelante. Vienen una o dos veces, eso les sirve y ya no vienen más”, cuenta Silvia. Otra experiencia que se ha dado en algunas ciudades del país son los grupos de hermanos. “Ellos sufren el doble: sufren por su hermano, que es parte de su vida y se llevó parte de su historia, y por nosotros, que estamos perdidos en la vida; ellos pasan a ser nuestro cuidadores”, explica.

EL DERECHO A ESTAR BIEN De algo están seguros quienes participan de Renacer: ése es el lugar en el que tienen que estar, porque allí encuentran apoyo y herramientas para sentirse mejor. “Nos merecemos estar bien. Si nuestros hijos que ya no nos acompañan físicamente fueron esos seres tan amorosos, no podemos vivir sufriendo porque eso quiere decir que mi hijo vino a arruinarme la vida con su partida. No es justo que quede esa idea. Él se merece que yo dé lo mejor de mí en cada momento de mi vida, en honor a él, para que me respeten y vean que soy una persona digna”, sostiene Silvia. Mirta recuerda lo que le dijo su hijo mayor al poco tiempo de la partida de Valeria: “Mamá, ¿por qué será que la gente no puede aprender todo lo que estamos aprendiendo nosotros sin tener que pasar por esto?”. Esas palabras le quedaron grabadas. “Ojalá que la gente pudiera aprender a vivir de otra manera sin tener que pasar una cosa tan terrible. La vida nos cambió totalmente: tenemos otras prioridades, que son las que realmente valen”.



EL DESAFÍO DE PELEARLA SOLOS El caso de Rosa y Horacio es diferente al del resto del grupo. Cuando perdieron a Gonzalo en un accidente, si bien Renacer funcionaba en la ciudad de Santa Fe, ellos no sabían de su existencia. “Nadie nos dijo nada, así que la luchamos solos, con nuestras dos hijas de 17 y 19”, se acuerdan. “Teníamos la familia y los amigos, que no te dejan un minuto solo, pero llega un día en que vuelven a su casa y ahí te das cuenta de lo que pasó realmente. Tuvimos que ser fuertes y luchar juntos; nos aferramos mucho y ahora estamos más unidos”, comenta Rosa. Dos años más tarde, Silvia perdió su chico y juntas empezaron a venir a Santa Fe. Ése fue el germen para la sede que más tarde se crearía en la ciudad de Esperanza. Rosa y Horacio no dudan en afirmar que “hubiese sido más fácil tener el grupo desde un principio”. Nueve años después de la pérdida de Gonzalo, Horacio asegura que “a pesar de que te empezás a sentir mejor, no tenés que aflojar y tenés que ser fuerte”. Se lamenta porque “esto es algo que va a seguir pasando: partidas de chicos jóvenes”. Al igual que sus compañeros, siente que su tarea es integrarse aún más al grupo para “poder ayudar a otros papás”.

AYUDA MUTUA Algunos de los objetivos que se plantea Renacer son apoyar a los padres para que puedan trascender el dolor y encontrarle un nuevo sentido a la vida; aceptar la muerte como parte de la vida y ayudar a quienes han sufrido una pérdida. Más información en www.grupos-renacer.com

EN EL MUNDO Renacer fue fundado por el matrimonio Berti de Río Cuarto el 5 de diciembre de 1988. Hoy existen grupos en casi toda Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Panamá, Méjico y España. Renacer no tiene asistencia médica, religiosa o psicológica, y está constituido por padres que han perdido sus hijos o todo aquél que sufre la pérdida de un ser querido.

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