A pesar de todo... Sí a la Vida

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Te ofrecemos un ámbito cálido y confiable para abrir el corazón,

donde la sinceridad se convierte en actitud esencial.

Un espacio dónde con esfuerzo y paciencia podremos llegar a la aceptación, a reconstruír el vínculo con ese hijo que hoy se constituye como presencia distinta.

Con la esperanza de lograr una vida digna.



miércoles, 14 de abril de 2010

"DESAPEGO: EL CAMINO HACIA LA TRANSFORMACIÓN"

El mayor ejemplo de desapego nos lo dan las abejas.


Después de construír las colmenas las abandonan. Y no la dejan muerta, en ruinas, sino viva y repleta de alimento. Dejan toda la miel que fabricaron de más, sin preocuparse con el destino que tendrá. Levantan vuelo hacia su próxima morada sin mirar atrás.

En la vida de las abejas encontramos una gran lección. En general el hombre construye para sí, piensa en el valor de la propiedad, ambiciona conseguir más bienes, sufre y pelea ante la inminencia de perder aquello por lo que “luchó” por conseguir.

“Dónde esté nuestro corazón, allí estarán nuestros tesoros…”

Por lo tanto, no puede haber Paz donde los pensamientos y los sentimientos forman una telaraña que atrapa al ser en lo que considera suyo. Esta telaraña no lo deja alzar vuelo hacia nuevas moradas. Y dicho impedimento vale tanto en la vida como en la muerte.

Prisionero en un plano denso, pierde oportunidades de experiencias superiores.

Para el hombre, es normal quitarle la vida a los animales y utilizarlos como alimento. También lo es derribar árboles para elaborar conservas con su médula. Compra todo preparado y más de lo necesario. En cambio las abejas fabrican su alimento sin destruír nada y, además, donan la mayor parte.

La lección de las abejas esta en su espíritu de donación. En un acto poco común de desapego, abandonan lo que les llevó una vida construír. Simplemente lo sueltan sin preocuparse por el destino que tendrá. Dejan lo mejor que tienen, sea para quien fuere, lo cual es muy distinto de donar lo que no tiene valor o dirigir la donación a nuestros preferidos. Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemos o por lo que no tenemos, debemos abrigar un único deseo: Transformarnos.

El ejercicio consiste en tener siempre presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas o personas, y que debemos soltarlas. De modo que, cuando algo o alguien tiene que irse de nuestra vida, no alimentemos la ilusión de pérdida. Tenemos que adquirir una visión más amplia.

El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo o a alguien.

El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuesta pérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo nuevo y bueno para nuestro crecimiento.

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