A pesar de todo... Sí a la Vida

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Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



martes, 27 de abril de 2010

SER MORAL ES DAR AL OTRO EL DOBLE DE LO QUE UNO ESPERA DE ELLOS

Palabras de Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.


Dijimos luego que Renacer era una revolución cultural, y cultura significa la capacidad del hombre para hacer las cosas distintas a como son.
Aquí parémonos un segundo y analicemos esta frase, “la capacidad humana para hacer las cosas distintas a como son”, si podemos hacer las cosas distintas a como son, también podemos hacerlas mejor, no es obligatorio que las hagamos peor, entonces, si nosotros podemos hacer las cosas distintas a como son y elegimos, en el proceso, hacerlas mejor, estamos dando un salto que nos lleva a la categoría de lo moral, de la tarea moral del hombre, porque, entonces, al elegir tenemos que optar entre lo mejor y lo peor.
No es como muchos papás nos decían, claro “antes era mejor, ahora todo es peor” y se movían en la categoría “del antes” y “el después” y en esas categorías, desde ese punto de vista, si nosotros analizamos la muerte de un hijo, bajo los conceptos de antes y después, no tienen salida, porque siempre antes fue mejor.
Pero si nosotros podemos movernos en la categoría de lo mejor y lo peor, estamos dando un salto cualitativo, que nos lleva a trabajar en el ámbito de lo moral y ser moral es, en el fondo, dar al otro el doble de lo que uno espera de ellos.
Esto está en relación con algo que habíamos dicho hace muchos años, cuando decíamos ¿qué es aquello que es absolutamente imprescindible para la existencia de Renacer? ¿qué es aquello sin lo cual la ayuda mutua no puede existir?
Es la presencia del otro, porque ¿qué clase de ayuda mutua es si yo voy a una reunión del grupo y estoy solo? Entonces, yo no tengo que cuidarme a mí, yo tengo que cuidar más al otro, tengo que preocuparme de ayudar al otro, para que el otro vuelva, porque sin el otro yo no soy nadie.
Y eso nos costó también, porque al principio la gente estaba muy apegada a sus propios sentimientos, a sus propias emociones, lo único que interesaba era “que yo estoy mal”, “yo extraño a mi hijo”, “yo quiero a mi hijo y a míf no me importa el otro”, era lo que decían, pero, sin embargo, no había salida sin el otro.
Entonces, en el ámbito de lo moral nos movíamos hacia la valoración del otro, allí definitivamente, sabíamos, con algunos de los elementos que teníamos que trabajar y también sabíamos con que no trabajar



 

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