A pesar de todo... Sí a la Vida

A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



lunes, 5 de abril de 2010

CAMINAMOS DE LA MANO DE NUESTRO HIJO

Por Ana y Enrique Conde, de Renacer Congreso, Montevideo, Uruguay

Cuando perdemos un hijo nos invade una nube de dudas y no sabemos que hacer con un dolor que nos parece que fuera más de lo que podemos contener; eso es lo que nos pasó hace hoy 16 años al partir Enriquito un 16 de setiembre.


Muchos papás y mamás empezamos a odiar a las túnicas blancas, cerramos puertas y ventanas, muchas veces apagamos la televisión, dejamos de escuchar la música que escuchaban nuestros hijos, las madres no cocinan más aquellos platos que tanto les gustaban a nuestros hijos, muchos toman la cama y no quieren levantarse, no vamos más a los cumpleaños de los familiares y amigos, muchas madres andan, ahora, desarregladas con luto en sus caras y padres que andan por la calle como si estuvieran buscando moneditas en el piso y es como si dijéramos que nuestros hijos nos han arruinado la vida...

Pero un día escuchamos una palabra: “Renacer” y con aquella angustia en nuestro corazón llegamos por primera vez a una reunión de Renacer.

Allí empezamos a escuchar palabras que jamás habíamos escuchado.

Oímos decir que la partida de nuestro hijo es un hecho del pasado. Y nosotros nos habíamos estancado en aquella fecha, en aquel día, en aquella hora... pero, para Renacer, la partida de nuestro hijo era un hecho histórico, un hecho del pasado, y nuestra vida es desde aquí para adelante...

Que aquellos ¿por qué? que nos habíamos hecho, ¿por qué a mí? ¿por qué a nuestro hijo? ¿por qué ahora que estaba lleno de esperanza, lleno de proyectos? u otras preguntas similares que millares de padres se han hecho en el mundo, jamás han tenido respuesta.

Que no somos nosotros los que tenemos que preguntarle a la vida, sino que es la vida la que nos pregunta a nosotros: tú padre, tú madre ¿qué vas a hacer con tu propia vida ahora que no tienes a tu hijo? nuestros hijos eran para siempre, pero la vida, el destino o lo que fuere, nos ha enfrentado a tener que vivir sin ellos.

Escuchamos decir que nuestro hijo no merece que lo tratemos como nuestro verdugo, que nuestro hijo puede ser nuestro guía para caminar con ellos de la mano... como expresa el lema de Renacer San José.

Y nos hablaron de Víctor Frankl, que nosotros no somos lo que la vida nos da, pues si fuéramos lo que la vida nos da, tendríamos que estar arrastrándonos por el piso como dice una madre: “yo, llegué a Renacer no por el piso, llegué por debajo del piso...”, pero Víctor Frankl dice que el hombre no es aquello que la vida le da, sino que el hombre es aquello que cada uno le da a la vida, y promueve en nosotros la pregunta ¿qué le vamos a dar a la vida en homenaje a nuestros hijos?

También Víctor Frankl, dice que se puede definir al ser humano como aquel ser, único en el universo, que es capaz de oponerse a aquello que lo condiciona. Y la pérdida de un hijo nos condiciona y nos hace pensar que debemos vivir permanentemente amargados por esa circunstancia y que reír es traicionar su memoria y estas palabras de Víctor Frankl nos dan esperanza pues descubrimos que como seres humanos tenemos la capacidad de oponernos a aquello que nos determina.

Al principio no entendemos ese nuevo lenguaje: que podemos cambiar de actitud... de no perder la esperanza... que no somos lo que la vida nos da...

Esas palabras no entraban en nuestro lenguaje, pero luego, como el agua mansa que penetra y fertiliza la tierra, el mensaje de Renacer va penetrando, también como agua mansa, en nuestros corazones.

Un padre dijo una vez “yo fui recogiendo herramientas en el camino, mientras iba una y otra vez a las reuniones de Renacer; al principio no podía entender aquello de que mi hijo era un hecho histórico en mi vida y no quería volver a las reuniones, pero un día me di cuenta que sí, que tenía que vivir el resto de mi vida aceptando que aquello había sucedido y ahora les digo que no importa cuantas veces oigan repetir esas cosas, yo estoy en Renacer por haberlas oído repetir”.

Cada uno de estos pensamientos de este nuevo lenguaje, fue calando hondo en nuestros corazones y entonces, empezamos a darnos cuenta que podemos caminar de la mano de nuestros hijos como guías y maestros.

¡Como no vamos a caminar de la mano de nuestros hijos si nos han enseñado una cantidad de cosas!

Nos han enseñado a no tenerle miedo a la muerte, si él ha pasado ese trance, empezamos a darnos cuenta que todas esas cosas que nos pasaban en la vida diaria en la cocina, en la calle, en la oficina no tienen importancia; si hemos perdido un hijo ¿qué más nos puede pasar?

Nos sentimos más tolerantes y en cada paso podemos aplicar lo aprendido en Renacer: que frente a aquello que no podemos cambiar, podemos cambiar de actitud, porque ante cualquier incidente que tengamos, ante cualquier pequeño percance que tengamos o cualquier contrariedad, también es un hecho del pasado y también a cada instante tenemos la oportunidad de cambiar nuestra actitud y ¿en homenaje a quién hacemos el cambio de actitud? en homenaje a ese hijo que ya no está con nosotros ¿cómo no lo vamos, entonces, a homenajear a cada instante?

Entonces, cuando salimos a la calle, cuando nos enfrentamos a los problemas que surgen en la calle, en la casa o en la oficina, en esos momentos podemos, en homenaje al hijo, cambiar de actitud.

A veces pensamos en nuestros hijos como que están allí en la cama del hospital, en el lugar del accidente, o donde se quitaron la vida, o fueron agredidos, ellos no están allí, ellos no están en el pasado, están en nuestro futuro, cualquiera sea la creencia que cada uno tenga sobre a donde nosotros mismos vamos a llegar el día que tengamos que pasar ese trance, porque lo vamos a tener que pasar, nuestros hijos están allí esperándonos.

Renacer es un acto de fe, un acto de esperanza...

¿Y cómo hemos de cubrir nosotros el tránsito entre hoy y el día que nos toque partir?

En Renacer nos empezamos a dar cuenta que tenemos que vivir una vida digna por ese hijo que partió, pues se lo merece, pero también tenemos que vivir una vida digna por nosotros mismos como seres humanos y Renacer nos recuerda que la vida nuestra es de aquí para adelante, no la podemos dejar en el pasado.

Comprendimos que Renacer no es el paño de lágrimas donde vamos a descargar todo nuestro dolor y menos aún trasmitir ese dolor a los demás, por el contrario, es el ámbito para trasmitir este nuevo lenguaje que contiene esperanza y compromiso.

El mensaje de Renacer podría reducirse a muy pocas palabras y decir que el mensaje de Renacer es una opción; o dejarnos llevar por las emociones y terminar arruinando nuestra propia vida y la de quienes nos rodean o asumir una actitud positiva y vivir una vida digna por nosotros mismos, por todos los que nos rodean, en homenaje a ese hijo que ya no está físicamente con nosotros, que es como una estrella fugaz que ha pasado por nuestras vidas para transformarnos.

Entonces nuestra vida empieza a cambiar.

Esa es la opción que muestra Renacer; por un camino seremos peores personas, por el otro seremos mejores personas.

No será nunca motivo de vanidad sentirnos mejores personas, pues el verdadero sentido de ser mejores personas es sentirse mejores personas que uno mismo, no mejores que los demás, no nos vamos a comparar con los demás, nos tenemos que comparar con nosotros mismos.

Hoy recordamos a Enriquito, como la estrella fugaz que pasó por nuestras vidas para transformarnos, quien nos trajo de la mano a Renacer, porque no queríamos seguir viviendo como estábamos viviendo.

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