A pesar de todo... Sí a la Vida

A pesar de todo... Sí a la Vida
Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



lunes, 5 de abril de 2010

¿POR QUÉ VIVIR LA VIDA COMO MEJOR PERSONA?

"Hay un símil que grafica la situación del hombre después de la muerte de un hijo.


Digamos que en la mano izquierda llevamos el platillo de una balanza donde están las cosas dolorosas de nuestra vida y en la otra mano llevamos el platillo donde están las cosas positivas de la vida.

Para quien tiene que hacer su viaje por la vida con un platillo de la balanza sobrecargado por las realidades, ya sean biológicas, psicológicas o circunstanciales, que la vida le ha deparado, perece evidente que la mejor forma de ayudarlo no es aliviar el platillo de su destino, hecho por sí imposible de llevar a cabo, sino cargando el platillo de lo que él ofrece a la vida mediante la realización de posibilidades que cumplan la triple condición de ser bueno para la persona, ser bueno para los demás y ser bueno para la vida misma.

Así transita el hombre por la vida como una balanza, donde en un platillo tiene las cosas que el destino le entrega al hombre y en el otro platillo están las cosas que el hombre le entrega a la vida.

Esta imagen es una forma muy gráfica de mostrar como se puede empezar a vivir la vida para ser una mejor persona.

En síntesis, en un lado lo que el hombre recibe y del otro lado lo que el hombre devuelve a la vida.

Cuando muere un hijo, cuando muere un hermano, cuando muere un ser muy querido, el platillo de lo que el hombre recibe de la vida se torna muy pesado y nos inclinamos para ese lado y si pretendemos seguir caminando de esta manera, eventualmente nos quedaremos doblados y así andaremos por la vida.

El platillo de las cosas dolorosas se colma y nos hace contorsionar para sostenerlo, pero así no se puede andar. ¿Cuántos de ustedes han estado caminando así?

Todos ¿no es cierto?

Si me vuelvo una persona negativa, una persona avinagrada, una persona agria, voy a seguir cargando el platillo de las cosas negativas y eso me va a quebrar existencialmente y me va a sumergir en un pozo del cual me va ser muy difícil salir; ese es un camino.

Ustedes habrán visto personas que tienen 20 – 30 – 35 años de duelo que tienen un rostro que da terror, que no hablan con nadie, que no salen de sus casas, que se han vuelto, realmente, pickles en vinagre.

El camino para volver a caminar derecho por la vida, es el cambio existencial, poniendo en el otro platillo de la balanza las mejores cosas; es la única opción porque no se puede quitar lo que ya la vida nos deparó, la única solución para llegar al equilibrio es poner peso en el otro platillo, es decir, donde están las cosas que nosotros devolvemos a la vida.

De las cosas que el hombre puede devolver a la vida, las cosas que tienen mayor peso, son las cosas valiosas; no tienen peso las lágrimas, los llantos, las broncas, los enojos, solamente las cosas buenas que el hombre devuelve a la vida, hacen que ese platillo comience a tener más peso y cuando ese platillo tenga suficiente peso, la vida del hombre vuelve a balancearse.

Entonces, para volver a caminar derecho, luego de perder un hijo, lo que importa es lo que devolvemos a la vida, es lo que hace que los platillos se equilibren, no es lo que ponemos en el otro, pues cada vez que ponemos algo en el otro, lágrimas, llanto, bronca, enojo, aislamiento nos doblamos más.

¿Qué podemos poner en el platillo de suficiente peso para volver a equilibrar nuestra vida?

¡Amor!

En el fondo, si la pérdida de un hijo sirve para que nosotros seamos personas más solidarias, más compasivas, más receptivas al dolor de los demás, entonces esa pérdida habrá adquirido sentido, no será más una pérdida en vano, esa es la clave.

En los caminos que se abren para optar, tenemos cosas valiosas para dar por la vida y tenemos en nombre de quien darlas porque podemos darlas en nombre de nuestro hijo y hacer que el recuerdo de nuestro hijo perdure en la vida.

En el futuro están todas las posibilidades, de las cuales tenemos que elegir aquellas que tengan sentido. Y ¿cuáles son las opciones con sentido?

Aquellas que sean buenas para mí, buenas para los que me rodean y buenas para la vida; si no cumplen esta triple condicionalidad, no es una elección plena de sentido.

Tenemos todas las posibilidades; se nos abren caminos increíblemente luminosos.

Sepan que es así, debemos abrirnos a esas posibilidades, tenemos que abrir los ojos, abrir el corazón y abrir la mente para descubrir que detrás de este dolor que hoy muchos de ustedes están sintiendo, sepan que ahí no se agota todo.

Si se eligen opciones contrarias al sentido voy cargando el plato izquierdo de la balanza, entonces cuando se elige hay que pensar si esto que voy a hacer es bueno para mí, si va a ser bueno para mi familia y si tiene valor para la vida; si es así lo hago, si no, no lo hago.

En consecuencia, tenemos que pensar muy bien que es lo que vamos a entregar a la vida, ¿o no?; nos damos cuenta entonces que lo que el destino nos ha brindado es una realidad de la vida que si bien es cierto que no podemos cambiar, nos queda a nosotros decidir que vamos a hacer con el dolor que me ha producido la pérdida de un hijo.

Ya que lo que pasó no lo puedo cambiar, tengo que pensar qué valores tengo que agregar para que mi balanza se enderece y pueda caminar por la vida derecho, tengo que ponerle más peso existencial, más esfuerzo y trabajar con valores; dedicar mi vida a vivir con valores, entonces uno tiene que pensar cuáles son los valores que vale la pena ser vividos y vivir con esos valores.

Cuando hacemos eso, vamos enderezándonos de nuevo, pero no es que la vida sea más liviana, sino que vamos caminando derechos.

Eso es lo ofrece Renacer, porque Renacer da la oportunidad de estar frente a otra persona que sufre y que me necesita y queda para mi decisión si voy a ayudar o no a esa persona; si frente a mí hay un hermano que me necesita, la pregunta es si lo voy a ayudar o no y si lo voy a ayudar ahora o no; es así: primero, si lo voy ayudar, luego cuándo lo voy a ayudar.

Esas preguntas las tengo que responder en mi corazón y sé que si no respondo esas preguntas, la balanza seguirá torcida.

De la misma manera, sé que si yo hago un esfuerzo y dejo de lado mi dolor, mi pena, mi tristeza, mi culpa y todas las cosas de las que me quejo, para brindarle al hermano que sufre, una sonrisa, un gesto de afecto, un gesto de amor, esa balanza se equilibra, sabiendo que para ayudarlo tengo que dejar de lado mi dolor y entonces mi hijo cada vez estará más presente en mí.

Es ahí cuando me doy cuenta qué es lo que tengo que hacer y cómo tengo que vivir para vivir bien.

En cada gesto de amor, en cada palabra de ayuda, en cada sonrisa que le dedico a la persona que sufre, cada vez más presente, con más fuerza, está Nicolás.

Con cada uno de estos actos la dimensión existencial de Nicolás crece y lo estamos haciendo a raíz de la partida de Nicolás, no antes.

Aunque hayamos sido de esa manera antes, ahora tiene una calidad agregada, ahora hay algo agregado, ahora uno se da cuenta que cuando tiene un gesto así, lo tiene de corazón, no lo tiene por compromiso, no es como antes.

Esa es una manera de recordar a un hijo y hacer que la dimensión existencial de ese hijo, no importa cuan breve haya sido, se acreciente con cada palabra de aliento o de esperanza que sale de nuestros corazones, pues adquiere más valor con cada gesto nuestro, con cada actitud nuestra que nazca del corazón.

Otro camino nosotros no conocemos.

El camino que hemos mostrado es el camino de la plenitud existencial, es el camino en el que uno considera que la vida vale la pena ser vivida.

Esto es lo que nosotros queremos trasmitirles a ustedes y eso es lo que nosotros quisiéramos que ustedes acepten y que tomen como parte del Mensaje, porque eso es Renacer.

Renacer es el lugar donde vamos a dar lo mejor de nosotros en nombre de todos los hijos que con su partida han contribuido a despertar espiritualmente a tantos padres, ayudando a hacer seres solidarios y compasivos, receptivos al dolor de los que sufren, y todo esto, sólo y únicamente por nuestros hijos, los que han partido y los que aún están físicamente con nosotros.

Esto es amor, es ese amor incondicional que ni siquiera necesita de la presencia física del ser amado; así, una vez más, casi sin proponérnoslo, hemos llegado al único mensaje que nuestros hijos nos dejan: Amor.

Y cuando este amor se vuelca a la vida, con toda su tragedia y su belleza, la vida misma nos protege, nos defiende y poco a poco nos damos cuenta que somos parte de ella, que nada sucede porque sí y que, finalmente, estamos en paz con la vida misma.”

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